Tenía sólo catorce años cuando perdí mi virginidad
con Sterling Gaither. Él acababa de cumplir los dieciocho, y yo sabía
perfectamente que era demasiado mayor para mí. Todavía era una estudiante de
primer año de instituto y yo sólo quería tener novio. Quería gustar a alguien y
encajar. Sterling era un chico mayor con coche. En aquel momento,
pensaba que eso era perfecto. En los tres meses que estuvimos juntos, nunca
tuve una verdadera cita con Sterling
.Un par de veces nos enrollamos en las últimas filas
de un cine, pero nunca salimos a cenar, o a la bolera o a nada de eso. La mayoría
de las veces quedábamos a escondidas para que nuestros padres y su hermana, que
llegó a ser luego una de mis mejores amigas, no se enteraran de nuestra
relación.
De hecho, encontraba esa parte divertida y excitante. Era como un
romance prohibido...como Romeo y Julieta, que habíamos tenido que leer en clase
de inglés ese semestre. Nos acostamos varias veces, y aunque no disfrutaba
realmente del sexo, sí lo hacía de la sensación de cercanía, de conexión, era
reconfortante. Cuando Sterling me tocaba así, sabía que me quería. Sabía que el
sexo era algo bonito y apasionado, y tenía mis razones para estar con él.
Acostarse con Joseph Jonas era completamente diferente. Aunque definitivamente
sentía un mayor placer físico, la cercanía y el amor no existían. Cuando
terminaba me sentía sucia, como si hubiera hecho algo malo y vergonzoso, pero
al mismo tiempo, me sentía bien, viva, libre y salvaje. Mi mente se quedaba
completamente despejada, como si alguien hubiera apretado un botón. Sabía que
la euforia no duraría para siempre. Pero sentirme sucia, me servía para
marcharme rápido. -Guau- dijo Joseph.
Nos quedamos en la cama sólo unos minutos al
acabar, con unos treinta centímetros o más de espacio entre nuestros cuerpos.
-No me esperaba esto. ¡Dios!, siempre lo estropeaba cuando hablaba. Enfadada y
todavía aturdida por las repercusiones emocionales, me mofé. -¿Qué?,
¿avergonzado de haberte acostado conmigo? -No.- Me sorprendió lo serio que lo
dijo. -Nunca me he avergonzado de acostarme con alguien. El sexo es una
reacción química natural. Siempre sucede por una razón. ¿Quién soy yo para
decir quien disfruta compartiendo mi cama?- no me vio poner los ojos en blanco
mientras decía. -No, sólo significa que estoy sorprendido. Honestamente, creía
que me odiabas. -Realmente te odio- le aseguré,
apartando el edredón y levantándome para recoger mi ropa. -No debes odiarme
demasiado- dijo Joseph, rodando sobre su brazo para mirarme mientras me
vestía. -Si casi te tiras encima de mí. Normalmente, el odio no inspira esa clase
de pasión-.
Me puse la camiseta. -Créeme, Joseph, definitivamente te odio. Acabo de
utilizarte. Tú utilizas a la gente todo el tiempo, así que estoy segura de que
lo comprendes-. Me abroché los vaqueros y cogí la pinza con forma de caimán de
la mesita de noche. -Esto ha estado bien, pero si se lo dices a alguien, te
juro que te caparé, ¿entendido? -¿Por qué?- preguntó. -Tú reputación sólo
podría mejorar si se supiera que estuvimos juntos. -Eso quizás sea verdad
-admití. -Pero no deseo mejorar mi reputación, y menos de esta manera.
Entonces, ¿vas a mantener tu boca cerrada o tengo que buscar algo afilado? -Un
caballero se calla -dijo. -Tú no eres un caballero. -dije recogiéndome el pelo
con el prendedor. -Por eso estoy preocupada. Me miré en el espejo de la pared.
Y una vez que vi que parecía normal y no culpable, me giré para encarar a Joseph otra
vez.
-date prisa y ponte los pantalones .Tenemos que terminar esta estúpida
redacción. Faltaba poco para las siete de la tarde cuando Joseph
y yo terminamos la redacción de inglés, o por lo menos, terminamos el borrador.
Le hice prometer que me lo enviaría por correo electrónico para luego poder
redactarlo. -¿No te fías de mí? -preguntó, levantando una ceja mientras miraba
como me ponía los zapatos en el vestíbulo. -No me fío de ti para nada- dije.
-Salvo para acostarte conmigo. Tenía esa sonrisa que tanto odiaba. -¿Esto es
cosa de una noche, o te veré otra vez? Comencé a bufar, iba a decirle que
soñaba despierto si pensaba que iba a volver a pasar, pero entonces recordé que
tenía que volver a casa. El sobre manila probablemente estaría todavía en la
mesa de la cocina. -¿Demi?- preguntó Joseph. Sentí un temblor cuando me tocó el
hombro.
