miércoles, 4 de julio de 2012

La Inocente Novia Del Jeque Cap 8


CUATRO días después, Joe se levantó de la cama a las tres de la madrugada y entró en su lujoso baño para darse otra ducha de agua fría.
Se sentía como si lo hubieran embrujado y, mientras el agua resbalaba por su fuerte y musculoso cuerpo, gritó enfurecido.
Ninguna mujer le había perturbado el sueño antes.
Había algo en Demi Ross que había desatado su imaginación hasta cotas de creatividad erótica insuperables.
La idea de que se convirtiera en su amante lo tenía obsesionado y le hacía tener fantasías sexuales de las que no se podía liberar.
Incluso dormido, su cerebro revisaba una y otra vez el breve encuentro que había tenido lugar entre ellos y lo transformaba hasta convertirlo en un encuentro apasionado y salvaje más del gusto sexual masculino.
No poder controlar su mente lo enfurecía.
Joe apoyó la frente en las baldosas de mármol y pensó en Camila, algo que no se permitía muy a menudo porque no era hombre de pensar en lo que no podía ser.
Recordó a Camila, mujer de preciosos ojos oscuros y gran corazón, aquella mujer con la que jamás podría casarse porque, a pesar de que no eran parientes de sangre, la madre de Camila lo había amamantado durante un periodo de tiempo y su religión prohibía el casamiento entre hermanos de leche.
Joe no había sabido lo que era el amor hasta el día en el que durante una boda interminable había visto a una preciosa chica de pelo color castaño que jugaba con los niños y les hacía trucos de magia.
Camila se había convertido en toda una mujer mientras él estaba trabajando en el extranjero y se había formado como profesora.
Al principio, ni siquiera la había reconocido, pues la última vez que se habían visto era tan sólo una niña.
Entonces, se había dado cuenta de que quería casarse con ella y en ese mismo instante habían comenzado sus tribulaciones y sus sufrimientos.
Ahora, le sucedía lo mismo.
Aunque no se atrevía a comparar el deseo lujurioso que sentía por Demi Ross con el sincero amor que lo atraía hacia Camila, lo cierto era que volvía a verse atrapado por una mujer a la que no podía tener.
Joe recapacitó y se dijo que, tal vez, aquel mal que lo aquejaba venía dado por demasiado tiempo de abstención sexual y decidió que aquello solamente lo podía curar una mujer abierta y decidida.
Y sabía exactamente a quién recurrir.


Selena Anstruther, la dueña de la propiedad vecina, una viuda de gustos muy caros, pero que no había quedado demasiado bien económicamente y que nunca había ocultado que estaba interesada en él.

En el descanso de la mañana, Jeanie miró a Demi y frunció el ceño.
-¿Te pasa algo? Tienes ojeras, como si no hubieras dormido bien.
-Estoy bien... -murmuró Demi.
Lo cierto era que llevaba varias noches sin poder conciliar el sueño, incapaz de dejar de pensar en el misterioso conductor de la motocicleta y, cuando se metía en la cama y cerraba los ojos, él volvía a protagonizar sus sueños, cuyo contenido Demi jamás se habría atrevido a compartir con nadie.
-¿Algún problema en casa? -insistió Jeanie.

-No -contestó Demi-. El otro día me tropecé con un motociclista, el viernes por la tarde... creo que está alojado en el castillo... -añadió mordiéndose el labio inferior.
-Por aquí siempre hay un montón de caras nuevas y da la casualidad de que ha venido un escritor para documentarse sobre la historia del castillo y un pajarito me ha dicho que llegó en moto -contestó Jeanie-. Sin embargo, no creo que sea tu príncipe azul porque es bastante mayor.
-No, el hombre del que yo te hablo no es mayor -le corroboró Demi-. Era joven y parecía de otro país...
Ah... ése! -exclamó Jeanie-. Es el albañil polaco que está encargándose del nuevo establo. ¿Es alto, moreno, de piel bronceada y muy guapo?
Demi asintió cuatro veces como una marioneta.
-Lo vi en el pueblo el sábado por la noche. Desde luego, jovencita, tienes buen gusto.
Demi enrojeció de pies a cabeza.
-¿Sabes si está casado? -consiguió preguntar.
-No, no está casado -rió Demi-. Ahora entiendo por qué estás en las nubes. ¿Hablaste con él? ¿Ha sido un flechazo?

-¡Jeanie! Yo simplemente estaba dando un paseo, nos encontramos y hablamos durante un minuto. Era sólo curiosidad.
-Ya, sólo curiosidad, claro... -sonrió Jeanie-, Con lo guapa que eres, no vas a tener ningún problema en conseguir una cita con él. Otra cosa será que a tu padre le parezca bien.
-No voy a tener ningún problema con mi padre porque no quiero salir con él -le aseguró Demi-. Por favor, no vayas por ahí hablando de esto. Si mi padre se entera, me mata.
-Demi, no te preocupes, nadie de por aquí te haría la faena de irle con un cotilleo así a tu padre. Después de la pelea que tuvo en la iglesia, todo el mundo le tiene miedo.
Demi bajó la cabeza avergonzada.




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