jueves, 6 de septiembre de 2012

Errores Del Ayer Cap 28



—Porque este es el lugar al que perteneces.
— ¿Qué te hace pensar eso?
—Que me amas.
— ¿Y?
Joe dudó.
—Te deseo. Eres la mujer más excitante y apasionada que he conocido. Hacemos buena pareja.
—Eso no es suficiente Demi se apartó de él y condujo a Satin hacia la verja que daba al pasto. Tras soltarlo, volvió junto a Joe con la visión borrosa a causa de las lágrimas.
—Quieres que me quede, pero sin compromisos, ¿no?
—Yo no he dicho eso.
—Entonces, ¿qué estás diciendo, Joe? —preguntó Demi con suavidad.
—Sabes que siento cariño por ti.
— ¿Pero?
Joe se frotó la parte trasera del cuello en un evidente esfuerzo por aliviar la tensión que sentía.
—Aún tengo que aclararme respecto a ciertas cosas.
Demi sintió un escalofrío.
—No soy tu ex esposa, Joe. No soy Nicole.
—Nunca he dicho que lo fueras.
Las lágrimas se derramaron incontrolablemente por las pálidas mejillas de Demi.
—No hacía falta que lo hicieras —respiró profundamente—. Cooper y yo nos iremos pasado mañana por la mañana, en cuanto acabe mi sesión con Satin.
Cuando se volvió, Joe alargó una mano para detenerla.
—Demi…
Ella se libró con delicadeza de su mano y se encaminó hacia la casa.
—No, Joe. No queda más que decir.
Demi  se estremeció en la soledad de su cama un momento antes de apartar la sábana. No podía soportar permanecer un minuto más tumbada mientras su mente y su cuerpo combatían con su corazón. Amaba a Joe y anhelaba sus caricias. Pero si él no podía creer en ella, no había base para una relación ni motivo para que siguiera en el Rocking M.

