martes, 18 de septiembre de 2012

The Duff Capitulo 18 Jemi



Tenía sólo catorce años cuando perdí mi virginidad con Sterling Gaither. Él acababa de cumplir los dieciocho, y yo sabía perfectamente que era demasiado mayor para mí. Todavía era una estudiante de primer año de instituto y yo sólo quería tener novio. Quería gustar a alguien y encajar. Sterling era un chico mayor con coche. En aquel momento, pensaba que eso era perfecto. En los tres meses que estuvimos juntos, nunca tuve una verdadera cita con Sterling .Un par de veces nos enrollamos en las últimas filas de un cine, pero nunca salimos a cenar, o a la bolera o a nada de eso. La mayoría de las veces quedábamos a escondidas para que nuestros padres y su hermana, que llegó a ser luego una de mis mejores amigas, no se enteraran de nuestra relación.

 De hecho, encontraba esa parte divertida y excitante. Era como un romance prohibido...como Romeo y Julieta, que habíamos tenido que leer en clase de inglés ese semestre. Nos acostamos varias veces, y aunque no disfrutaba realmente del sexo, sí lo hacía de la sensación de cercanía, de conexión, era reconfortante. Cuando Sterling me tocaba así, sabía que me quería. Sabía que el sexo era algo bonito y apasionado, y tenía mis razones para estar con él. Acostarse con Joseph Jonas era completamente diferente. Aunque definitivamente sentía un mayor placer físico, la cercanía y el amor no existían. Cuando terminaba me sentía sucia, como si hubiera hecho algo malo y vergonzoso, pero al mismo tiempo, me sentía bien, viva, libre y salvaje. Mi mente se quedaba completamente despejada, como si alguien hubiera apretado un botón. Sabía que la euforia no duraría para siempre. Pero sentirme sucia, me servía para marcharme rápido. -Guau- dijo Joseph.

 Nos quedamos en la cama sólo unos minutos al acabar, con unos treinta centímetros o más de espacio entre nuestros cuerpos. -No me esperaba esto. ¡Dios!, siempre lo estropeaba cuando hablaba. Enfadada y todavía aturdida por las repercusiones emocionales, me mofé. -¿Qué?, ¿avergonzado de haberte acostado conmigo? -No.- Me sorprendió lo serio que lo dijo. -Nunca me he avergonzado de acostarme con alguien. El sexo es una reacción química natural. Siempre sucede por una razón. ¿Quién soy yo para decir quien disfruta compartiendo mi cama?- no me vio poner los ojos en blanco mientras decía. -No, sólo significa que estoy sorprendido. Honestamente, creía que  me odiabas. -Realmente te odio- le aseguré, apartando el edredón y levantándome para recoger mi ropa. -No debes odiarme demasiado- dijo Joseph, rodando sobre su brazo para mirarme mientras me vestía. -Si casi te tiras encima de mí. Normalmente, el odio no inspira esa clase de pasión-.

 Me puse la camiseta. -Créeme, Joseph, definitivamente te odio. Acabo de utilizarte. Tú utilizas a la gente todo el tiempo, así que estoy segura de que lo comprendes-. Me abroché los vaqueros y cogí la pinza con forma de caimán de la mesita de noche. -Esto ha estado bien, pero si se lo dices a alguien, te juro que te caparé, ¿entendido? -¿Por qué?- preguntó. -Tú reputación sólo podría mejorar si se supiera que estuvimos juntos. -Eso quizás sea verdad -admití. -Pero no deseo mejorar mi reputación, y menos de esta manera. Entonces, ¿vas a mantener tu boca cerrada o tengo que buscar algo afilado? -Un caballero se calla -dijo. -Tú no eres un caballero. -dije recogiéndome el pelo con el prendedor. -Por eso estoy preocupada. Me miré en el espejo de la pared. Y una vez que vi que parecía normal y no culpable, me giré para encarar a Joseph otra vez. 

-date prisa y ponte los pantalones .Tenemos que terminar esta estúpida redacción. Faltaba poco para las siete de la tarde cuando Joseph y yo terminamos la redacción de inglés, o por lo menos, terminamos el borrador. Le hice prometer que me lo enviaría por correo electrónico para luego poder redactarlo. -¿No te fías de mí? -preguntó, levantando una ceja mientras miraba como me ponía los zapatos en el vestíbulo. -No me fío de ti para nada- dije. -Salvo para acostarte conmigo. Tenía esa sonrisa que tanto odiaba. -¿Esto es cosa de una noche, o te veré otra vez? Comencé a bufar, iba a decirle que soñaba despierto si pensaba que iba a volver a pasar, pero entonces recordé que tenía que volver a casa. El sobre manila probablemente estaría todavía en la mesa de la cocina. -¿Demi?- preguntó Joseph. Sentí un temblor cuando me tocó el hombro. 

