sábado, 22 de septiembre de 2012

The Duff Capitulo 24 Jemi


Todo mi cuerpo parecía ser consciente de sus ojos en mí otra vez. Antes de que el pudiera decir nada, me paré y camine a la puerta del cuarto. —Escucha, —digo, girando el pomo de la puerta—. Me tengo que ir, pero estaba pensando que deberíamos hacerlo de nuevo—. Como una aventura, tal vez. Puramente físico. ¿Sin ataduras? — No puedes tener suficiente de mí, ¿verdad? —Preguntó Joseph, se extendió sobre la espalda de nuevo con una sonrisa—. Eso suena muy bien para mí, pero si soy tan fantástico, deberías correr la voz con tus amigas. Dices que las adoras, por lo que deberías permitirles experimentar el mismo placer alucinante... tal vez al mismo tiempo. 

Es lo correcto. Le fruncí el ceño—. Cuando pienso que tal vez tienes alma, dices mierdas como esa. — La puerta dio un vuelco a la pared cuando la abrí. Me marché por la escalera y grité—, ¡Saldré por mi propia cuenta! — ¡Nos vemos pronto Duffy! Que pendejo. Mi padre no parecía darse cuenta de lo que la rodeaba. Creo que su modo de padre sospechoso estaba defectuoso o algo, porque apenas me interrogó cuando me salí de la casa para ir a ver a Joseph más y más esa semana. Y cualquier papa cuerdo se hubiese alertado cuando su hija usara la excusa de “trabajando en un artículo” dos veces seguidas, ¿pero cuatro veces en una semana? ¿Realmente pensaba que me tomaría tanto tiempo escribir ese estúpido ensayo? ¿No estaba preocupado de que estuviese haciendo exactamente lo que estaba haciendo? Aparentemente no. Cada vez que salía de la casa, el solo decía—, Pásala bien, abejorro. Pero creo que el despiste debe haber estado en el aire.

 Hasta Selena, quien me ha estado observando como un halcón desde que Sterling llegó a la ciudad, no había captado nada entre Joseph y yo. Nada más que sus bromas usuales acerca de mi pasión secreta por él, eso es todo. Por supuesto, estaba haciendo todo lo posible para ocultar la evidencia, pero más de una vez, estaba segura que me iba a agarrar. Como el sábado en la tarde cuando estábamos en mi cuarto arreglándonos para ir a Nest. En realidad, Selena era la única que se estaba arreglando. La mayoría del tiempo yo estaba sentada en mi cama simplemente y veía como ella posaba en frente al espejo. Habíamos hecho eso un montón de veces, pero con Miley todavía aferrada a su hermano cada sencillo momento, el cuarto se sentía raramente vació. Casi extraño. 

Miley era muy diferente de nosotras dos. Me refiero, Selena y yo éramos opuestas pero Miley era de un planeta totalmente diferente. Ella era un constante rayo de luz. El vaso medio lleno. Ella mantenía nuestro balance con una gran sonrisa y una cándida inocencia que siempre nos asombraba. Mientras algunas veces se sentía como que Sel y yo

habíamos visto mucho del mundo, Miley era, de muchas maneras, una niña. Virginal. Siempre llena de preguntas. Ella era nuestro sol y Selena y yo estábamos en una especie de oscuridad sin ella. Me preguntaba cuantos días mas estaría Sterling en la ciudad cuando Selena se volteó a verme, aparentemente decidiendo si le gustaba sus apretados jeans purpuras después de todo. (Estoy feliz de que lo hiciera porque yo pensaba que eran horribles.)— Sabes, D, estas lidiando con todo esta cuestión de Sterling mucho mejor de lo que esperaba, —dijo ella. 

—Gracias… creo. ―Bien, supuse que cuando Sterling volviera a Hamilton con su prometida, estarías espantada. Yo apostaba por lágrimas, llamadas de medianoche y algunas crisis nerviosas de las viejas. Pero en su lugar, has estado totalmente normal.. O, tú sabes, tan normal como Demetria Lovato puede estar. —Me retracto de las gracias. —De verdad—. Ella cruzó el cuarto y se sentó cerca de mí—. ¿Estas lidiando bien con esto? Te has quejado muy poco, lo cual es preocupante porque tú te quejas de todo. —No lo hago, —protesté. —Lo que tú digas. Puse los ojos en blanco—. 

Para tu información, he encontrado una manera de sacármelo de la cabeza, pero se arruina cuando sigues hablando de eso, Selena—. Le di un codazo—. Estoy empezando a creer quieres que llore. —Eso al menos me probaría que no lo estas reteniendo. Selena, —clamé. 

—No estoy jugando D, —dijo ella—. Ese tipo de verdad te arruinó. Estabas llorando, gimoteando, en un desastre de pánico después de lo que hizo, y se que es difícil porque hemos tenido que ocultarlo de Miley, pero necesitas manejarlo de algún modo. No quiero pasar por esa mierda otra vez. Selena, estoy bien, —le aseguré—. Realmente he encontrado una manera de liberar el estrés, ¿bien? — ¿Qué cosa? Oh, mierda. ―¿Que cosa de que?  

