—Siéntate, por favor —Joe tomó unos papeles de su escritorio—. Tenemos
que hablar de los términos de nuestro contrato.
Demi parpadeó mientras se
sentaba.
—¿No te parece que es un poco tarde para renegociarlo, Jonas?
—No —Joe se sentó en el borde del escritorio frente a ella y
separó uno de los papeles—. Considero que nuestro contrato es totalmente
inaceptable.
—Un momento, vaquero. Aceptaste que…
—Quiero un nuevo acuerdo.
Demi se puso en pie.
—Ese contrato es legal y vinculante. No puedes decidir de pronto
que quieres cambiar los términos.
Joe rompió el documento
en dos pedazos.
—Sí puedo.
Demi entrecerró los ojos.
—Eso no sirve para nada. Yo aún tengo mi copia.
—Quiero que las condiciones sean totalmente distintas.
—¿Cómo?
—Quiero fusionar tu trabajo de adiestramiento con mi programa de
cría y que te dediques exclusivamente a «nuestros» caballos.
— ¿Y?
—Como pago por tu trabajo voy a darte a Black Satin. Vivirás
aquí. El Rocking M será la casa que siempre has querido, y compartiremos los
beneficios de la fusión —Joe entregó a Demi los papeles en los que aparecía
como dueña de Satin y luego la tomó entre sus brazos para besarla. Cuando se
apartó, añadió—: También compartiremos mi cama.
La mirada de sus ardientes ojos marrones dejó a Demi sin
aliento.
—¿Qué tratas de…?
Fue en ese momento cuando se dio cuenta de lo que faltaba en la
repisa. El collar de diamantes había desaparecido.
Mientras miraba el espacio vacío, trató de reprimir la esperanza
que empezó a florecer en su interior. La ausencia del collar podía significarlo
todo… o nada.
Miró a Joe mientras su corazón latía desbocado.
—¿Dónde está el collar, Joe?
—Depositado en una caja de seguridad en el banco.
— ¿Por qué?
—Ya que perteneció a Nicole, he supuesto que Ryan querrá tenerlo
algún día.
Demi asintió.
—Seguro que sí.
—Pero no quiero hablar de eso ahora —Joe sonrió—. Tenemos cosas
más importantes que discutir.
— ¿La fusión?
Él asintió.
—Quiero que quede perfectamente claro qué debe esperarse de cada
uno de nosotros.
—Mi contrato lo especifica todo.
Joe apartó un mechón de
pelo de la frente de Demi y la besó en la mejilla.
—Faltan demasiados detalles, querida.
El amor que Demi vio reflejado en los ojos de Joe hizo que se le
pusiera la carne de gallina.
— ¿Qué… detalles?
—Por un lado, no hubo testigos cuando firmamos el primer
contrato. Cuando el nuevo documento quede finalizado, quiero que medio Texas
sea testigo de las condiciones que acordemos.
—¿Y qué condiciones serán esas?
Joe sonrió.
—Es bastante sencillo. Yo prometeré permanecer contigo en la
pobreza y en la riqueza, en la enfermedad y en la salud mientras vivamos.
Los ojos de Demi se llenaron de lágrimas mientras su corazón se
colmaba de amor y felicidad.
— ¿Y qué prometeré yo?
Joe la miró con expresión embelesada.
—A cambio, tú prometerás amarme, honrarme y…
—No lo digas, vaquero.
Joe rio.
—¿Y respetarme?
Demi asintió, sonriente.
—¿Lo dices en serio?
Joe la abrazó.
—Nunca he dicho nada más en serio. ¿Querrás casarte conmigo, Demi?
—preguntó—. ¿Querrás ser la madre de Ryan y de los hijos que tengamos juntos?
Pero aún no había dicho las palabras que quería oír Demi.
— ¿Por qué, Joe? ¿Por qué quieres que me case contigo?
—Porque no puedo vivir sin ti.
— ¿Y?
—Y porque te amo, Demi. Te amo con cada aliento, con todo mi
corazón.
Joe hizo que Demi volviera a sentarse antes de sacar una pequeña
cajita de terciopelo del bolsillo de sus vaqueros. Rodilla en tierra frente a
ella, abrió la cajita y sacó un anillo de compromiso con un diamante y un
zafiro. Se lo puso en el dedo anular y la miró a los ojos.
—Y ahora, ¿vas a decir que sí?
—¡Oh, Joe! ¡Sí! ¡Claro que sí! —Inmensamente feliz, Demi lo
rodeó por el cuello con los brazos—. Te quiero, vaquero.
—Y yo te quiero a ti, muñeca.
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