lunes, 30 de julio de 2012

Cuatro Noches De Pasion Cap 27


Automáticamente se apoyó en el salpicadero y escuchó su risa demencial mientras hacia virajes entre los coches que corrían por la calzada. Luego hizo un violento giro a la izquierda y dejó escapar un grito de rabia al ver que la calle estaba bloqueada.
Entonces giró en redondo, pero fue inútil porque otra vez encontró la calle bloqueada. El coche rebotó contra otro vehículo con un golpe sordo de metales aplastados antes de salirse de la calzada e ir a dar a un costado de la calle en medio de los frenazos y cláxones de los otros vehículos.

segundos antes, Miley vio el desastre inminente y al dictado de un impulso abrió su puerta y se lanzó antes de que el coche se estrellara.
Cuando su cuerpo cayó en el asfalto, por unos segundos sintió un agudo dolor, luego intentó moverse y luego... nada.

Miley estaba soñando. Sentía una extraña levedad corporal. En ciertos momentos parecía que emergía hacia la conciencia y luego volvía a caer en un sopor más reconfortante.
Había voces, al principio lejanas y confusas y luego muy claras a medida que empezaba a despertar totalmente.
Paredes blancas, movimientos, un leve olor antiséptico y una enfermera con uniforme que examinaba sus signos vitales.
Un hospital.

Miley observó el gotero, las vendas en un brazo y sintió un dolor generalizado, especialmente en la cabeza, en una cadera y en un hombro.
-Muy bien. Ya está despierta -dijo la enfermera con una mirada minuciosa-. Contusiones múltiples, rozaduras, heridas superficiales producidas por arma blanca y conmoción. Le hemos administrado analgésicos. Pronto vendrá el médico. Ah, tiene visita.

Alguien que había llegado minutos después que la hospitalizaran, que insistió en que la atendieran los mejores médicos y que la pusieran en una habitación individual.
-¿Una visita?
-Si no se siente en condiciones de recibirlo puedo hacer que espere.
Seguramente se trataba de un agente de la policía para tomarle declaración.-No, déjelo entrar.
Apenas había salido la enfermera, entró Nick y su presencia pareció llenar la habitación.

La expresión sorprendida de Miley hizo aflorar una sonrisa a sus labios aunque sus ojos se mantuvieron serios mientras se acercaba a la cama.
-¿Ni siquiera un «hola»?
Miley sintió que se le aceleraba el pulso.
-Me he quedado sin habla.

-¿Debido a mi visita? -dijo en tono ligero mientras se preguntaba si ella podría imaginarse por lo que había tenido que pasar unas horas antes. Rabia... no, rabia cuando le informaron sobre lo sucedido. Y miedo. Auténtico miedo al pensar que pudo haberla perdido. Todavía luchaba contra esas dos emociones y las controlaba por pura fuerza de voluntad. El delincuente pagaría caro el hecho de haber puesto en peligro la vida de esa mujer-. Nadie me iba a impedir que entrara a verte. ¿Cómo estás, cariño?

-Tan bien como se puede esperar.
Nick le acarició suavemente el mentón con los dedos.
-¿Necesitas algo?
«Tú», pensó al instante.
-¿Cuándo podré salir de aquí?
-En uno o dos días -dijo al tiempo que le acariciaba el labio inferior.
-¿Y el secuestrador?
El rostro de Nick se convirtió en una dura máscara.
-Detenido y en la cárcel.
En ese momento entró la enfermera.
-Debo pedirle que se marche. La paciente necesita descansar.
Durante un instante Miley pensó que se iba a negar, en cambio se acercó a ella, la besó en los labios y se retiró.

Por la tarde Miley recibió dos ramos de flores. Uno de parte del personal del taller y tres docenas de rosas rojas, con una tarjeta en la que se leía una sola palabra escrita en tinta negra: Nick.
Miley comió poco, mantuvo una breve conversación con la policía en la que narró los sucesos ocurridos antes y después del atraco.
Más tarde se quedó dormida, ajena a la presencia de Nick que observaba su rostro en reposo.

Tan delicada. Con una piel de porcelana y una boca que era una pura tentación.
Deseaba llevarla a su casa, abrazarla y protegerla mientras dormía.
 Y asegurarle que nunca nadie volvería a hacerle daño, a ella, cuyos hermosos ojos azules lo habían cautivado desde que la conoció. Sin mayor esfuerzo se había apoderado de él, robándole el corazón.

¿Sería consciente del sentimiento que despertaba en él?
La pregunta de fondo era saber qué intentaría hacer él al respecto.                  

Miley se despertó temprano. Después de ducharse ayudada por una enfermera, le dijeron que le quitarían el gotero intravenoso y ella declaró que quería marcharse a casa.
El especialista se mostró menos entusiasta.
-Preferiría que se quedara bajo observación otras veinticuatro horas.
-Preferiría, aunque no es absolutamente necesario, ¿verdad?
-¿Vive sola?
-No exactamente.

El gato no contaba, pero tenía teléfono, teléfono móvil y una buena vecina.
El médico examinó los signos vitales, y el historial médico.
-Vamos a hacer un trato. Esta tarde la volveré a examinar con vistas a una posible alta. ¿Tiene alguien que la venga a buscar y la lleve a casa

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