Selena me vió con el ceño fruncido―. Obvio. Tu manera de liberar el estress. ¿Qué estas hacienda? ―Um… simplemente cosas. ―¿Has estado ejercitándote? ―pregunta ella―. No te avergüences si es así. Mi mamá hace cardios cuando esta molesta. Ella dice que ayuda a canalizar su energía negativa…lo que sea que eso signifique. ¿Entonces que estas haciendo? ¿Te estas ejercitando? —Um… se podría decir. Maldición. Mis mejillas definitivamente estaban ardiendo. Me aparte de lla, examinando los vellos detrás de mi brazo.

 —¿Cardio? — Mmm… ujum. Pero milgarosamente, ella no notó que mi cara estaba en llamas. —Genial. Sabes, estos pantalones son una talla mayor de los que compro usualmente. Tal vez deberíamos ejercitar juntas. Podría ser divertido. —No lo creo. —Antes de que pudiera discutirlo o ver el color escarlata de mis mejillas, me puse de pie y dije—, tengo que ir a cepillarme los dientes otra vez. Luego me iré, ¿bien? Y Salí del cuarto. Cuando regrese unos minutos después, estuve forzada a mentir otra vez. — ¿Quieres quedarte aquí esta noche? —Preguntó Demi mientras escrespaba su pelo corto en el espejo—. Mamá dice que va a ir a una despedida de soltera de una compañera de trabajo, así que solo seriamos nosotras… y un poco de las películas de James McAvoy si quieres. Miley estará triste si se lo pierde, pero… —No puedo esta noche, Selena. 

— ¿Por qué no? —ella sonó dolida. La verdad era que tenía planes de ver a Joseph cerca de las once esa noche, pero obviamente no podía ser honesta. Pero no podía mentir tampoco. Me refiero, las mentiras eran siempre jodidamente transparentes. Asi que hice en lo que me estaba convirtiendo cada vez y cada vez mejor en estos días. Lo oculte. —Tengo planes. — ¿Después de que salgamos de Nest? —Sí, Lo siento. Selena  se volteo del espejo y me quedo viendo por un largo momento. Finalmente, me dijo—, has estado muy ocupada últimamente, sabes. Ya no quieres hacer muchas cosas conmigo. —Voy a salir contigo esta noche, ¿no? —pregunté. —Si, supongo, pero… no lo se—.

 Ella se volteó y examinó su reflejo una última vez—. Olvidalo. Vamonos. Dios, odio ser deshonesta con Selena. Especialmente porque ella claramente sabia que sucedía algo, incluso aunque ella no lo adivinara todavía. Pero iba a hacer todo lo que estuviera en mi poder para mantener el asunto de Joseph es secreto. Y, por supuesto, Joseph actuaba totalmente casual acerca de todo. En público, nos tratamos el uno al otro con la sarcástica indiferencia de 

siempre. Lo insultaba, le daba miradas asesinas, y lo maldecía en secreto cuando actuaba como un cerdo (no es que tenga que actuar). Nadie habría adivinado que éramos diferentes detrás de puertas cerradas. Nadie podría decir que estaba contando los minutos hasta que nos encontramos en las escaleras de su porche. Nadie excepto Robert. ―El te gusta, ―el barman bromeó cuando Joseph, después de soportar una diatriba verbal de su servidora, se fue a bailar con una atractiva cabeza hueca—.

 Y creo que también le gustas. Ustedes tienen algo. —Estas demente, —dije, sorbiendo mi refresco de cereza. —Te lo he dicho un millón de veces, Demi, y te lo diré otra vez. Eres una mala mentirosa. — ¡Yo no tocaría a ese cretino ni con un palo de tres metros! — ¿Mi voz transmitía suficiente disgusto?— ¿Realmente piensas que soy tan idiota Robert? El es arrogante, y duerme con todo lo que pueda tener sus sucias manos. La mayoría del tiempo, quisiera sacarle los ojos. ¿Cómo podría gustarme? El es un asno. —Y las mujeres aman los asnos. Esa es la razón por la que no consigo una cita. Soy demasiado bueno.

 —O muy peludo, —ofrecí—. Tome mi último sorbo de mi refresco de cereza y empujé el vaso hacia él—. Aféitate esa barba de Moisés y quizás tengas mejor suerte. Las mujeres no quieren besar alfombras, sabes. —Estas tratando de cambiar la conversación, —señaló Robert—. Eso solo prueba que tu y el Sr. Asno tienen algo. —Cállate. Solo cállate, Robert. — ¿Entonces tengo razón? —No, —dije—. Solo que realmente, realmente me estas sacando de quicio. Bien, definitivamente tenia que encontrar una manera de evitar el Nest por unas pocas semanas… o, mejor todavía, para siempre.

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