Diez minutos más tarde, el Porsche llego a la
entrada de mi casa. Agarré mis cosas y alcancé la manilla de la puerta.
—Gracias por el viaje. —Le miré por encima del
hombro viendo que Joseph seguía enfurruñado.
—Bueno, maldita sea ¿Por qué no? Puedes entrar si
quieres. Mi padre no ha llegado a casa todavía. —.
Joseph me
sonrió mientras apagaba el motor.
—Eres una niña sucia de mente, Duffy.
Parece que estás tratando de corromperme.
—Tú eras más que corrupto —Le aseguré.
Nos bajamos del coche y caminamos hasta la puerta.
Saqué las llaves de mi bolso y abrí la puerta de entrada, dejé pasar a Joseph
delante de mí. Observó la habitación.
Debe de haber estado comparándola con su casi
mansión. Obviamente no hay comparación. Yo ni siquiera vivo en un adosado como Miley.
—Me gusta —Dijo Joseph. Volvió a mirarme —Es muy acogedor.
—Eso está bien ya que es pequeño, ¿no?
—No. Lo digo en serio. Es cómodo. Mi casa es
demasiado grande, incluso para cuatro personas, ya que soy el único la mayoría
del tiempo, me gusta más la tuya. Acogedora, como he dicho.
—Gracias—. Me sentí halagada. No es que me importara
lo que pensara.
— ¿Dónde está tu habitación? — Preguntó, guiñándome
un ojo.
—Sabía que lo ibas a preguntar. Ahora, ¿quién esta
corrompiendo a quien? Le cogí por el codo y lo llevé por las escaleras.
—Aquí mismo—.Dije haciendo un gesto a la primera
puerta. —Te advierto, es del tamaño de una caja de Cracker Jack*.
Abrió la puerta y observó el interior. Entonces me
miró con esa familiar sonrisa.
—Vamos a tener suficiente espacio.
—¿Espacio suficiente para qué?
Antes de que supiera lo que estaba sucediendo, Joseph
me agarró por las caderas y me empujó hacia mi dormitorio. Con el pie cerró la
puerta detrás de nosotros, me hizo girar y me apoyó contra la pared, donde
comenzó a besarme con tanta fuerza que pensé que mi cabeza podía estallar. Me
sorprendió que no me importara nada, le abracé y le devolví el beso.
Él apretó con más fuerza mi cintura y bajó mis
vaqueros tan bajo como pudo sin desabrocharlos. Luego deslizó sus manos debajo
de mi ropa interior y frotó los dedos a lo largo de mi calor, hormigueo en la
piel. Después de unos minutos, dejo de besarme.
—Demi, ¿te puedo preguntar algo?
—No—le dije rápidamente. —No voy a hacerte una
mamada. Sólo pensarlo me parece repugnante y degradante y... Nunca.
—A pesar de que es un poco decepcionante—Dijo Joseph
—No era en lo que estaba pensando.
—Oh—. Eso fue un poco embarazoso. —Bueno, ¿entonces
qué?
Soltó mi pantalón y puso mis manos suavemente en mis
hombros.
— ¿Qué va a pasar a partir de ahora?
— ¿Perdona?
—Sé que tu ex-novio salió de la ciudad hace unas
semanas —Dijo. —Pero hay todavía algo que te molesta. Me gustaría creer que
sólo soy yo, no puedes conseguir suficiente de mí. ¿De qué estás huyendo, Demi?
—De nada.
—No mientas.
—Es asunto mío, ¿de acuerdo?
Me aparté y coloqué mis vaqueros.
Automáticamente, me arrodillé junto a la pila de
ropa limpia, a los pies de mi cama y comencé a doblarla.
—Vamos simplemente a hablar de otra cosa.
Joseph se
sentó en el suelo a mi lado.
—Bien —Dijo. Me di cuenta de que estaba poniendo la
pose de ser paciente hasta que yo le contara.
Me habló como se habla a los niños pequeños.
Demasiado malo para él. No iba a suceder. Él era mi juguete sexual, después de
todo, no mi psiquiatra.
Hablamos de las clases mientras yo seguía con la
ropa. Cuando estaba el montón ordenado, me levante y me senté en mi cama.
— ¿No vas a guardarla? —Preguntó Joseph.
—No—Dije.
—Entonces, ¿por qué la doblas?
Suspiré y me tumbe dejando mis Converse fuera de la
cama.
—No sé—Admití, con la cabeza sobre la almohada y
mirando al techo. —Creo que es un hábito o lo que sea. Doblar la ropa todas las
noches, me hace sentir mejor. Es relajante y me despeja la cabeza. Luego a la
mañana siguiente, me gusta buscar en el montón lo que voy a ponerme. Es como
algo cíclico—.
Mi cama crujió cuando Joseph se subió encima de mí, se puso entre
mis rodillas.
—Sabes —Dijo, mirándome— Eso es muy extraño. Pareces
una Neurótica, la verdad.
— ¿Yo? — Me reí. —Tú eres el que está tratando de conseguir
mis pantalones de nuevo, al igual que hace diez segundos después de un intento
fallido .Yo diría que los dos estamos algo locos.
—Cierto.
Empezamos a besarnos de nuevo. Esta vez sus manos se
movieron hasta la camisa y desabrochó mi sujetador. No había mucho espacio en
mi pequeña cama individual, pero Joseph se las arregló para conseguir sacar
mi sujetador y desabrochar mis vaqueros. Empecé a deshacerme de sus pantalones,
también, pero me detuvo.
—No—Dijo, moviendo la mano. —No estarás de acuerdo
con las mamadas, pero ten seguro de que voy a disfrutar de ello.
Abrí la boca para discutir, pero la cerré
rápidamente cuando comenzó a besar mí estómago. Sus manos comenzaron a quitarme
los vaqueros y la ropa .Los bajó hacia las rodillas, hizo una pausa breve para
entretenerse en el lugar delicado de encima de mi cadera, haciendo que me saliera una risa idiota. Sus
labios se movían más abajo me sorprendió la rapidez con la que se encaminaba a
su destino final.
Yo había oído a Vikki hablar de ello e incluso a Selena sobre
como se lo habían hecho sus novios y lo bien que se sentía. Yo había oído
hablar, pero no me lo creía. Sterling
y yo nunca lo habíamos hecho y yo siempre asumí que
era extraño.
Fue un poco raro al principio.
Era extraño, pero bueno. Sucio, malo, increíble. Mis
dedos agarraron las sabanas con fuerza y mis rodillas temblaron. Sentía cosas
que nunca había sentido antes. —Ah, oh... — Jadee por el placer y la sorpresa
—Oh, mierda.
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