Joseph
saltó de repente. Había oído la puerta de un coche al igual que yo. Eso
significaba que mi padre estaba en casa.
Me puse mi ropa interior y mis vaqueros a toda
prisa, pero me llevó un minuto encontrar mi sujetador. Una vez que conseguí
vestirme, me peiné y miré a Joseph
atrapado en mi caja de galletas.
— ¿Me voy? —Preguntó.
—No—dije sin aliento. Iba a decirle que no quería
que volviera a su vacía mansión.
—Quédate un rato. Está bien. A mi padre no le
importa. Simplemente no podemos hacer eso....
— ¿Qué más se puede hacer? —Así que, como perdedores
completos, jugamos al Scrabble las próximas cuatro horas y media. No había
espacio apenas suficiente en el suelo de mi pequeño cuarto para alguien tan
alto como Joseph para estirarse sobre su estómago, pero se las
arregló para sentarse enfrente con el tablero entre los dos con las palabras
escritas de quijotesca y hegemonía. No es exactamente la noche del viernes más
emocionante, pero lo disfruté mucho más que si hubiera ido al the Nest o de
fiesta al Oak Hill.
Alrededor de las nueve, después de haberle ganado
tres veces, al fin le ganaba en algo, Joseph se puso de pie.
—Creo que debería volver a casa —Suspiró.
—Está bien—.Me levanté- Te voy acompañar hasta la
puerta.
Estaba de tan buen humor que había logrado olvidarme
de papá, hasta que lo encontré en la sala de estar. Olí el whisky antes de ver
la botella en la mesa de café, y mis mejillas se pusieron rojas de vergüenza.
Por favor, que no se dé cuenta, pensé mientras caminaba hacia la puerta
principal con Joseph. Supongo que debería haber comenzado a preocuparme
cuando no había subido para ver de quien era el Porsche que estaba en la
entrada. Es decir, no todos los días te encuentras delante de tu casa un coche
como ese, por lo menos no delante de la mía.
Tal vez Joseph no había pensado en eso tampoco. Era
viernes por la noche, después de todo. Los padres pueden beber whisky los fines
de semana, bueno los que no fueran alcohólicos en recuperación, pero Joseph
no sabía esa parte de la historia. Mientras mi padre actuara de forma normal,
podría parecer como si no pasara nada.
Pero, por supuesto, nunca he tenido ese tipo de
buena suerte.
— ¡Abejorro! —Dijo mi padre. Se tambaleó sobre sus
pies y miró la puerta principal, donde estaba yo con Joseph.
—No sabía que estabas en casa. ¿Qué es esto? —Entornó los ojos hacia Joseph.
— ¿Un chico?
—Umm, papá, es Joseph Jonas —Le dije, tratando de
mantener la calma. —Es un amigo mío.
—Un “amigo”... apuesto—. Él agarró la botella de
whisky antes de caminar inestablemente hacia nosotros, con los ojos
entrecerrados mirando a Joseph. — ¿Te divertiste con mi pequeña niña en el
dormitorio?
—Claro que sí—. Dijo Joseph, claramente tratando de sonar
inocente. — Estuvimos jugado al Scrabble. Su hija es muy buena con las
palabras, señor.
— ¿Scrabble? No soy idiota. Eso debe ser un código
nuevo, para el sexo oral —Gruño Papá.
Debí ponerme de color escarlata. ¿Cómo lo hizo?
¿Podía leer mi mente? No, por supuesto que no podía. No era más que un borracho
haciendo acusaciones, y buscando culpables que sólo empeorarían las cosas. Así
que me eche a reír como si fuera ridículo. Como si se
tratara de una broma. Wesley, siguió mi ejemplo.
—Claro, papá —Le dije. —Y la relación sexual es
Yahtzee, ¿verdad?
— ¡No estoy de broma! —Gritó papá, moviendo la
botella de whisky y derramando parte del contenido sobre la alfombra.
Maravilloso. Yo tendría que limpiar aquello.
— Sé lo que pasa. He visto como se visten tus amigas
Demi.
Eso influye en ti. — no pude mantener la sonrisa por más tiempo.
—Mis amigas no son putas —Le susurré. —Estás
borracho, y no sabes lo que estás diciendo. —Con un aumento de valentía, me
adelante y le arrebaté la botella de su mano. —No puedes beber más—.
Por un instante, me sentí bien. Eso era lo que
debería haber hecho desde el principio. Había cogido el toro por los cuernos.
Sentí que podía arreglar las cosas.
—Tengo que irme —Dijo Joseph detrás de mí.
Empecé a darme la vuelta para despedirme, pero las
palabras nunca salieron de mi boca. Sentí la botella cuando me cayó de la mano
y escuche como se rompía en el suelo, a mi lado. Miré al suelo, por un segundo
ya que no entendía lo que había sucedido. Entonces el dolor en mi sien me sorprendió.
Era como si me hubiera golpeado con algo, algo duro, algo contundente, algo así
como la palma de la mano de mi padre. Estire la mano y frote mi cabeza en
estado de shock, apenas sintiendo el dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario