sábado, 29 de septiembre de 2012

The Duff Capitulo 38 Jemi




Joseph saltó de repente. Había oído la puerta de un coche al igual que yo. Eso significaba que mi padre estaba en casa.
Me puse mi ropa interior y mis vaqueros a toda prisa, pero me llevó un minuto encontrar mi sujetador. Una vez que conseguí vestirme, me peiné y miré a Joseph atrapado en mi caja de galletas.
— ¿Me voy? —Preguntó.

—No—dije sin aliento. Iba a decirle que no quería que volviera a su vacía mansión.
—Quédate un rato. Está bien. A mi padre no le importa. Simplemente no podemos hacer eso....

— ¿Qué más se puede hacer? —Así que, como perdedores completos, jugamos al Scrabble las próximas cuatro horas y media. No había espacio apenas suficiente en el suelo de mi pequeño cuarto para alguien tan alto como Joseph para estirarse sobre su estómago, pero se las arregló para sentarse enfrente con el tablero entre los dos con las palabras escritas de quijotesca y hegemonía. No es exactamente la noche del viernes más emocionante, pero lo disfruté mucho más que si hubiera ido al the Nest o de fiesta al Oak Hill.

Alrededor de las nueve, después de haberle ganado tres veces, al fin le ganaba en algo, Joseph se puso de pie.
—Creo que debería volver a casa —Suspiró.

—Está bien—.Me levanté- Te voy acompañar hasta la puerta.
Estaba de tan buen humor que había logrado olvidarme de papá, hasta que lo encontré en la sala de estar. Olí el whisky antes de ver la botella en la mesa de café, y mis mejillas se pusieron rojas de vergüenza. Por favor, que no se dé cuenta, pensé mientras caminaba hacia la puerta principal con Joseph. Supongo que debería haber comenzado a preocuparme cuando no había subido para ver de quien era el Porsche que estaba en la entrada. Es decir, no todos los días te encuentras delante de tu casa un coche como ese, por lo menos no delante de la mía.

Tal vez Joseph no había pensado en eso tampoco. Era viernes por la noche, después de todo. Los padres pueden beber whisky los fines de semana, bueno los que no fueran alcohólicos en recuperación, pero Joseph no sabía esa parte de la historia. Mientras mi padre actuara de forma normal, podría parecer como si no pasara nada.

Pero, por supuesto, nunca he tenido ese tipo de buena suerte.
— ¡Abejorro! —Dijo mi padre. Se tambaleó sobre sus pies y miró la puerta principal, donde estaba yo con Joseph. —No sabía que estabas en casa. ¿Qué es esto? —Entornó los ojos hacia Joseph. — ¿Un chico?
—Umm, papá, es Joseph Jonas —Le dije, tratando de mantener la calma. —Es un amigo mío.

—Un “amigo”... apuesto—. Él agarró la botella de whisky antes de caminar inestablemente hacia nosotros, con los ojos entrecerrados mirando a Joseph. — ¿Te divertiste con mi pequeña niña en el dormitorio?
—Claro que sí—. Dijo Joseph, claramente tratando de sonar inocente. — Estuvimos jugado al Scrabble. Su hija es muy buena con las palabras, señor.
— ¿Scrabble? No soy idiota. Eso debe ser un código nuevo, para el sexo oral —Gruño Papá.

Debí ponerme de color escarlata. ¿Cómo lo hizo? ¿Podía leer mi mente? No, por supuesto que no podía. No era más que un borracho haciendo acusaciones, y buscando culpables que sólo empeorarían las cosas. Así que me eche a reír como si fuera ridículo. Como si se
tratara de una broma. Wesley, siguió mi ejemplo.

—Claro, papá —Le dije. —Y la relación sexual es Yahtzee, ¿verdad?
— ¡No estoy de broma! —Gritó papá, moviendo la botella de whisky y derramando parte del contenido sobre la alfombra. Maravilloso. Yo tendría que limpiar aquello.
— Sé lo que pasa. He visto como se visten tus amigas Demi. Eso influye en ti. — no pude mantener la sonrisa por más tiempo.
—Mis amigas no son putas —Le susurré. —Estás borracho, y no sabes lo que estás diciendo. —Con un aumento de valentía, me adelante y le arrebaté la botella de su mano. —No puedes beber más—.

Por un instante, me sentí bien. Eso era lo que debería haber hecho desde el principio. Había cogido el toro por los cuernos. Sentí que podía arreglar las cosas.
—Tengo que irme —Dijo Joseph detrás de mí.

Empecé a darme la vuelta para despedirme, pero las palabras nunca salieron de mi boca. Sentí la botella cuando me cayó de la mano y escuche como se rompía en el suelo, a mi lado. Miré al suelo, por un segundo ya que no entendía lo que había sucedido. Entonces el dolor en mi sien me sorprendió. Era como si me hubiera golpeado con algo, algo duro, algo contundente, algo así como la palma de la mano de mi padre. Estire la mano y frote mi cabeza en estado de shock, apenas sintiendo el dolor. 

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