—Tu sentido del humor necesita algo de práctica,
entonces —sugirió Joseph—. La mayoría de las chicas encuentran mis bromas
divertidas.
—Esas chicas deben tener su coeficiente intelectual lo
suficientemente bajo como para caer.
Se echó a reír. Al parecer, yo era la divertida.
—Oye, tú nunca me dijiste por qué te enfadaste la
otra noche —dijo—. Estabas demasiado ocupada empujando tu lengua en mi
garganta. Entonces, ¿cuál era el problema? —Ninguno de tu...— empecé, pero me
detuve de repente— ¡Oye! no... No hubo lengua!
—Me recorrió un escalofrío de rabia, cuando me di
cuenta de su sonrisa traviesa—. ¡Hijo de puta! ¡Lárgate de aquí. Dios, ¿por qué
me acechas? Yo pensé que Joseph
Jonas no perseguía a las chicas. Pensé que ellas lo
perseguían a él, ¿verdad? —Tienes razón. Joseph Jonas no persigue a las
chicas, y no te estoy persiguiendo —dijo—. Estoy aquí esperando a mi hermana.
Ella está haciendo un examen del Sr. Rollins. Yo solamente te vi en la
cafetería y pensé…
— ¿Qué? ¿Pensaste en torturarme un poco más? —Apreté
mis puños—. Déjame sola. Ya me has hecho bastante.
— ¿Qué te he echo? —se preguntó, sonando un poco
sorprendido. No le respondí. No quería darle la satisfacción de saber que lo de
Duff me
molestaba a causa de él. Disfrutaba demasiado de ello.
En su lugar, salí corriendo hacia las puertas del
gimnasio tan rápido como pude. Esta vez no me siguió, gracias a Dios.
Me apresuré en entrar en el gimnasio azul y naranja
.¡Oh, Dios!. Los colores brillantes... Yo podía sentir el dolor de cabeza
acercándose...y me senté en las gradas más cercanas.
—¡Muy bien el ensayo , chicas! —Gritó Selena desde
el otro lado del gimnasio—. Bueno, el próximo partido de baloncesto es el
viernes. Las quiero a todas practicando el baile, y Vikki trabaja
las patadas altas. ¿De acuerdo? —El Escuadrón Skinny murmuró en un acuerdo general.
—Impresionante —dijo Selena—. Hasta luego, muchachas. ¡Vamos
Panteras!
— ¡Vamos Panteras! —Corearon las otras animadoras,
ya separadas. La mayoría de las chicas salieron corriendo hacia los vestuarios,
unas pocas se dirigieron a las puertas, charlando entusiasmadas con sus amigas.
Selena salto
sobre mí.
—Hola, D —dijo—, lo siento se nos fue el tiempo. ¿Te importa
si me cambio antes de salir de aquí? Me siento un poco sucia.
—No me importa —, murmuré.
— ¿Qué pasa? —Preguntó ella, sospechando
inmediatamente.
—Nada, Selena. Ve a cambiarte.
—Demi, qué puedo hacer…
—No quiero hablar de ello. —Yo no estaba de humor
para entrar en otro debate sobre Joseph con ella. Probablemente acabaría
defendiéndolo como la última vez. — Estoy bien, ¿de acuerdo? —Le dije,
suavizando mi voz—, un largo día. Dolor de cabeza. Selena aún
parecía escéptica cuando caminaba, bastante menos animada, hacia los
vestuarios.
Fantástico. Me sentía como una zorra total. Ella
sólo quería asegurarse de que yo estaba bien, y la alejé. No debería haberme
irritado con ella a causa de Joseph, aunque ella pensara que era un maldito príncipe.
Pero cuando salió del vestuario con su sudadera con
capucha y los pantalones vaqueros, su alegría habitual había vuelto. Ella se
acerco hasta donde estaba sentada con su mochila cargada en el hombro, con una
sonrisa pegada en su rostro impecable, sin problemas.
—A veces, no puedo creer la mierda se escucha en los
vestuarios —dijo. — ¿Estás lista para irnos, D?
—Claro —Recogí mis libros y comencé a caminar hacia
las puertas del gimnasio, con la esperanza de que Joseph no
estuviera al acecho en los pasillos. Selena debió haber notado mi ansiedad. Pude
ver la tensa mirada de preocupación en su rostro, pero ella no dejó que lo
notara esta vez. En cambio, dijo—, así que, de acuerdo, Vikki realmente
va a conseguir la reputación de ser una puta.
—Ella ya la tiene.
—Bueno, sí —Selena admitió—, pero está a punto de
empeorar. Ella está saliendo con un jugador de fútbol junior, ya sabes, como se
llame, pero ella le dijo a un tipo de la escuela Oak Hill que quería llevarle a
la Fiesta del Baloncesto. No sé por qué se hace estas cosas así misma. Tú, Smiley,
y yo tendremos asientos en la primera fila para el drama, cuando llegue la
noche. Por cierto, ¿qué te pondrás para salir?
—Nada.
—Caliente, pero dudo que te dejen entrar desnuda, D. —
Estábamos caminando por el laberinto de mesas en la cafetería para llegar hacia
el estacionamiento.
—No. Me refiero a que Miley y yo no vamos a ir a la Fiesta —,
dije.
—Por supuesto que sí, —protestó Selena.
Negué con la cabeza. Selena está
castigada. Yo le prometí que iba a ir y que veríamos unas películas para
chicas.
Selena
me miró atónita mientras se abrió paso entre la puerta azul y entró al frío
estacionamiento de estudiantes. — ¿Qué? Pero si a mil le
encanta la Fiesta del Baloncesto. Es su favorita después de la Fiesta del
Fútbol.
Sonreí un poco, a pesar de mí misma. — Y Sadie
Hawkins.
Sadie Hawkins: baile de la escuela secundaria,
donde las chicas invitan a los chicos.
— ¿Por qué no sabía yo esto? El baile de bienvenida
está cerca. ¿Por qué nadie me lo dijo?
Me encogí de hombros. — Lo siento. Yo ni siquiera
había pensado en ello. Y creo que Miley sigue estando batida. No quiere
hablar de no poder ir.
—Pero…pero ¿con quién voy a ir al baile ahora?
—Um, un chico —sugerí—, Selena,
no es que sea difícil que tú puedas conseguir una cita — .Cogí las llaves del
coche de mi bolsillo trasero y abrí las puertas de mi Saturn.
—Bien, ¿quién demonios quiere ir con una gorda
peluda?
—Tú no eres eso.
Se subió en el asiento del copiloto y se envolvió en
la manta que Miley había usado un par de noches antes. —Maldita sea, D. Tú,
realmente, necesitas conseguir una calefacción de mierda.
—Y tú necesitas, realmente, conseguir tu propio
coche.
Ella cambió de tema. —Está bien, de vuelta al baile.
Si vosotras dos no van... ¿se molestarían si les estropeo la fiesta de
películas? Podría ser una noche de chicas. No hemos hecho una desde hace mucho
tiempo.
A pesar de mi estado de ánimo de mierda, le sonreí. Selena
estaba en lo cierto. Nosotras no habíamos tenido una noche de películas juntas
en mucho tiempo, y sería agradable pasar el rato sin el drama de los chicos o
música tecno fuerte. Por una vez, en realidad podríamos divertirnos en la noche
de viernes.
Así que, bajé el volumen de mi auto radio y le dije:
—Una semana, a partir del viernes, es una cita.
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