Demi evitó mirarlo a los ojos durante unos segundos. Era
consciente de que, si le decía la verdad, no se acostarían con ella y ella no
podría soportarlo.
-No soy virgen -mintió a toda velocidad.
-Eres muy tímida... -insistió Joe.
-¿Y qué?
-Y nada.
-¿Te importaría cerrar las cortinas?
-¿Sólo haces el amor a oscuras? -preguntó Joe enarcando una
ceja.
Demi asintió con vehemencia y Joe cerró las cortinas, no
sabiendo si reírse a carcajadas o si sentir una profunda ternura por aquella
chica.
Ya en la oscuridad, Joe se levantó de la cama, tropezó con las
ropas que había tiradas por el suelo y cayó, pero no le dio tiempo de cubrirse
de nuevo cuando Joe encendió la lámpara que había en la mesilla y se quedó
mirándola.
-¿Por qué te empeñas en ocultar la perfección de tu cuerpo? -le
dijo tomándola entre sus brazos de nuevo, devolviéndola a la cama y
acariciándole los pezones erectos.
Demi sintió que el calor
líquido del deseo serpenteaba hasta su pelvis.
-Joe... -murmuró Demi acariciándole el pelo.
-Me encanta cómo dices mi nombre... -dijo Joe quitándose la
corbata y la chaqueta
.Anonadada, Demi se quedó mirándolo. Aquel hombre tenía un
maravilloso torso fuerte y musculoso y unas abdominales muy masculinas.
Cuando se quitó los pantalones y se quedó en calzoncillos, Demi
sintió que se ponía roja como la grana y, cuando Joe se quitó los calzoncillos
mostrando su erección, Demi ya no pudo más y cerró los ojos.
-Yo no soy nada tímido -comentó Joe.
-Ya lo veo -murmuró Demi.
-Sin embargo, tu timidez me resulta atractiva.
-Oh...
-Oh... -volvió a burlarse Joe.
A continuación, se tumbó a su lado y comenzó a acariciarle los pechos
hasta llegar a su vientre y bajar por sus muslos mientras con la boca seguía la
misma estela, haciendo gemir de placer a Demi, que no dudó en arquear la
espalda.
El nudo de deseo que sentía en el bajo vientre era cada vez
mayor. Joe le separó las piernas,
explorando los rizos rubios que ocultaban su monte de Venus y trazó el perfil
de los pliegues de su feminidad, caliente y húmeda.
Demi no podía dejar de
moverse, no podía dejar de echar las caderas hacia delante.
-Oh, sí... -dijo Joe satisfecho introduciendo un dedo en el
interior de su cuerpo.
-Por favor...
-Espera un poco -jadeó Joe.
A continuación, jugueteó con su cuerpo hasta hacerla suplicar y,
cuando Demi creía que ya no iba a poder sentir más placer, Joe se colocó sobre
ella y la penetró con dulzura.
Demi se moría por sentirlo dentro, pero no tenía ni idea del
dolor que iba a acompañar al acoplamiento y no pudo evitar gritar.
De repente, Joe se quedó petrificado y la miró a los ojos con
dureza.
-¿Me has mentido? ¿Eres virgen?
Demi se sonrojó, cerró los ojos y no contestó.
Joe la miraba con incredulidad.
-Demi...
-No pares -contestó Demi echando las caderas de nuevo hacia
delante.
A Joe le habría gustado poder controlarse, pero era imposible,
así que volvió a adentrarse en las profundidades del cuerpo de Demi y siguió
dándole placer, levantándole las rodillas y echándoselas hacia atrás para poder
penetrarla en profundidad hasta que Demi gritó y jadeó al alcanzar el éxtasis.
Extenuada y feliz, asombrada por su capacidad de gozo físico,
Demi apenas podía pensar con claridad tras su primera experiencia sexual.
Joe la abrazó y la besó en la frente y Demi pudo disfrutar de
más o menos unos sesenta segundos de paz antes de que Joe la mirara con dureza
y la apartara de su lado.
-No me vuelvas a mentir -le advirtió.
Demi, que no estaba preparada para aquel ataque verbal, se quedó
mirándolo con la boca abierta.
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