-¿Estás bien? Di un tirón para soltarme y me fui hacia la puerta. Casi
había conseguido salir cuando me giré hacia él y dije dudando: -ya veremos. -
Entonces bajé corriendo por las escaleras. -¡Demi!, ¡espera!. Me puse la chaqueta,
tratando de luchar contra el viento frío, y abrí la puerta de mi Saturn .
Estaba detrás de mí, gracias a Dios esta vez no me tocó. -¿Qué?- dije cuando me
senté en el asiento del piloto. -debo irme a casa. A casa, el último lugar al
que quería ir. El cielo del invierno ya se había puesto oscuro, pero todavía
podía ver los ojos grises de Joseph en la oscuridad. Eran exactamente del color del
cielo antes de una tormenta. Se agachó para ponerse a mi altura y me resultó
incómoda la manera en que me miraba. -No me has contestado la otra pregunta.
-
¿Qué pregunta? -¿Estás bien?- le miré enfadada, asumiendo que era como un grano
en el culo. Pero algo en sus ojos me hizo vacilar -No importa si estoy bien o
no -susurré. Arranqué mi coche y al cerrar la puerta le dije: - Adiós, Joseph.
Y me fui. Cuando llegué a casa, mi padre todavía estaba en su dormitorio.
Terminé de limpiar el salón, evité la cocina y me fui arriba a darme una ducha.
El agua caliente no quitó el sentimiento de suciedad que Joseph
había dejado en mi piel, pero me relajó algunos músculos que estaban tensos en
la espalda y en los hombros. Esperaba que la suciedad se fuera con el tiempo.
Acababa de envolverme con una toalla cuando empezó a sonar mi móvil en el
dormitorio, corrí a través del pasillo para contestar a tiempo. -Oye, D -
dijo Selena en
la oreja. -¿Qué has hecho con Joseph?
-¿Qué? -Estuvisteis haciendo la redacción de inglés
hoy, ¿no?. -pensaba que habíais quedado en tu casa. -oh,…sí, bueno. Al final
fui yo a la suya. Me esforcé mucho por no sonar culpable. - ¡Oh dios mío! ¿A la
mansión?- preguntó Selena -¡Qué suerte!. ¿Has estado en alguno de los
balcones? Vikki dijo que esa era una de las razones
por la que quería quedar con él otra vez.
La última vez fue en el asiento
trasero de su Porsche, pero tenía muchas ganas de ver el interior de su casa. -Selena,
¿esta conversación tiene alguna finalidad? -¡Ah!, sí -se rió. -Perdón. Sólo
quería asegurarme de que estabas bien. ¿Qué les había dado a todos por
preguntarme lo mismo esta noche? -Sé que le odias -continuó. -Quería asegurarme
de que tú estás bien… y de que él también. No apuñalarías al chico ¿verdad?
estoy totalmente en contra del asesinato de tíos buenos, pero si tengo que
ayudarte a enterrar el cuerpo, sabes que llevaré la pala. -Gracias, Selena -dije
-pero está vivo. No fue tan malo como esperaba. De hecho,…- casi le cuento todo
a Selena.
Que mi padre y mi madre se iban a divorciar y que en un momento de
desesperación había besado a Joseph
Jonas, otra vez. Y que ese beso se había convertido en
algo más, en mucho más. Cómo todo mi cuerpo se sentía sucio, pero al mismo
tiempo asombrosamente libre.
Tenía las palabras en la punta de la lengua, pero
no pude hacerlas salir. Todavía no, al menos. -De hecho... ¿qué, D? -preguntó,
sacándome de mis pensamientos. -Pues,… nada. Que tenía algunas ideas realmente
buenas para el trabajo.- Eso es. -Creo que es, una especie de friki de
Hawthorne. -Bien, eso es bueno. Sé cuánto te gustan los chicos inteligentes.
¿Admites que te gusta? Me quedé helada sin saber qué responder a eso, pero Selena
ya se estaba riendo. -No te enfades, era una broma .Me alegro que haya ido todo
bien. Estaba algo preocupada. Tenía el presentimiento de que algo malo iba a
suceder. Creo que me estoy volviendo una paranoica. -Probablemente.
-Tengo que
dejarte. Miley quiere que le llame para contarle todos los detalles
de mi cita con Harrison. Ella no lo entiende. De todos modos, te veré en el
colegio el lunes. -Bien. Adiós, Selena. -Adiós D. Colgué
el teléfono y lo puse en la mesita de noche, sintiéndome como una auténtica
mentirosa. Técnicamente, no había mentido; sólo me había callado…pero no
contarle lascosas a Selena era un pecado mortal. Especialmente
cuando siempre me había ayudado con mis problemas. Pero al final se lo diría.
Sobre lo de mis padres, primero necesitaba asimilarlo y luego Hablaría con ella
y con Miley.
Lo de Joseph…
¡Dios!, esperaba que nunca lo averiguaran. Me arrodillé a los pies de mi cama y
comencé a doblar la ropa limpia, como hacía cada noche. Era raro, pero no había
pensado mucho en el problema que tenía en casa. Odiaba Admitirlo, pero tenía
que darle las gracias definitivamente a Joseph por eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario