PAREZCO una vaca -comentó Demi con aire triste al mirarse en el
espejo. Al sentir una punzada en el pubis, hizo una mueca de dolor y se dijo
que no era nada.
Jeanie se quedó mirando a su amiga y sacudió la cabeza.
-El vestido es una preciosidad y estás genial -le aseguró.
-Pero si estoy gordísima... -insistió Demi cerrando la maleta.
Era cierto que estaba embarazadísima y que ningún vestido de
novia podría haber ocultado su barriga. El que le habían confeccionado era
juvenil y bonito, pero no dejaba de ser un vestido premamá y Demi habría dado
cualquier cosa en el mundo por parecer una novia aquella mañana y no una
embarazada.
Había transcurrido una semana desde que había aceptado la propuesta
de matrimonio de Joe y durante ese tiempo había dejado el trabajo y le habían
dado una tarjeta de crédito, que apenas había utilizado, dos guardaespaldas y
una suite en un hotel.
Squeak se había acostumbrado a la vida lujosa con increíble
celeridad y se paseaba por su nuevo entorno con una dignidad y una pomposidad que
tenían sorprendida a Demi.
Ella, sin embargo, se sentía como si estuviera interpretado un
papel en una obra de teatro.
Joe había ¡do a Dhemen para hablar con su familia y obtener
autorización de su padre para casarse y, antes de irse, había insistido en que
Demi llamara a Jeanie para invitarla a la boda.
Desde que se había ido, la había llamado todos los días y se
había mostrado educado, considerado e... impersonal.
-¿Sabes lo que estaba diciendo la gente ayer en el castillo
cuando me iba? -sonrió Jeanie.
Demi negó con la cabeza.
-¡Que lady Selena te hizo una encerrona para acusarte de ladrona
porque se había dado cuenta de que el príncipe Joe se había enamorado perdidamente
de ti!
Demi cerró los ojos presa del dolor porque era perfectamente
consciente de que, a pesar de que se iba a casar con ella, su futuro marido no
la amaba.
-Todo el mundo sabía que la viuda alegre llevaba un par de años
intentando echarle el lazo, pero por muchas minifaldas que se ha puesto no ha
podido hacer nada -rió la pelirroja-. Lo cierto es que me alegro mucho de que
todas sus artimañas no hayan podido con vuestro amor porque... tú estás
completamente enamorada del príncipe, ¿verdad?
-Sí -murmuró Demi.
En aquel momento, sonó el teléfono.
-El coche ya está listo, te está esperando -anunció Jeanie-,
Dentro de dos horas, serás una princesa.
-Bueno, no sé...
-¿Cómo que no? Si te casas con un príncipe, obviamente, tú te
conviertas en princesa. ¿Y el niño? Seguro que a él también le darán algún
título, ¿no?
-No lo sé -contestó Demi saliendo de la suite.
-Supongo que la familia del príncipe Joe estará sorprendida con
todo esto. ¡No creo que les haya hecho ninguna gracia que su hijo se case con
una mujer que no es de sangre real! -comentó Jeanie-. Uy, perdón, no tendría
que haber dicho eso... -añadió tapándose la boca con la mano.
-¿Por qué no? Es la verdad -contestó Demi.
-Ya sabes que me voy después de la misa -comentó su amiga
cambiando de tema.
-No, Jeanie, por favor...
-Sí, ya hemos hablado de ello. No podría comer al lado de un
príncipe. Me pondría muy nerviosa.
Donald se había ofrecido a llevar a Demi al altar, pero ella se
lo había agradecido y le había dicho que no era necesario porque iba ser una boda
muy sencilla en la que solamente iba a haber un par de testigos.
Lo cierto era que le producía un terrible dolor que no fuera a
acudir nadie de su familia. Le habría encantado que su hermano Daniel estuviera
allí con ella, pero no tenía ni idea de cómo localizarlo.
Había llamado a su casa para decirle a su padre que se iba a
casar, pero, en cuanto había oído la voz de su hija, Angus Ross había colgado
el teléfono.
Demi había intentado convencerse de que daba igual, de que
aquella boda era un matrimonio de conveniencia que iba a tener lugar única y
exclusivamente por el bien del niño, que el anillo que le iba a entregar Joe no
se lo iba a entregar con amor.
Ni siquiera con respeto porque, si Joe seguía creyéndola una
ladrona, ¿cómo la iba a respetar? Claro que, si la gente empezaba a dudar de la
versión de Morag Stevens y a sospechar de lady Selena, tal vez, Joe terminaría
descubriendo la verdad.
-¡A por él! -le dijo Jeanie al oído cuando Demi llegó al inicio
del pasillo.
Demi se sonrojó de pies a cabeza y se quedó mirando a Joe, que
la esperaba junto al altar más increíble y guapo que nunca.
¿Para qué negarlo? Estaba perdidamente enamorada de él. Cuando
Joe la llamaba por teléfono, Demi sentía mariposas en el estómago y, cuando le
sonreía, sentía que se le elevaba el corazón como si tuviera alas.
La ceremonia fue breve, pero Demi no pudo evitar emocionarse
cuando Joe le puso la alianza.
Ahora era su marido.
Joe estaba realmente preocupado por Demi porque cada día parecía
más frágil y estaba más pálida aunque ella siempre decía que se encontraba
bien. Estaba deseando irse a Dhemen para que un ginecólogo de su entera
confianza pudiera examinarla.
Mientras Joe pensaba en todo eso, Demi no podía dejar de pensar
en que ni siquiera tenía ramo de novia, en que todo aquello era una farsa, en
que aquel matrimonio adolecía de amor por todas partes y en que era mejor que
se fuera acostumbrando porque eso era lo que la esperaba.
Estaban saliendo de la iglesia cuando Demi sintió una aguda
punzada de dolor en el bajo vientre que la hizo doblarse hacia delante.
-¿Qué te pasa? -exclamó Joe, preocupado.
-Me duele -consiguió contestar Demi-. ¡Me duele mucho!
Joe dio instrucciones en árabe a su hermano Raza, tomó a Demi en
brazos y la metió en el coche.
-Tengo miedo -confesó Demi nerviosa.
A continuación, cerró los ojos con fuerza y rezó. Mientas tanto,
joe la hizo tumbarse, él se sentó, le colocó la cabeza sobre su regazo y le
agarró las manos para darle fuerzas.
-No te preocupes, llegaremos al hospital en menos de cinco
minutos.
-Supongo que no tenías previsto que esto ocurriera hoy.
-Tú tranquila... -contestó Joe apartándole el pelo de la cara-.
Estoy contigo y no te va a pasar nada. Los momentos difíciles no lo son tanto
si se llevan entre dos.
Demi estaba sinceramente preocupada por tener un parto
prematuro, temía que le sucediera algo al niño.
Al llegar al hospital, Demi se quedó anonadada, pues se trataba
de una clínica privada que pertenecía a una de las fundaciones de joe.
Nada más examinarla, el médico decidió que había que ingresarla.
-Deberías comer algo -le indicó Demi a Joe diez minutos después,
una vez a solas en su habitación privada.
-¿Estás de broma?
-¿No tienes hambre?
-Me quiero quedar contigo.
-No hace falta -mintió Demi porque, en realidad, lo que más
necesitaba en el mundo era su compañía.
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