martes, 31 de julio de 2012

Cuatro Noches De Pasión Cap 30



No puedes obligarme a estar aquí.
-O te quedas aquí o vuelves a ingresar en el hospital. Tú verás.
-Eres un tirano.
-Me han llamado cosas peores.
-Necesito ir a darle de comer a mi gato -dijo al tiempo que alzaba una mano y de inmediato hizo una mueca de dolor-. ¡Maldición!
-Yo iré a dar de comer a tu gato.
-Es una gata -replicó.
-Vaya.
Él recogió las llaves, fue hacia la puerta y Miley lo siguió.
Cuando llegaron al edificio ella le dirigió una dura mirada.
-No hace falta que subas.
Sin replicar, Nick la siguió hasta los
ascensores.

Un maullido los recibió cuando Miley abrió la puerta. Luego el animal golpeteó la cabeza contra sus piernas en señal de bienvenida.
«Muérdelo», pensó Miley cuando Nick se inclinó a acariciar a la gata. Pero el animal la ignoró y maulló a modo de respuesta afectuosa.
Miley tardó apenas unos minutos en ponerle comida y agua fresca. Luego miró a Nick.

-De veras que me encuentro bien. Estoy segura de que tienes algún compromiso social esta noche y no quisiera que cancelaras tu... tu cita por mi culpa.
-¿Has terminado?
-No quiero estar contigo.
-¿Tienes miedo, Miley?
Deseó gritar que sí, pero no de él, sino de sí misma. «Porque todas las decisiones de alejarme de ti se desintegran cuando estás cerca. Y no puedo, no me dejaré destrozar por ti», pensó.
«Demasiado tarde. Ya eres un naufragio emocional», dijo en su mente una voz silenciosa.
-Yo...
-¿De ti... o de mí? -inquirió Nick.
-De ambos.
Él esbozó una sonrisa.

-Ah, sinceridad. Si no necesitas hacer nada más aquí, nos vamos.
Ella separó los labios para protestar, pero Nick apoyó un dedo en su boca.
-Sin discusiones, ¿quieres?

Minutos después de haber regresado a casa de Nick, este se excusó diciendo que tenía que trabajar y entró en el estudio.
Miley hizo unas cuantas llamadas y luego se entretuvo leyendo unas revistas. A la hora de la comida, tomaron pollo y una ensalada ligera. Más tarde, vio una película en el vídeo.

Mientras Nick continuaba en el estudio, ella salió al bonito jardín con sus arriates de coloridos capullos en flor y árboles, como un Jacaranda florecido cuyos pétalos caídos formaban un tapiz sobre el césped.
Miley se acercó a la piscina y se sentó en una cómoda tumbona bajo una sombrilla. El agua rielaba bajo la luz del sol.

Todo el entorno estaba rodeado de matices del azul. La piscina, el puerto, el cielo.
Reinaba la paz en la magnífica vista circundante. La ciudad, con sus altos edificios de concreto y cristal, las nítidas líneas de la Casa de la Ópera, el puente en el puerto.
Una magnífica casa situada en un hermoso lugar
¿Y el dueño de la mansión?
Miley cerró los ojos al recordar su poderosa imagen. Cuatro semanas antes era un hombre al que evitaba con cortesía.

Y en ese momento no quería pensar en el presente. Demonios, ¿qué podía hacer?
Amar a alguien no siempre tenía un final feliz. Y ella no era el tipo de mujer al que le gustara cambiar de pareja constantemente.

Al día siguiente regresaría a su apartamento y a su vida cotidiana. Cada vez que volviera a encontrarse con Nick en alguna reunión social lo saludaría amablemente y se alejaría. Como lo había hecho el año anterior. Pero, ¿cómo podría tratar sólo con cortesía al hombre con el que había compartido tanta intimidad?
El hombre del que se había enamorado.
Tal vez debería tomarse unas vacaciones y hacer un viaje a alguna parte. Lugares nuevos, caras nuevas.

Miley debió de haberse dormido, porque de pronto despertó al sentir su nombre y un toque en el hombro.

-Te quedaste dormida -dijo Nick, sin añadir que había estado observándola durante una hora sin desear despertarla hasta que refrescó demasiado.
Estaba cerca, demasiado cerca. Podía sentir la fragancia de su perfume varonil. Por un instante deseó atraer su cabeza hacia su boca y besarlo.

Sólo que eso conduciría a algo que dudaba poder manejar y luego poder alejarse.
Los ojos de Nick se ensombrecieron como si pudiera leerle el pensamiento. Luego delineó la boca de la joven con un dedo.
-Hay carne con ensalada. Si quieres te vas a cambiar y luego cenamos, ¿qué te parece?
Diez minutos después, se sentaba frente a él y saboreaba el exquisito filete.
-Sabes cocinar -dijo a modo de cumplido.
-¿Esa es una ventaja?
-Definitivamente sí para un hombre –afirmó ella.
-¿Por qué en esta era en que las mujeres se desenvuelve profesionalmente igual que los hombres?
-¿Los hombres piensan del mismo modo que las mujeres respecto a la casa como hogar, a los alimentos como nutrición?

-El hombre trabaja para proveer mientras que la misión de la mujer es nutrir, ¿no es así? ¿Eso quieres decir? ¿Una delimitación que define los sexos? -preguntó al tiempo que bebía un sorbo de vino.

