Pasadas las
seis de la tarde, Miley llegó a su apartamento en un taxi.
El gato la
saludó con un maullido de protesta. Miley le dio de comer y luego se preparó
una taza de té.
Sentía mucho
dolor, así que tomó dos calmantes.
Luego se
instaló cómodamente en un sofá frente al televisor con el gato en su regazo.
Eligió una comedia de media hora de duración y se preparó para relajarse.
La
insistente llamada del teléfono interno fue como una intrusión indeseable.
A través de
la pantalla del aparato vio que era Nick.
-Estoy bien
y a punto de acostarme.
-Abre la
puerta.
-Estoy
demasiada cansada para recibir visitas.
-Miley.
-Déjame
sola, por favor -dijo y cortó la comunicación.
Minutos más
tarde, sonó el timbre de la puerta. ¿La vecina?
Era el
administrador del edificio acompañado de Nick.
Ella abrió
la puerta.
-Su... amigo
estaba preocupado por su salud -explicó, con expresión contrita.
-Como puede
ver, me encuentro bien.
Nick se volvió al hombre.
-Yo me
quedaré con ella.
El
administrador la miró confundido.
-¿Miley?
-Está bien.
Segundos más
tarde, tras cerrar la puerta, se volvió al hombre que había trastornado su
vida.
-¿Qué crees
que estás haciendo?
-¿Quieres
que te prepare el neceser o lo haces tú? -preguntó en un tono muy controlado.
-¿Qué has
dicho?
-Lo que has
oído. O vienes conmigo o me quedo a dormir aquí -dijo en un tono suave como la
seda, pero con una mirada inmisericorde-. Tú verás.
-No quiero
verte aquí.
La mirada de
Nick se oscureció y sin decir palabra se dirigió al dormitorio.
-¡No puedes
hacer esto! -exclamó Miley al ver que abría los cajones de la cómoda y empezaba
a meter ropa en un bolso. Luego fue al armario y sacó unos vestidos que también
colocó en el bolso. Más tarde añadió algunos artículos de aseo que encontró en
el baño.
- De
acuerdo, nos vamos.
-No iré a
ninguna parte contigo.
-Sí que lo
harás. Por tus propios pies o tendré que llevarte en brazos.
Miley quería
golpearlo.
-¿Quién
demonios te crees que eres?
-Necesitas
descansar y recuperarte. Y necesito ver que lo haces.
-Puedo
cuidar de mí misma
-Seguro que
sí -replicó al tiempo que cerraba la cremallera del bolso-. La próxima semana.
Hasta ese momento yo me encargaré de ti –añadió con una mirada desafiante.
No había
duda de que estaba decidido a hacer lo que decía, así que lo siguió hasta el
vestíbulo donde tomaron el ascensor.
El Aston
Martín estaba estacionado a la entrada del edificio y Miley se acomodó en el
asiento del acompañante.
Minutos
más tarde se sumaron al tráfico y recorrieron la corta distancia hasta llegar a
la casa de Nick en Point Piper.
Miley apenas
lograba controlarse. Era el hombre más imposible que había tenido la desgracia
de conocer.
Nick
estacionó el coche en el garaje.
-¿Cuánto
tiempo piensas estar de mal humor?
-No estoy de
mal humor. Simplemente no tengo nada que decirte.
Mientras
ella no tenía nada que decir, él tenía muchas cosas que decirle acerca de los
riesgos que había corrido y de jugar a la heroína. Maldición, ¿tenía idea de lo
que pudo haberle ocurrido?
-Eres una
testaruda -dijo al tiempo que la tomaba en brazos, se inclinaba para recoger el
bolso y con una cadera cerraba la puerta del vehículo.
-Te odio
-dijo Miley con fiereza.
-Una emoción
muy saludable.
-Bájame,
puedo caminar.
Una vez en
la casa, Nick cruzó la galería y por fin la dejó sobre el suelo del dormitorio
principal. Luego echó la ropa de cama hacia atrás y acomodó las almohadas.
-Métete en
la cama. Traeré una taza de té.
-No necesito
un enfermero.
Nick se
aflojó la corbata y se quitó la chaqueta.
-O es aquí o
en el hospital. Y si no estás acostada cuando vuelva, yo te meteré en la cama.
Con el
cuerpo muy dolorido ella entró en el cuarto de baño.
Minutos más
tarde volvió a la habitación y se metió en la cama. Sería tan fácil cerrar los
ojos y quedarse dormida.
Nick entró
en la habitación y cerró la puerta con cuidado. El té y el bocadillo podían
esperar.
Contemplar
su cabeza apoyada en las almohadas y su rostro en reposo fue suficiente para
dejarlo sin aliento, con el corazón latiendo atropelladamente.
Nick se
sentó junto a la cama, alerta al menor movimiento, a la menor queja de dolor.
Durante la noche le administró otros dos analgésicos con un vaso de agua.
Era allí, en
ese lugar, donde ella pertenecía. Donde él quería que permaneciera.
ooowww LO SUPER AME♥
ResponderEliminaraaaawwww
VANE ♥ ME ENCANTO ESTUVO MUY LINDO :D
AMO ESTA NOVE :)
SUBE PRONTO PLIS ME ENCANTA
NO TARDES EN SUBIR C: