Yo no tengo en absoluto la sensación de haber hecho el ridículo
-se defendió Demi levantando el mentón.
Ante aquellas palabras, la dura mirada de Selena se dulcificó.
-Perdón si te lo he dicho de manera demasiado directa, pero me
parecía que alguien tenía que advertirte por tu propio bien. Mira, ¿por qué no
te vas hoy pronto a casa?
Demi decidió no hacerlo porque un par de compañeras ya se habían
quejado de su nueva flexibilidad de horarios y no quería tener problemas, así
que bajó al sótano y decidió terminar su turno de limpieza.
Mientras trabajaba, recordó que Selena le había dado una primera
impresión favorable y se dijo que, tal vez, había sido ingenua al juzgarla
porque parecía obvio que los rumores eran ciertos, que la aristócrata estaba
interesada en el príncipe.
Cuando se disponía a irse casa, uno de los ayudantes personales
de Joe fue a buscarla para indicarle que el príncipe quería verla.
Demi lo siguió hasta una sala de recepción donde la estaba
esperando Joe y se dio cuenta de que, por una parte, se moría por verlo y, por
otra, hubiera preferido irse a su casa.
Le latía el corazón aceleradamente y no pudo evitar pasear su
mirada por el maravilloso rostro y espectacular cuerpo del príncipe.
En esos momentos, Joe se imaginó a aquella belleza de piel de
porcelana tumbada en su cama con la melena desparramada sobre la almohada.
Aunque intentó borrar de su mente las eróticas imágenes, su
anatomía reaccionó de forma violenta.
Joe se apresuró a recordarse que aquel encuentro no iba a tener
lugar por interés personal, sino por el bien de Demi.
-Supongo que te estarás preguntando por qué quería verte
-comentó.
-Así es -admitió Demi sintiendo una bola de fuego en el bajo
vientre.
De nuevo, Joe la había mandado llamar. De nuevo, había querido
verla. Aquello la hizo sentir como si estuviera flotando.
-He visto a Kevin Judd hablando contigo y me han informado de
que no es la primera vez que esto sucede. Estoy preocupado.
Aquella explicación tomó a Demi completamente por sorpresa y la
hizo bajar de su nube rosa y sonrojarse por haber sido tan ingenua de creer que
el príncipe había querido verla por motivos personales.
-Bueno, por lo visto, quiere hacerme una sesión fotográfica
porque cree que tengo lo que se necesita para convertirme en modelo —le explicó
nerviosa.
-Haré todo lo que esté en mi mano para que no te vuelva a
molestar -le informó Joe.
¿Con qué derecho asumía aquel hombre que no estaba interesada en
la propuesta del fotógrafo? En casa, estaba obligada a aceptar la tiranía de su
padre, pero no estaba dispuesta a consentir que ningún otro hombre tomara
decisiones por ella ni le dijera lo que debía o no hacer.
-El señor Judd no me está molestando en absoluto -se defendió-
Y, en cualquier caso, si así fuera, yo misma le diría que no estoy interesada
en su propuesta.
-Como de hecho debe ser -insistió Joe muy seguro de sí mismo-.
No tienes mundo suficiente como para sobrevivir en la pasarela. El mundo de la
moda es despiadado, y te aseguro que Judd no tiene escrúpulos y no dudaría en
dejarte en la estacada en cuanto a él le conviniera.
-¡Sé cuidar de mí misma! -exclamó Demi indignada.
-No me levantes la voz -contestó Joe-. No seas impertinente.
Demi bajó la cabeza apesadumbrada, sintiéndose como una niña
regañada y castigada al rincón. En su interior, se mezclaban la vergüenza y el
resentimiento. Estaba enfadada con el mundo en general y el no poder decirlo en
voz alta y con libertad la enfadaba todavía más.
-Yo lo único que quiero es protegerte para que no te exploten
-murmuró Joe.
-A lo mejor, tengo más mundo de lo que parece -dijo Demi
dolida-. ¡A lo mejor me quiero arriesgar a convertirme en modelo!
Al ver cómo la miraba Joe, Demi se quedó sin aliento. Era obvio
que la deseaba y aquello hacía que ella reaccionara de la misma manera.
-Por supuesto, esa decisión es tuya y sólo tuya -contestó Joe
abriéndole la puerta para que se fuera.
Demi nunca se había sentido tan rechazada, pero consiguió salir
con la cabeza bien alta. Cuando llegó a su taquilla y vio que alguien había
dejado allí un ejemplar nuevo de la misma publicación que estaba leyendo la
tarde en la que había conocido Joe, comprendió que había sido él y que
realmente estaba preocupado por ella.
Aquello la tranquilizó y de mucho mejor humor llegó a casa,
donde desgraciadamente la estaba esperando su padre muy enfadado.
-Ha estado aquí el señor Judd -le dijo en cuanto Demi entró en
la cocina.
Demi tragó saliva.
-Por tu culpa, ese hombre ha venido a llenar mi casa de basura y
a enseñarme fotografías de mujeres medio desnudas. ¿Cómo te has atrevido a
decirle dónde vivías y a pedirle que viniera a convencer a tu padre para que te
dejara ir a Londres con él?
-Yo no he hecho nada de eso -se defendió Demi sinceramente.
-Estás mintiendo y no pienso consentirlo -se enfureció Angus
Ross levantando un puño y golpeando a su hija.
No hay comentarios:
Publicar un comentario