Descalza, bajó a la cocina. Raramente lloraba, pero sentía tal torbellino de emociones que no lograba parar. Tal vez, un vaso de leche la ayudaría a relajarse lo suficiente como para dormir un rato.
— ¿Qué sucede, hermanita? —preguntó Cooper, apoyado contra el marco de la puerta.
El dormitorio de su hermano daba a la cocina, y Demi no se sorprendió de verlo allí. Tenía el pelo revuelto, como si se hubiera pasado las manos por él varias veces, y el rostro demacrado a causa de la convalecencia.
— ¿Has vuelto a tener esa pesadilla? —preguntó.
Cooper asintió.
—Cada vez que cierro los ojos.
—El médico te dijo que aún pasaría un tiempo hasta que dejaras de revivir el accidente —Demi abrió la nevera—. ¿Quieres un poco de leche? Podría ayudarte a relajarte.
—No —Cooper se sentó en una de las sillas de la cocina—. Y tampoco te ayudará a ti.
—Puede que sí.
—La leche nunca ha servido y nunca servirá como sustituto de los brazos de un hombre.
— ¿Qué quieres decir? —preguntó Demi, sorprendida.
—No te hagas la tonta, hermanita. Tu habitación está justo encima de la mía. Esta es la primera noche que has dormido en ella desde que me dieron el alta.
—Oh… no me había dado cuenta… —Demi cerró la nevera sin sacar la leche.
Cooper se encogió de hombros.
—No tiene importancia. Eres una mujer adulta. Además, sé que tú y Jonas estáis enamorados.
Sin previa advertencia, las lágrimas volvieron a derramarse por las mejillas de Demi.
—Oh, Cooper, no sabes lo equivocado que estás.
A pesar de que aún no estaba totalmente recuperado de sus heridas, Cooper se acercó a ella y la rodeó con sus brazos.
— ¿Qué sucede, corazón?
—Nada. Todo —Demi no pudo controlar un sollozo—. Oh, Cooper, lo quiero tanto…
— ¿Y cuál es el problema?
—Él no me corresponde. De lo contrario, creería en mí.
Cooper se apartó para mirarla a los ojos.
—Sé que te quiere mucho. Lo he visto con mis propios ojos.
Demi asintió.
—Pero no confía en mí.
— ¿Por qué no nos sentamos y me cuentas de qué va todo esto? —Cooper la acompañó hasta la mesa—. Luego decidiré si voy a tener que dar una patada o no en el trasero a ese Joe Jonas.
Demi respiró profundamente y comenzó a hablar. Cuando terminó de contarle a su hermano todo lo relacionado con la ex esposa de Joe y lo que había hecho con Ryan, Cooper estaba moviendo la cabeza.
—No me extraña que Joe se muestre reacio a comprometerse con otra mujer. Yo sentiría lo mismo si una mujer me hiciera lo mismo —Cooper estrechó la fría mano de Jenna—. Dale un poco de tiempo, hermanita. Cuando asimile del todo la situación, estoy seguro de que nada se interpondrá entre vosotros.—¿Pero cuánto tardará?
—Un día, una semana, un mes. No lo sé —Cooper sonrió—. Pero no creo que tarde mucho. Por lo que me has contado, Joe no quiere que te vayas —su sonrisa se transformó en una risa—. Si yo estuviera tan colado por una mujer, movería cielo y tierra para conseguir que se quedara.
Demi se encogió de hombros.
—Tal vez tú sí, pero no estoy segura de que Joe lo hiciera.
—Yo sí —dijo Cooper con firmeza—. Encontrará un modo de impedir que te vayas. Confía en mí —se levantó de la silla y tiró suavemente de Demi para que hiciera lo mismo—. Y ahora ve a dormir un rato, hermanita. Si no lo haces, acabarás teniendo el mismo aspecto que yo.
— ¿Vas a estar bien? —preguntó Demi con una temblorosa sonrisa en los labios.
—Claro que sí —Cooper fue a entrar en su cuarto, pero se volvió antes de hacerlo—. Por cierto, ¿cómo se apellida Jed?
—Summers. ¿Por qué lo preguntas?
—Tengo la sensación de que no le caigo muy bien. Se va cada vez que trato de hablar con él. Sé que lo he visto antes en algún otro sitio, pero no logro recordar dónde.
—Probablemente lo viste cuando viniste a visitarme hace unas semanas. Y no te preocupes por su actitud poco amistosa. Tengo la sensación de que es un solitario.
—No creo —dijo Cooper, pensativo—. El día que vine, Jim aún estaba en el hospital y Tom y Jed tenían el día libre. El único al que conocí fue a Brad. Y ahora que lo menciono, ¿dónde está Brad esta noche? No lo he visto por aquí.
—Joe lo ha enviado a investigar otra empresa de productos cárnicos en la que piensa que podrían estar aceptando ganado robado —Demi bostezó—. Volverá mañana.
—Más vale que te vayas a la cama, hermanita.
Demi besó a su hermano en la mejilla.
—Gracias, Cooper.
—Todo saldrá bien. Espera y verás —Cooper rio mientras entraba en su dormitorio—. Y si es necesario, tu hermano mayor y su rifle se asegurarán de ello.
Para cuando Joe terminó su primera taza de café, aún sentía la cabeza como si fuera un bombo.
Sabía que no debía mezclarse el vino con el whisky, pero lo había hecho de todos modos. Y esa mañana tenía que pagar el precio.
El sonido del teléfono lo sobresaltó y pareció atravesarle directamente los tímpanos.
Descolgó el auricular rápidamente para que dejara de sonar.
—Rocking M —murmuró, malhumorado.
— ¿Joe? —Jed sonaba excitado—. Creo que será mejor que vengas cuanto antes a la cabaña del Circle S.
Instantáneamente alerta, Joe se irguió en el asiento.
— ¿Qué sucede?
—He atrapado a dos de los cuatreros.
Joe olvidó al instante su dolor de cabeza.
—¿Puedes retenerlos?
Jed rio.
—Eso creo. Los tengo atados de pies y manos.
—Enseguida voy.
Joe llamó de inmediato al sheriff Barlow para ponerlo al tanto de la situación y luego tomó su rifle. Cuando salía a ensillar su caballo se cruzó con Demi.
—¿Qué sucede? —preguntó ella, señalando el rifle.
—Jed acaba de llamar desde uno de los móviles. Ha atrapado a dos de los ladrones en la cabaña del Circle S —alzó una mano y deslizó con delicadeza el pulgar por las ojeras de Jenna. Quería decirle cuánto la había echado de menos la noche pasada, pero aquel no era el momento para hacerlo—. Tengo que irme enseguida. Hablaremos cuando regrese.
—Joe, no…
Él apoyó un dedo en sus labios.
—Cuando regrese, cariño.
Demi suspiró, resignada.
—De acuerdo.
Joe tomó a su caballo, lo ensilló, lo montó y se acercó a ella. Se inclinó y le dio un rápido beso.
—Resolveremos las cosas.

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