Miley,
teléfono.
Pensó que
tenía que ser Nick e intentó controlar el pulso acelerado al escuchar su voz.
-Tomaremos
el vuelo de media mañana. Pasaré a buscarte mañana a las nueve.
-Podemos
reunimos en el aeropuerto.
De ese modo
podría volver a casa en su propio coche.
-A las
nueve, Miley -reiteró antes de cortar la comunicación.
Era
insufrible. Miley echó pestes antes de retomar su trabajo.
El
resentimiento no disminuyó mucho cuando el día se convirtió en noche.
Al día
siguiente se levantó temprano, preparó el neceser de viaje, puso suficiente
agua y alimento para el gato y minutos antes de las nueve bajó a Recepción.
Nick alquiló
un coche y en media hora habían llegado al lujoso complejo hotelero del Palazzo
Versace.
Hacía más de
un año que Miley no visitaba la costa. Adoraba su atmósfera de vacaciones, las
casas, las terrazas con sus cafés de moda y su despreocupado estilo de vida.
¿Por qué
debería haberse sorprendido al descubrir que Nick poseía un lujoso ático en el
hotel Versace?
Una de los
ventanales que cubría del suelo al techo tenía una vista maravillosa de la
bahía y ella respiró a fondo el aire marino cuando Nick abrió una puerta de
cristal.
Delicioso.
Pero no había que olvidar la razón por la que la había llevado hasta ese lugar.
Deberes de
dormitorio. Ese pensamiento tendría que haberle sido antipático, pero en cambio
sintió una especie de anticipación sensual al pensar que volvería a
experimentar la excitación mágica que él era capaz de provocarle.
¿Era malo
desear su contacto sin otra implicación emocional más que el placer del
momento?
«No te
engañes, estás implicada hasta el cuello», le dijo una voz interior.
Después de
ese fin de semana su vida volvería la
normalidad. Sea lo que fuere la normalidad. «Trabajar», pensó mientras Nick llevaba
los bolsos al dormitorio. Las actividades sociales habituales... que nunca
volverían a ser las mismas si encontraba a Nick con Delta, o con cualquiera de
las muchas mujeres dispuestas a compartir una velada. Compartir su cama,
maldición.
«Sería un
desastre», admitió en silencio. Tal vez debería retirarse de la vida social,
vivir como una reclusa y sencillamente enterrarse en el trabajo.
Excepto
que eso sería aceptar la derrota
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