-Creo que sólo hay igualdad en el lugar de trabajo -respondió ella con un matiz de humor-, Pero fuera del trabajo los hombres y las mujeres provienen de dos planetas diferentes.
-¿Destinados a no poder cohabitar?
-Solo físicamente. El aspecto emocional es otra cosa.
-Viva la diferencia, ¿verdad?
Fue una cena tranquila y más tarde vieron una película en el vídeo. Cuando acabó, ella se levantó del sofá y le deseó buenas noches.
No, no dormiría en la cama que habían compartido la noche anterior, decidió cuando subía la escalera.
Después de recoger su bolso y los artículos de aseo, entró en otra habitación.
Tras hacer la cama, Miley se acostó y estaba a punto de apagar la luz cuando Nick entró.
-¿Qué haces aquí? -preguntó ella.
-Creo que esa pregunta me corresponde hacerla a mí.
-No voy a dormir en tu cama. No quiero pagar con sexo tus labores de enfermero -Miley se arrepintió de sus palabras en el momento en que se escaparon de sus labios.
-¿Te importaría volver a repetírmelo? -preguntó con una frialdad que Miley le produjo un escalofrío.
-Realmente no.

Sin decir una palabra, Nick dio media vuelta y abandonó la habitación cerrando la puerta con deliberada suavidad.
Maldición ¿qué le pasaba?
En el fondo de sí conocía la respuesta. Miedo. Fundamentalmente a perder algo que nunca había poseído... el amor de Nick Jonas.

Miley yacía en la habitación suavemente iluminada contemplando las paredes que la rodeaban, y tuvo que reconocer que la vida sin él no sería vida en absoluto.
Los ojos se le llenaron de lágrimas y se maldijo por permitirse liberar sus emociones.
Más tarde cayó en un sueño muy inquieto y de pronto despertó bruscamente.

Tras unos largos minutos fue al cuarto de baño. Allí llenó un vaso de agua y cuando se lo llevaba a los labios se le escapó de las manos y se hizo añicos en las baldosas.
Miley maldijo las estúpidas lágrimas que le empañaban los ojos mientras recogía los trozos de cristal más grandes.
Luego sacó pañuelos de papel de una caja y, sin dejar de llorar, empezó a reunir el resto de los trozos.
-¿Qué pasa?
Miley estaba tan ensimismada en la tarea que no sintió entrar a Nick.
-Se me cayó un vaso.
Al verla tan frágil, él se quedó sin aliento..
-No te muevas. Volveré en un minuto -dijo.
Sólo tardó tres minutos en volver con un cepillo y un recogedor. Miley se quedó mirándolo mientras barría rápidamente los cristales-. Utiliza otro cuarto de baño por si acaso ha quedado algún pequeño trozo en el suelo.

-Gracias. Siento que el ruido te haya despertado.
¿Tenía idea del atractivo que su aspecto ejercía sobre él con las piernas desnudas, la camiseta de algodón y el cabello desordenado?
La verdad era que ninguna mujer lo había impactado tanto como ella.
-¿Te encuentras bien?
-Sí, estoy bien -respondió automáticamente.
Nick se marchó con el recogedor y el cepillo.

Miley  pensó que debería meterse en la cama, apagar la luz e intentar dormir. Pero, en cambio, se sentó al borde del lecho con la cara entre las manos y dejó correr libremente las lágrimas con el deseo de calmar el dolor de su corazón.
Anhelaba aquello que tenía antes de que Nick Jonas destruyera su equilibrio.
Maldición, ¿por qué el amor tenía que doler tanto?

Miley  se pasó las manos por las mejillas, se alisó el pelo y entonces se percató de la alta figura de Nick en el marco de la puerta.
Nick reconoció que si había algo que perturbaba a un hombre eran las lágrimas de una mujer. Y él había visto muchas. Algunas habían expresado sincero dolor y otras habían sido simple manipulación.
Pero ninguna lágrima le había afectado tanto como las de esa mujer que evidenciaban un profundo pesar.

Sin decir una palabra, cruzó la habitación, la tomó en brazos y la llevó a su dormitorio silenciando su protesta con una mano sobre la boca.
Nick le quitó la camiseta y luego hizo lo propio con sus vaqueros.
-Este es el único lugar donde lo nuestro tiene sentido -dijo inclinándose hacia sus labios.

Ella sintió su cálido aliento un segundo antes de que su boca se posesionara de la suya en un beso que le derritió los huesos.
Ya en la cama, Nick recorrió suavemente con los labios la línea que le había dejado la punta del cuchillo del atracador.

Con todo cuidado acarició cada contusión como si quisiera borrar con sus labios la brutalidad del delincuente.

Bajo sus caricias, el pulso de Miley se aceleró y lo que sucedió a continuación fue un acto de amor tan increíblemente tierno que no pudo impedir el torrente de lágrimas que se deslizaron por sus mejillas. Cuando finalmente él penetró en su cuerpo, ella enlazó las piernas en torno a la cintura masculina urgiéndole cada vez más hasta que juntos alcanzaron el ritmo de dos amantes en perfecta armonía, un ritmo que los llevó a la cúspide del éxtasis

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