— ¿Qué diablos haces tú aquí? —preguntó Jed.
—Cooper ha recordado por fin por qué le resultabas familiar Demi
se encogió de hombros—. Al parecer, cuando bebes te vuelves muy hablador.
Jed soltó un juramento brutal.
—Debería haber muerto.
Demi entrecerró los ojos.
—¿Qué quieres decir?
—Os vi hablando junto al arroyo el día que fue a visitarte, pero
vosotros no me visteis a mí. Después de haber abierto el pico en el bar, supuse
que debía cubrirme las espaldas. De manera que hice algunas averiguaciones y me
enteré de que el primer toro que le había tocado montar a tu hermano era The Shredder. La mañana siguiente al
incendio, entré en su camioneta, le robé el chaleco protector y saboteé su
equipo —movió la cabeza—. Si esa correa se hubiera roto un salto antes…
Demi ya había tenido
suficiente. El toro que había mencionado Jed era famoso por su agresividad, y
Jed ya había dicho que tenía intención de matar a Cooper.
—Tira el rifle o juro por Dios que te disparo.
Jed rio despectivamente.
—Esa es una pistola muy grande para una señorita. Hace falta
mucho valor para apretar el gatillo, y no creo que…
Demi apuntó al sombrero
de Jed y disparó.
El sombrero cayó a varios metros de distancia.
— ¡Maldita sea! ¡Vuelve a hacer eso y mato a Joe! Esto es algo
entre él y yo.
—Ya no —dijo Demi, furiosa—. También intentaste librarte de mí
cortando la cincha de la silla. Luego fuiste por mi hermano. Así que esto
también es asunto mío.
—Suponía que meterías el rabo entre las piernas y saldrías
corriendo —dijo Jed en tono despectivo—. Después de todos mis intentos,
deberías haber captado el mensaje.
—No me asusto fácilmente. Y tampoco me da miedo disparar. Ya te
lo he demostrado. Y ahora, deja caer el rifle.
— ¡Antes dispararé a Joe!
—Aún no he firmado la escritura —dijo Joe—. Tu plan no
funcionará a menos que lo haga.
—¡Firma!
—No.
Con los ojos desorbitados, Jed volvió el rifle hacia Demi.
—¡Firma o le pego un tiro a ella!
Demi ya estaba apuntando al rifle que Jed sostenía en la mano, y
en cuanto vio que lo apartaba de Joe, volvió a disparar.
La bala rozó la mano de Jed, que dio un grito, soltó el rifle y
cayó de rodillas. Sujetándose la mano, miró a Demi.
— ¡Lo has estropeado todo!
—Vigílalo —dijo Joe mientras se agachaba a recoger los rifles.
Los dejó apoyados en la pared de la cabaña y luego tomó su lazo de la silla del
caballo.
— ¿Por qué, Jed? —preguntó tras atarlo firmemente—. ¿Por qué has
hecho todo esto?
Jed le lanzó una mirada llena de odio.
—Tú y tu maldita familia me robasteis lo que era mío por
derecho. Yo debería ser el dueño del Circle S, no tú.
—Tu padre vendió esta tierra hace veinticinco años —le recordó Joe—.
Cuando le notificaron que habías sido dado por desaparecido en Vietnam se deprimió
profundamente y no fue capaz de seguir adelante.
—Y vosotros los Jonas estabais listos para aprovecharos de su
desgracia —Jed contrajo el rostro en una mueca de profundo desagrado—. No
teníais bastante con vuestra tierra. También tuvisteis que quedaros con la mía.
Joe negó con la cabeza.
—Tu padre nos ofreció el Circle S antes que a nadie porque
bordea la parte norte del Rocking M. Pagamos un precio justo por él.
Jed rio histéricamente.
—Para cuando volví a los Estados Unidos se había matado
bebiéndose todo el dinero y yo me quedé sin nada.
—Si te sentías así, ¿por qué empezaste a trabajar para los Jonas?
—Preguntó Demi—. No puedes culparlos a ellos por algo que hizo tu padre.
Jed volvió su rabiosa mirada hacia Demi.
—Quería recuperar mi rancho.
— ¿Pero por qué ahora? —Preguntó Joe—. ¿Por qué has esperado
todo este tiempo?
—Todos los Jonas habéis hecho algo para que el Rocking M crezca —espetó
Jed—. Cuando recuperaste a ese mocoso tuyo, no pude soportar ver cómo crecía
para acabar quedándose con todo. Entonces supe con certeza que nunca
recuperaría mis tierras.
— ¿Por qué no intentaste comprarlas? —preguntó Demi.
Joe notó que algo se quebraba dentro de Jed y este empezó a
balbucear incoherentemente. El hombre había dejado que años de enfado y
resentimiento desembocaran en un afán de venganza totalmente enloquecido.
Apartó a Demi para no correr riesgos.
—Vamos a esperar aquí —dijo, y la llevó junto a la cabaña.
Las manos de Demi temblaban tanto que parecía que iba a dejar
caer en cualquier momento la pistola que sostenía.
— ¿De dónde has sacado eso? —Joe la retiró con cuidado de sus
manos y la dejó junto a los rifles—. Parece un cañón.
—Cuando empecé a viajar sola, Cooper me la compró y me enseñó a
dispararla. Recuerdo que dijo que probablemente nunca me haría falta
utilizarla; solo con enseñarla disuadiría a cualquiera que quisiera molestarme.
Se estremeció y Joe pasó un brazo por sus hombros mientras el
sonido de unas sirenas distantes llegaba hasta ellos. Jed tenía razón. Hacía
falta mucho valor para apuntar a alguien y disparar.
—No sabes cuánto me alegro de que hayas venido, cariño —Joe la
besó en la frente y la estrechó con fuerza—. Empezaba a pensar que había visto
mi último amanecer.
Ya había oscurecido cuando Joe llamó a Whiskers para decirle que
ya podía volver al rancho con Ryan.
— ¿Dices que esa pequeña te salvó el trasero? —Whiskers soltó
una carcajada de satisfacción—. ¿No te había dicho que era una chica estupenda?
Joe sonrió.
—Sí.
—Supongo que ahora vas a echarle el lazo, ¿no?
Joe miró el collar en la repisa.
—Estoy pensando en ello.
—Serás tonto si no lo intentas —la voz de Whiskers sonó
sospechosamente temblorosa a través del teléfono—. Me he acostumbrado a tenerla
en el rancho.
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