sábado, 29 de septiembre de 2012

The Duff Capitulo 37 Jemi



Diez minutos más tarde, el Porsche llego a la entrada de mi casa. Agarré mis cosas y alcancé la manilla de la puerta.
—Gracias por el viaje. —Le miré por encima del hombro viendo que Joseph seguía enfurruñado.
—Bueno, maldita sea ¿Por qué no? Puedes entrar si quieres. Mi padre no ha llegado a casa todavía. —.
Joseph me sonrió mientras apagaba el motor.
—Eres una niña sucia de mente, Duffy. Parece que estás tratando de corromperme.
—Tú eras más que corrupto —Le aseguré.
Nos bajamos del coche y caminamos hasta la puerta. Saqué las llaves de mi bolso y abrí la puerta de entrada, dejé pasar a Joseph delante de mí. Observó la habitación.

Debe de haber estado comparándola con su casi mansión. Obviamente no hay comparación. Yo ni siquiera vivo en un adosado como Miley.
—Me gusta —Dijo Joseph. Volvió a mirarme —Es muy acogedor.
—Eso está bien ya que es pequeño, ¿no?
—No. Lo digo en serio. Es cómodo. Mi casa es demasiado grande, incluso para cuatro personas, ya que soy el único la mayoría del tiempo, me gusta más la tuya. Acogedora, como he dicho.

—Gracias—. Me sentí halagada. No es que me importara lo que pensara.
— ¿Dónde está tu habitación? — Preguntó, guiñándome un ojo.
—Sabía que lo ibas a preguntar. Ahora, ¿quién esta corrompiendo a quien? Le cogí por el codo y lo llevé por las escaleras.
—Aquí mismo—.Dije haciendo un gesto a la primera puerta. —Te advierto, es del tamaño de una caja de Cracker Jack*.
Abrió la puerta y observó el interior. Entonces me miró con esa familiar sonrisa.
—Vamos a tener suficiente espacio.
—¿Espacio suficiente para qué?

Antes de que supiera lo que estaba sucediendo, Joseph me agarró por las caderas y me empujó hacia mi dormitorio. Con el pie cerró la puerta detrás de nosotros, me hizo girar y me apoyó contra la pared, donde comenzó a besarme con tanta fuerza que pensé que mi cabeza podía estallar. Me sorprendió que no me importara nada, le abracé y le devolví el beso.

Él apretó con más fuerza mi cintura y bajó mis vaqueros tan bajo como pudo sin desabrocharlos. Luego deslizó sus manos debajo de mi ropa interior y frotó los dedos a lo largo de mi calor, hormigueo en la piel. Después de unos minutos, dejo de besarme.
Demi, ¿te puedo preguntar algo?
—No—le dije rápidamente. —No voy a hacerte una mamada. Sólo pensarlo me parece repugnante y degradante y... Nunca.
—A pesar de que es un poco decepcionante—Dijo Joseph —No era en lo que estaba pensando.
—Oh—. Eso fue un poco embarazoso. —Bueno, ¿entonces qué?
Soltó mi pantalón y puso mis manos suavemente en mis hombros.
— ¿Qué va a pasar a partir de ahora?
— ¿Perdona?

—Sé que tu ex-novio salió de la ciudad hace unas semanas —Dijo. —Pero hay todavía algo que te molesta. Me gustaría creer que sólo soy yo, no puedes conseguir suficiente de mí. ¿De qué estás huyendo, Demi?
—De nada.
—No mientas.
—Es asunto mío, ¿de acuerdo?
Me aparté y coloqué mis vaqueros.
Automáticamente, me arrodillé junto a la pila de ropa limpia, a los pies de mi cama y comencé a doblarla.
—Vamos simplemente a hablar de otra cosa.
Joseph se sentó en el suelo a mi lado.
—Bien —Dijo. Me di cuenta de que estaba poniendo la pose de ser paciente hasta que yo le contara.

Me habló como se habla a los niños pequeños. Demasiado malo para él. No iba a suceder. Él era mi juguete sexual, después de todo, no mi psiquiatra.
Hablamos de las clases mientras yo seguía con la ropa. Cuando estaba el montón ordenado, me levante y me senté en mi cama.
— ¿No vas a guardarla? —Preguntó Joseph.
—No—Dije.

—Entonces, ¿por qué la doblas?
Suspiré y me tumbe dejando mis Converse fuera de la cama.
—No sé—Admití, con la cabeza sobre la almohada y mirando al techo. —Creo que es un hábito o lo que sea. Doblar la ropa todas las noches, me hace sentir mejor. Es relajante y me despeja la cabeza. Luego a la mañana siguiente, me gusta buscar en el montón lo que voy a ponerme. Es como algo cíclico—.
Mi cama crujió cuando Joseph se subió encima de mí, se puso entre mis rodillas.
—Sabes —Dijo, mirándome— Eso es muy extraño. Pareces una Neurótica, la verdad.
— ¿Yo? — Me reí. —Tú eres el que está tratando de conseguir mis pantalones de nuevo, al igual que hace diez segundos después de un intento fallido .Yo diría que los dos estamos algo locos.
—Cierto.

Empezamos a besarnos de nuevo. Esta vez sus manos se movieron hasta la camisa y desabrochó mi sujetador. No había mucho espacio en mi pequeña cama individual, pero Joseph se las arregló para conseguir sacar mi sujetador y desabrochar mis vaqueros. Empecé a deshacerme de sus pantalones, también, pero me detuvo.
—No—Dijo, moviendo la mano. —No estarás de acuerdo con las mamadas, pero ten seguro de que voy a disfrutar de ello.

Abrí la boca para discutir, pero la cerré rápidamente cuando comenzó a besar mí estómago. Sus manos comenzaron a quitarme los vaqueros y la ropa .Los bajó hacia las rodillas, hizo una pausa breve para entretenerse en el lugar delicado de encima de mi cadera, haciendo que me saliera una risa idiota. Sus labios se movían más abajo me sorprendió la rapidez con la que se encaminaba a su destino final. 
Yo había oído a Vikki hablar de ello e incluso a Selena sobre como se lo habían hecho sus novios y lo bien que se sentía. Yo había oído hablar, pero no me lo creía. Sterling y yo nunca lo habíamos hecho y yo siempre asumí que era extraño.

Fue un poco raro al principio.
Era extraño, pero bueno. Sucio, malo, increíble. Mis dedos agarraron las sabanas con fuerza y mis rodillas temblaron. Sentía cosas que nunca había sentido antes. —Ah, oh... — Jadee por el placer y la sorpresa —Oh, mierda. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario