martes, 31 de julio de 2012

La Inocente Novia Del Jeque Cap 27



PAREZCO una vaca -comentó Demi con aire triste al mirarse en el espejo. Al sentir una punzada en el pubis, hizo una mueca de dolor y se dijo que no era nada.
Jeanie se quedó mirando a su amiga y sacudió la cabeza.
-El vestido es una preciosidad y estás genial -le aseguró.

-Pero si estoy gordísima... -insistió Demi cerrando la maleta.
Era cierto que estaba embarazadísima y que ningún vestido de novia podría haber ocultado su barriga. El que le habían confeccionado era juvenil y bonito, pero no dejaba de ser un vestido premamá y Demi habría dado cualquier cosa en el mundo por parecer una novia aquella mañana y no una embarazada.

Había transcurrido una semana desde que había aceptado la propuesta de matrimonio de Joe y durante ese tiempo había dejado el trabajo y le habían dado una tarjeta de crédito, que apenas había utilizado, dos guardaespaldas y una suite en un hotel.
Squeak se había acostumbrado a la vida lujosa con increíble celeridad y se paseaba por su nuevo entorno con una dignidad y una pomposidad que tenían sorprendida a Demi.

Ella, sin embargo, se sentía como si estuviera interpretado un papel en una obra de teatro.
Joe había ¡do a Dhemen para hablar con su familia y obtener autorización de su padre para casarse y, antes de irse, había insistido en que Demi llamara a Jeanie para invitarla a la boda.
Desde que se había ido, la había llamado todos los días y se había mostrado educado, considerado e... impersonal.
-¿Sabes lo que estaba diciendo la gente ayer en el castillo cuando me iba? -sonrió Jeanie.
Demi negó con la cabeza.
-¡Que lady Selena te hizo una encerrona para acusarte de ladrona porque se había dado cuenta de que el príncipe Joe se había enamorado perdidamente de ti!
Demi cerró los ojos presa del dolor porque era perfectamente consciente de que, a pesar de que se iba a casar con ella, su futuro marido no la amaba.

-Todo el mundo sabía que la viuda alegre llevaba un par de años intentando echarle el lazo, pero por muchas minifaldas que se ha puesto no ha podido hacer nada -rió la pelirroja-. Lo cierto es que me alegro mucho de que todas sus artimañas no hayan podido con vuestro amor porque... tú estás completamente enamorada del príncipe, ¿verdad?
-Sí -murmuró Demi.
En aquel momento, sonó el teléfono.
-El coche ya está listo, te está esperando -anunció Jeanie-, Dentro de dos horas, serás una princesa.
-Bueno, no sé...
-¿Cómo que no? Si te casas con un príncipe, obviamente, tú te conviertas en princesa. ¿Y el niño? Seguro que a él también le darán algún título, ¿no?
-No lo sé -contestó Demi saliendo de la suite.

-Supongo que la familia del príncipe Joe estará sorprendida con todo esto. ¡No creo que les haya hecho ninguna gracia que su hijo se case con una mujer que no es de sangre real! -comentó Jeanie-. Uy, perdón, no tendría que haber dicho eso... -añadió tapándose la boca con la mano.
-¿Por qué no? Es la verdad -contestó Demi.
-Ya sabes que me voy después de la misa -comentó su amiga cambiando de tema.
-No, Jeanie, por favor...
-Sí, ya hemos hablado de ello. No podría comer al lado de un príncipe. Me pondría muy nerviosa.
Donald se había ofrecido a llevar a Demi al altar, pero ella se lo había agradecido y le había dicho que no era necesario porque iba ser una boda muy sencilla en la que solamente iba a haber un par de testigos.

Lo cierto era que le producía un terrible dolor que no fuera a acudir nadie de su familia. Le habría encantado que su hermano Daniel estuviera allí con ella, pero no tenía ni idea de cómo localizarlo.
Había llamado a su casa para decirle a su padre que se iba a casar, pero, en cuanto había oído la voz de su hija, Angus Ross había colgado el teléfono.

Demi había intentado convencerse de que daba igual, de que aquella boda era un matrimonio de conveniencia que iba a tener lugar única y exclusivamente por el bien del niño, que el anillo que le iba a entregar Joe no se lo iba a entregar con amor.
Ni siquiera con respeto porque, si Joe seguía creyéndola una ladrona, ¿cómo la iba a respetar? Claro que, si la gente empezaba a dudar de la versión de Morag Stevens y a sospechar de lady Selena, tal vez, Joe terminaría descubriendo la verdad.
-¡A por él! -le dijo Jeanie al oído cuando Demi llegó al inicio del pasillo.
Demi se sonrojó de pies a cabeza y se quedó mirando a Joe, que la esperaba junto al altar más increíble y guapo que nunca.

¿Para qué negarlo? Estaba perdidamente enamorada de él. Cuando Joe la llamaba por teléfono, Demi sentía mariposas en el estómago y, cuando le sonreía, sentía que se le elevaba el corazón como si tuviera alas.
La ceremonia fue breve, pero Demi no pudo evitar emocionarse cuando Joe le puso la alianza.
Ahora era su marido.

Joe estaba realmente preocupado por Demi porque cada día parecía más frágil y estaba más pálida aunque ella siempre decía que se encontraba bien. Estaba deseando irse a Dhemen para que un ginecólogo de su entera confianza pudiera examinarla.

Mientras Joe pensaba en todo eso, Demi no podía dejar de pensar en que ni siquiera tenía ramo de novia, en que todo aquello era una farsa, en que aquel matrimonio adolecía de amor por todas partes y en que era mejor que se fuera acostumbrando porque eso era lo que la esperaba.

Estaban saliendo de la iglesia cuando Demi sintió una aguda punzada de dolor en el bajo vientre que la hizo doblarse hacia delante.
-¿Qué te pasa? -exclamó Joe, preocupado.
-Me duele -consiguió contestar Demi-. ¡Me duele mucho!
Joe dio instrucciones en árabe a su hermano Raza, tomó a Demi en brazos y la metió en el coche.
-Tengo miedo -confesó Demi nerviosa.
A continuación, cerró los ojos con fuerza y rezó. Mientas tanto, joe la hizo tumbarse, él se sentó, le colocó la cabeza sobre su regazo y le agarró las manos para darle fuerzas.

-No te preocupes, llegaremos al hospital en menos de cinco minutos.
-Supongo que no tenías previsto que esto ocurriera hoy.
-Tú tranquila... -contestó Joe apartándole el pelo de la cara-. Estoy contigo y no te va a pasar nada. Los momentos difíciles no lo son tanto si se llevan entre dos.
Demi estaba sinceramente preocupada por tener un parto prematuro, temía que le sucediera algo al niño.

Al llegar al hospital, Demi se quedó anonadada, pues se trataba de una clínica privada que pertenecía a una de las fundaciones de joe.
Nada más examinarla, el médico decidió que había que ingresarla.
-Deberías comer algo -le indicó Demi a Joe diez minutos después, una vez a solas en su habitación privada.
-¿Estás de broma?
-¿No tienes hambre?
-Me quiero quedar contigo.
-No hace falta -mintió Demi porque, en realidad, lo que más necesitaba en el mundo era su compañía.

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