viernes, 21 de septiembre de 2012

The Duff Capitulo 22 Jemi



Finalmente cerré el libro y reconocí mi derrota. Esto era enfermo. No debería estar pensando en Joseph. No debería estar besando a Joseph. No debería estar durmiendo con Joseph. Maldita sea, semanas antes habría pensado que hablar con él era horrible. Pero mientras más giraba en mi mundo, más atrayente se volvía. No me malentiendan, todavía lo odiaba con pasión. Su arrogancia me hacía querer gritar, pero su habilidad para me; aunque sólo sea temporalmente, de mis problemas lo dejaba en lo alto. Era mi droga. Estaba enferma. Aún más enferma era la forma en la que le mentí a Selena, sobre esto cuando me llamó a las cinco y media.

—Hola, ¿estás bien? Oh, Dios mío, no puedo creer que Sterling esté de vuelta. ¿Estás, como en estado de pánico? ¿Necesitas que vaya a tu casa?
—No —estaba nerviosa, todavía miraba el reloj cada pocos minutos—. Estoy bien.
—No te lo guardes, D —instó.
—No lo hago. Estoy bien.
—Voy para allá —dijo ella.
—No —dije rápidamente—. No lo hagas. No hay razón para ello.
Hubo silencio por un segundo, y cuando Selena habló de nuevo, sonaba un poco herida. — De acuerdo... pero, quiero decir, incluso si no hablamos acerca de Sterling, podríamos salir o cualquier cosa.
—No puedo —dije—. Yo, um... —Eran las cinco y treinta y tres. Aún había una hora para poder salir a lo de Joseph. Pero no le podía decir eso a Selena. Nunca. —Pienso que me voy
a ir a la cama temprano esta noche.
— ¿Qué?
—Me quedé despierta hasta muy tarde anoche viendo, u... una película. Estoy exhausta.
Ella sabía que estaba mintiendo. Era muy obvio. Pero no me cuestionó. En su lugar, sólo dijo: —Bueno... bien, supongo. ¿Pero quizás mañana? ¿O este fin de semana? En verdad necesitas hablar de ello, D. Aun cuando pienses que no lo necesitas. Sólo porque es el hermano de Miley...

Al menos ella pensó que estaba mintiendo para encubrir mis asuntos con Sterling. Prefería que pensara eso, que la verdad. Dios, era una amiga de mierda. Pero Joseph era algo acerca de lo que tenía que mentir. A todos.
Cuando finalmente se hicieron las seis y cuarenta y cinco, agarré mi suéter y corrí hacia abajo por las escaleras, sacando las llaves de mi bolsillo. Encontré a papá en la cocina, calentando en el microondas unas mini pizzas. Me sonrió mientras me colocaba mis guantes. —Oye, papá —dije—. Volveré más tarde.
— ¿A dónde vas, Abejorro?
Oh, uh, buena pregunta. Este era un problema que no había anticipado, pero cuando todo lo demás falla, di la verdad... o al menos parte de ella.
—Voy a la casa de Joseph Jonas. Estamos trabajando en un ensayo para inglés. No llegaré a casa tarde —Oh, por favor, pensé. No permitas que mis mejillas se sonrojen.
—De acuerdo —dijo papá—. Diviértete con Joseph.
Salí de la cocina antes de que mi cara ardiera en llamas. — ¡Adiós, papá! Casi corrí hasta mi coche y me resulto difícil cuando entré en la autopista. No iba a obtener mi primera multa por Joseph Jonas. El límite tenía que estar señalado en algún lugar.

Entonces de nuevo, ya había cruzado varios límites.
¿Qué estaba haciendo exactamente? Siempre me había burlado de las chicas que jodían con Joseph, y aun así, aquí estaba yo, volviéndome una de ellas. Me dije que había una diferencia. Esas chicas pensaban que tenían una oportunidad con Joseph; lo encontraban sexy y atrayente, lo que de una forma retorcida, supongo que lo era. Ellas pensaban que era un buen chico, que podían domarlo, pero yo sabía que era un imbécil. Sólo quería su cuerpo. Ninguna atadura. Nada de sentimientos. Sólo quería el subidon.
¿Eso me hacía una drogadicta y una prostituta?

Detuve mi coche en frente de la inmensa casa y decidí que mis razones eran justificadas. La gente con cáncer fumaba marihuana con prescripción médica; mi situación era muy similar. Si no usaba a Joseph para distraerme, me volvería loca, así que en realidad me
estaba salvando de la autodestrucción y una montaña de facturas por terapia.
Caminé por la acera y toqué el timbre. Un segundo después, el seguro sonó y el pomo giró. En el instante en que la sonriente cara de Joseph apareció en la puerta, supe que, a pesar de mi razonamiento, esto estaba mal.
Asqueroso. Enfermo. Poco saludable.
Y completamente estimulante. 

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