Automáticamente
se apoyó en el salpicadero y escuchó su risa demencial mientras hacia virajes entre
los coches que corrían por la calzada. Luego hizo un violento giro a la
izquierda y dejó escapar un grito de rabia al ver que la calle estaba
bloqueada.
Entonces
giró en redondo, pero fue inútil porque otra vez encontró la calle bloqueada.
El coche rebotó contra otro vehículo con un golpe sordo de metales aplastados
antes de salirse de la calzada e ir a dar a un costado de la calle en medio de
los frenazos y cláxones de los otros vehículos.
segundos
antes, Miley vio el desastre inminente y al dictado de un impulso abrió su
puerta y se lanzó antes de que el coche se estrellara.
Cuando su
cuerpo cayó en el asfalto, por unos segundos sintió un agudo dolor, luego
intentó moverse y luego... nada.
Miley estaba
soñando. Sentía una extraña levedad corporal. En ciertos momentos parecía que
emergía hacia la conciencia y luego volvía a caer en un sopor más
reconfortante.
Había voces,
al principio lejanas y confusas y luego muy claras a medida que empezaba a
despertar totalmente.
Paredes
blancas, movimientos, un leve olor antiséptico y una enfermera con uniforme que
examinaba sus signos vitales.
Un hospital.
Miley
observó el gotero, las vendas en un brazo y sintió un dolor generalizado,
especialmente en la cabeza, en una cadera y en un hombro.
-Muy bien.
Ya está despierta -dijo la enfermera con una mirada minuciosa-. Contusiones
múltiples, rozaduras, heridas superficiales producidas por arma blanca y
conmoción. Le hemos administrado analgésicos. Pronto vendrá el médico. Ah,
tiene visita.
Alguien que
había llegado minutos después que la hospitalizaran, que insistió en que la
atendieran los mejores médicos y que la pusieran en una habitación individual.
-¿Una
visita?
-Si no se
siente en condiciones de recibirlo puedo hacer que espere.
Seguramente
se trataba de un agente de la
policía para tomarle declaración.-No, déjelo entrar.
Apenas había
salido la enfermera, entró Nick y
su presencia pareció llenar la habitación.
La expresión
sorprendida de Miley hizo aflorar una sonrisa a sus labios aunque sus ojos se
mantuvieron serios mientras se acercaba a la cama.
-¿Ni
siquiera un «hola»?
Miley sintió
que se le aceleraba el pulso.
-Me he
quedado sin habla.
-¿Debido a
mi visita? -dijo en tono ligero mientras se preguntaba si ella podría
imaginarse por lo que había tenido que pasar unas horas antes. Rabia... no,
rabia cuando le informaron sobre lo sucedido. Y miedo. Auténtico miedo al
pensar que pudo haberla perdido. Todavía luchaba contra esas dos emociones y
las controlaba por pura fuerza de voluntad. El delincuente pagaría caro el hecho
de haber puesto en peligro la vida de esa mujer-. Nadie me iba a impedir que
entrara a verte. ¿Cómo estás, cariño?
-Tan bien
como se puede esperar.
Nick le
acarició suavemente el mentón con los dedos.
-¿Necesitas
algo?
«Tú», pensó
al instante.
-¿Cuándo
podré salir de aquí?
-En uno o
dos días -dijo al tiempo que le acariciaba el labio inferior.
-¿Y el
secuestrador?
El rostro de
Nick se convirtió en una dura máscara.
-Detenido y
en la cárcel.
En ese
momento entró la enfermera.
-Debo
pedirle que se marche. La paciente necesita descansar.
Durante un
instante Miley pensó que se iba a negar, en cambio se acercó a ella, la besó en
los labios y se retiró.
Por la tarde
Miley recibió dos ramos de flores. Uno de parte del personal del taller y tres
docenas de rosas rojas, con una tarjeta en la que se leía una sola palabra
escrita en tinta negra: Nick.
Miley comió
poco, mantuvo una breve conversación con la policía en la que narró los sucesos
ocurridos antes y después del atraco.
Más tarde se
quedó dormida, ajena a la presencia de Nick que observaba su rostro en reposo.
Tan
delicada. Con una piel de porcelana y una boca que era una pura tentación.
Deseaba
llevarla a su casa, abrazarla y protegerla mientras dormía.
Y asegurarle que nunca nadie volvería a
hacerle daño, a ella, cuyos hermosos ojos azules lo habían cautivado desde que
la conoció. Sin mayor esfuerzo se había apoderado de él, robándole el corazón.
¿Sería
consciente del sentimiento que despertaba en él?
La
pregunta de fondo era saber qué intentaría hacer él al respecto.
Miley se
despertó temprano. Después de ducharse ayudada por una enfermera, le dijeron
que le quitarían el gotero intravenoso y ella declaró que quería marcharse a
casa.
El
especialista se mostró menos entusiasta.
-Preferiría
que se quedara bajo observación otras veinticuatro horas.
-Preferiría,
aunque no es absolutamente necesario, ¿verdad?
-¿Vive sola?
-No
exactamente.
El gato no
contaba, pero tenía teléfono, teléfono móvil y una buena vecina.
El médico
examinó los signos vitales, y el historial médico.
-Vamos
a hacer un trato. Esta tarde la volveré a examinar con vistas a una posible
alta. ¿Tiene alguien que la venga a buscar y la lleve a casa
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