-¿Estás bien? Di un tirón para soltarme y me fui hacia la puerta. Casi había conseguido salir cuando me giré hacia él y dije dudando: -ya veremos. - Entonces bajé corriendo por las escaleras. -¡Demi!, ¡espera!. Me puse la chaqueta, tratando de luchar contra el viento frío, y abrí la puerta de mi Saturn . Estaba detrás de mí, gracias a Dios esta vez no me tocó. -¿Qué?- dije cuando me senté en el asiento del piloto. -debo irme a casa. A casa, el último lugar al que quería ir. El cielo del invierno ya se había puesto oscuro, pero todavía podía ver los ojos grises de Joseph en la oscuridad. Eran exactamente del color del cielo antes de una tormenta. Se agachó para ponerse a mi altura y me resultó incómoda la manera en que me miraba. -No me has contestado la otra pregunta. 

- ¿Qué pregunta? -¿Estás bien?- le miré enfadada, asumiendo que era como un grano en el culo. Pero algo en sus ojos me hizo vacilar -No importa si estoy bien o no -susurré. Arranqué mi coche y al cerrar la puerta le dije: - Adiós, Joseph. Y me fui. Cuando llegué a casa, mi padre todavía estaba en su dormitorio. Terminé de limpiar el salón, evité la cocina y me fui arriba a darme una ducha. El agua caliente no quitó el sentimiento de suciedad que Joseph había dejado en mi piel, pero me relajó algunos músculos que estaban tensos en la espalda y en los hombros. Esperaba que la suciedad se fuera con el tiempo. Acababa de envolverme con una toalla cuando empezó a sonar mi móvil en el dormitorio, corrí a través del pasillo para contestar a tiempo. -Oye, D - dijo Selena en la oreja. -¿Qué has hecho con Joseph? -¿Qué? -Estuvisteis haciendo la redacción de inglés hoy, ¿no?. -pensaba que habíais quedado en tu casa. -oh,…sí, bueno. Al final fui yo a la suya. Me esforcé mucho por no sonar culpable. - ¡Oh dios mío! ¿A la mansión?- preguntó Selena -¡Qué suerte!. ¿Has estado en alguno de los
balcones? Vikki dijo que esa era una de las razones por la que quería quedar con él otra vez. 

La última vez fue en el asiento trasero de su Porsche, pero tenía muchas ganas de ver el interior de su casa. -Selena, ¿esta conversación tiene alguna finalidad? -¡Ah!, sí -se rió. -Perdón. Sólo quería asegurarme de que estabas bien. ¿Qué les había dado a todos por preguntarme lo mismo esta noche? -Sé que le odias -continuó. -Quería asegurarme de que tú estás bien… y de que él también. No apuñalarías al chico ¿verdad? estoy totalmente en contra del asesinato de tíos buenos, pero si tengo que ayudarte a enterrar el cuerpo, sabes que llevaré la pala. -Gracias, Selena -dije -pero está vivo. No fue tan malo como esperaba. De hecho,…- casi le cuento todo a Selena. Que mi padre y mi madre se iban a divorciar y que en un momento de desesperación había besado a Joseph Jonas, otra vez. Y que ese beso se había convertido en algo más, en mucho más. Cómo todo mi cuerpo se sentía sucio, pero al mismo tiempo asombrosamente libre. 

Tenía las palabras en la punta de la lengua, pero no pude hacerlas salir. Todavía no, al menos. -De hecho... ¿qué, D? -preguntó, sacándome de mis pensamientos. -Pues,… nada. Que tenía algunas ideas realmente buenas para el trabajo.- Eso es. -Creo que es, una especie de friki de Hawthorne. -Bien, eso es bueno. Sé cuánto te gustan los chicos inteligentes. ¿Admites que te gusta? Me quedé helada sin saber qué responder a eso, pero Selena ya se estaba riendo. -No te enfades, era una broma .Me alegro que haya ido todo bien. Estaba algo preocupada. Tenía el presentimiento de que algo malo iba a suceder. Creo que me estoy volviendo una paranoica. -Probablemente.

 -Tengo que dejarte. Miley quiere que le llame para contarle todos los detalles de mi cita con Harrison. Ella no lo entiende. De todos modos, te veré en el colegio el lunes. -Bien. Adiós, Selena. -Adiós D. Colgué el teléfono y lo puse en la mesita de noche, sintiéndome como una auténtica mentirosa. Técnicamente, no había mentido; sólo me había callado…pero no contarle lascosas a Selena era un pecado mortal. Especialmente cuando siempre me había ayudado con mis problemas. Pero al final se lo diría. Sobre lo de mis padres, primero necesitaba asimilarlo y luego Hablaría con ella y con Miley. Lo de Joseph… ¡Dios!, esperaba que nunca lo averiguaran. Me arrodillé a los pies de mi cama y comencé a doblar la ropa limpia, como hacía cada noche. Era raro, pero no había pensado mucho en el problema que tenía en casa. Odiaba Admitirlo, pero tenía que darle las gracias definitivamente a Joseph por eso. 

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