domingo, 8 de julio de 2012

Cuatro Noches De Pasión Cap 18


Miley, teléfono.
Pensó que tenía que ser Nick e intentó controlar el pulso acelerado al escuchar su voz.
-Tomaremos el vuelo de media mañana. Pasaré a buscarte mañana a las nueve.
-Podemos reunimos en el aeropuerto.
De ese modo podría volver a casa en su propio coche.
-A las nueve, Miley -reiteró antes de cortar la comunicación.
Era insufrible. Miley echó pestes antes de retomar su trabajo.

El resentimiento no disminuyó mucho cuando el día se convirtió en noche.
Al día siguiente se levantó temprano, preparó el neceser de viaje, puso suficiente agua y alimento para el gato y minutos antes de las nueve bajó a Recepción.
La Costa Dorada estaba brillante, con un claro cielo azul, temperatura de primavera tardía y luz de sol.

Nick alquiló un coche y en media hora habían llegado al lujoso complejo hotelero del Palazzo Versace.
Hacía más de un año que Miley no visitaba la costa. Adoraba su atmósfera de vacaciones, las casas, las terrazas con sus cafés de moda y su despreocupado estilo de vida.
¿Por qué debería haberse sorprendido al descubrir que Nick poseía un lujoso ático en el hotel Versace?
Una de los ventanales que cubría del suelo al techo tenía una vista maravillosa de la bahía y ella respiró a fondo el aire marino cuando Nick abrió una puerta de cristal.
Delicioso. Pero no había que olvidar la razón por la que la había llevado hasta ese lugar.

Deberes de dormitorio. Ese pensamiento tendría que haberle sido antipático, pero en cambio sintió una especie de anticipación sensual al pensar que volvería a experimentar la excitación mágica que él era capaz de provocarle.
¿Era malo desear su contacto sin otra implicación emocional más que el placer del momento?

«No te engañes, estás implicada hasta el cuello», le dijo una voz interior.
Después de ese fin de semana su vida volvería  la normalidad. Sea lo que fuere la normalidad. «Trabajar», pensó mientras Nick llevaba los bolsos al dormitorio. Las actividades sociales habituales... que nunca volverían a ser las mismas si encontraba a Nick con Delta, o con cualquiera de las muchas mujeres dispuestas a compartir una velada. Compartir su cama, maldición.

«Sería un desastre», admitió en silencio. Tal vez debería retirarse de la vida social, vivir como una reclusa y sencillamente enterrarse en el trabajo.
Excepto que eso sería aceptar la derrota

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