martes, 11 de septiembre de 2012

Errores Del Ayer Cap 32


—Siéntate, por favor —Joe tomó unos papeles de su escritorio—. Tenemos que hablar de los términos de nuestro contrato.
Demi  parpadeó mientras se sentaba.
—¿No te parece que es un poco tarde para renegociarlo, Jonas?
—No —Joe se sentó en el borde del escritorio frente a ella y separó uno de los papeles—. Considero que nuestro contrato es totalmente inaceptable.
—Un momento, vaquero. Aceptaste que…
—Quiero un nuevo acuerdo.
Demi  se puso en pie.
—Ese contrato es legal y vinculante. No puedes decidir de pronto que quieres cambiar los términos.
Joe  rompió el documento en dos pedazos.
—Sí puedo.
Demi entrecerró los ojos.
—Eso no sirve para nada. Yo aún tengo mi copia.
—Quiero que las condiciones sean totalmente distintas.
—¿Cómo?
—Quiero fusionar tu trabajo de adiestramiento con mi programa de cría y que te dediques exclusivamente a «nuestros» caballos.
— ¿Y?
—Como pago por tu trabajo voy a darte a Black Satin. Vivirás aquí. El Rocking M será la casa que siempre has querido, y compartiremos los beneficios de la fusión —Joe entregó a Demi los papeles en los que aparecía como dueña de Satin y luego la tomó entre sus brazos para besarla. Cuando se apartó, añadió—: También compartiremos mi cama.
La mirada de sus ardientes ojos marrones dejó a Demi sin aliento.
—¿Qué tratas de…?
Fue en ese momento cuando se dio cuenta de lo que faltaba en la repisa. El collar de diamantes había desaparecido.
Mientras miraba el espacio vacío, trató de reprimir la esperanza que empezó a florecer en su interior. La ausencia del collar podía significarlo todo… o nada.
Miró a Joe mientras su corazón latía desbocado.
—¿Dónde está el collar, Joe?
—Depositado en una caja de seguridad en el banco.
— ¿Por qué?
—Ya que perteneció a Nicole, he supuesto que Ryan querrá tenerlo algún día.
Demi asintió.
—Seguro que sí.
—Pero no quiero hablar de eso ahora —Joe sonrió—. Tenemos cosas más importantes que discutir.
— ¿La fusión?
Él asintió.
—Quiero que quede perfectamente claro qué debe esperarse de cada uno de nosotros.
—Mi contrato lo especifica todo.
Joe  apartó un mechón de pelo de la frente de Demi y la besó en la mejilla.
—Faltan demasiados detalles, querida.
El amor que Demi vio reflejado en los ojos de Joe hizo que se le pusiera la carne de gallina.
— ¿Qué… detalles?
—Por un lado, no hubo testigos cuando firmamos el primer contrato. Cuando el nuevo documento quede finalizado, quiero que medio Texas sea testigo de las condiciones que acordemos.
—¿Y qué condiciones serán esas?
Joe sonrió.
—Es bastante sencillo. Yo prometeré permanecer contigo en la pobreza y en la riqueza, en la enfermedad y en la salud mientras vivamos.
Los ojos de Demi se llenaron de lágrimas mientras su corazón se colmaba de amor y felicidad.
— ¿Y qué prometeré yo?
Joe la miró con expresión embelesada.
—A cambio, tú prometerás amarme, honrarme y…
—No lo digas, vaquero.
Joe rio.
—¿Y respetarme?
Demi asintió, sonriente.
—¿Lo dices en serio?
Joe  la abrazó.
—Nunca he dicho nada más en serio. ¿Querrás casarte conmigo, Demi? —preguntó—. ¿Querrás ser la madre de Ryan y de los hijos que tengamos juntos?
Pero aún no había dicho las palabras que quería oír Demi.
— ¿Por qué, Joe? ¿Por qué quieres que me case contigo?
—Porque no puedo vivir sin ti.
— ¿Y?
—Y porque te amo, Demi. Te amo con cada aliento, con todo mi corazón.
Joe hizo que Demi volviera a sentarse antes de sacar una pequeña cajita de terciopelo del bolsillo de sus vaqueros. Rodilla en tierra frente a ella, abrió la cajita y sacó un anillo de compromiso con un diamante y un zafiro. Se lo puso en el dedo anular y la miró a los ojos.
—Y ahora, ¿vas a decir que sí?
—¡Oh, Joe! ¡Sí! ¡Claro que sí! —Inmensamente feliz, Demi lo rodeó por el cuello con los brazos—. Te quiero, vaquero.
—Y yo te quiero a ti, muñeca.

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