El jueves
por la mañana, Miley despertó con los maullidos de
protesta del gato. Miró el reloj y profirió un juramento impropio de una dama.
Luego se dio
cuenta de que la alarma del despertador eléctrico no había sonado debido a un
apagón nocturno.
El día no
había empezado bien.
Minutos más
tarde, cuando estaba en el baño, oyó el campanilleo del teléfono móvil, pero lo
dejó sonar.
Luego se
secó, se vistió, tomó una barrita de cereales y un plátano para comérselos
camino a la oficina. Cuando abría la puerta de casa para salir a toda prisa, se
acordó de la llamada.
Era un
mensaje de Miley. Tenía entradas para asistir esa noche a la premier
de gala de una película y le pedía que lo llamara.
Miley había planeado una tranquila noche
hogareña, pero a su hermano le encantaban las reuniones sociales y ella
raramente rechazaba sus invitaciones. Por lo demás, una velada fuera de casa la
ayudaría a olvidar a Nick por unas cuantas horas.
Como si
pudiera.
Su imagen se
entrometía en todos sus pensamientos diurnos. Y las noches eran peor, mucho
peor, porque había empezado a invadir sus sueños nocturnos.
Miley maldijo en voz baja mientras
esperaba el ascensor que la llevaría al estacionamiento subterráneo. ¿Cómo
podría habérsele ocurrido que sería capaz de participar en el trato de Nick y escapar emocionalmente ilesa?
El denso
tráfico de hora punta aumentó su sensación de inquietud. Era casi media mañana
cuando al fin pudo devolver la llamada a Cameron.
La empresa
de Miley se enorgullecía de la calidad de su trabajo y a
ella le producía satisfacción cada vez que recibía una pieza fuera de lo común.
Realmente era un verdadero desafío crear algo sorprendentemente único cuyo
precio no fuera un obstáculo. Ocasionalmente se sentía frustrada cuando el
cliente insistía en un diseño que el joyero sabía que no realzaría totalmente
la belleza de la piedra.
Más tarde,
ya en casa, eligió un elegante traje negro de pantalón, una fina bufanda roja y
sandalias de tacón. Luego se hizo un peinado alto, se maquilló y cuando Cameron se anunció a través del teléfono interno, ella ya
estaba lista.
Cameron le informó que el punto de reunión
eran los estudios de la Fox
y que acudirían los actores principales desde Estados Unidos junto con otros
famosos actores australianos como invitados de honor.
Ambos
entraron en el concurrido vestíbulo, donde los invitados departían mientras los
camareros ofrecían champán y zumo de naranja.
Se comentaba
que la película sería un éxito de taquilla, especialmente por sus efectos
especiales que superaban todo lo visto anteriormente en una pantalla.
El ruido de
la conversación general animaba el ambiente y Miley reconoció a algunos amigos mientras bebía unos sorbos de champán.
-Imagino que Nick vendrá esta noche -comentó Cameron.
-Posiblemente
convino ella con deliberada indiferencia, consciente de que si llegaba, no lo
haría solo.
-¿Eso te
molesta?
-¿Por qué
habría de molestarme? Es un hombre libre -declaró, aunque la verdad no tendría
que dolerle tanto-. Yo soy un asunto transitorio en su vida. Una mera
diversión.
No quería
verlo allí... ni en cualquier otro lugar porque simplemente se acentuaría la
diferencia entre sus vidas en público y el diabólico arreglo que Nick había hecho para convertirla en parte de un trato de
negocios.
-Acaba de
llegar -anunció Cameron tranquilamente.
-¿De veras?
Fingir
indiferencia era un arte que Miley practicaba a menudo, y lo hacía
bien. Se dijo que no se iba a permitir ni una sola mirada a los invitados, pero
en unos segundos su mirada fue atraída como por un poderoso imán hacia donde se
encontraba Nick.
Vestido con
un inmaculado traje de etiqueta, su aspecto era el de un poderoso magnate,
descaradamente varonil.
Sus miradas
se encontraron y un estremecimiento recorrió el cuerpo de Miley mientras luchaba por mantener la compostura.
Como si
supiera lo que le ocurría a ella, Nick
inclinó la cabeza y esbozó una leve sonrisa burlona
antes de volver su atención al hombre que estaba a su lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario