jueves, 6 de septiembre de 2012

Errores Del Ayer Ca 29



Demi permaneció largo rato observando cómo se alejaba. Amaba a Joe tanto que le dolía, pero, ¿podían resolverse sus problemas tan fácilmente? Una vez atrapados los ladrones, cualquier duda que Joe pudiera seguir teniendo sobre ella desaparecería. ¿Pero bastaría eso para que confiara en ella?
Se encaminó hacia la casa, moviendo la cabeza. No estaba segura de que Joe pudiera dejar atrás el pasado y volver a confiar.

— ¿Dónde ha ido Joe? —Preguntó Cooper cuando Demi entró en la cocina—. Ha salido de aquí como un gato escaldado.
—Va a la cabaña del Circle S. Jed ha atrapado a un par de cuatreros.
Cooper permaneció un momento pensativo antes de soltar un repentino juramento.
—Es una trampa.
— ¿Qué quieres decir? —preguntó Demi, inmediatamente preocupada.
—Acabo de recordar dónde había visto a Jed —Cooper tomó un juego de llaves de los ganchos que había tras la puerta y se lo entregó a su hermana—. Tenemos que detener a Joe. Va directo a una trampa.
Demi alzó una mano.
—Un momento, Cooper. No entiendo. ¿Qué es eso de una trampa?
—Cuando has mencionado el Circle S he recordado donde había visto a Jed. Un par de noches antes del accidente yo estaba en un bar en Amarillo. Había un tipo bebido que no paraba de contar a todo el mundo que por fin iba a recuperar el Circle S. Yo no sabía que trabajaba para Joe ni que el rancho del que hablaba formaba parte del Rocking M. Dijo que llevaba unos meses fastidiando al dueño y que para cuando terminara con él estaría acabado. Era Jed.
Demi sintió que se ponía enferma.

—Su familia era dueña del Circle S antes que los McCray. Pero él lleva años trabajando para la familia de Joe. ¿Estás seguro de que era él?
—Totalmente —Cooper señaló la puerta—. Y ahora ponte en marcha. Tenemos que detener a Joe.
Demi dejó las llaves en la encimera.
—Tengo que ir a caballo. El único camino que lleva allí viene del norte y está muy alejado.
Mientras corría al corral, su hermano la siguió cojeando. Se detuvo para sacar algo de Daisy y, para cuando llegó al establo, Demi ya tenía ensillado el caballo.
Cooper puso un pesado objeto en sus manos.
—Toma. Puede que la necesites.
Demi tomó la pistola y la guardó en las alforjas.
— ¿Puedes volver solo a la casa?
— ¡Claro que sí! Ahora vete y detén a Joe.
Demi montó el caballo.
—Hay una lista de números de teléfono en la pared de la cocina. Llama al sheriff y luego a Tom a su móvil. Cuéntale lo que pasa y dile que vaya a la cabaña en cuanto pueda.
— ¿Se ha llevado Joe un móvil?
Demi trató de recordar.

—No. Tenía prisa y supongo que no ha pensado en ello.
— ¡Ten cuidado! —dijo Cooper mientras Demi ponía a su caballo al galope en dirección al Circle S.
Joe detuvo el caballo junto a la cabaña y desmontó. Miró a su alrededor, pero no vio indicios de Jed o los ladrones. Miró en el cobertizo. El caballo de este estaba allí, pero él no aparecía. Algo iba mal.
Sacó el rifle de la funda y fue a abrir la puerta de la cabaña. Miró cautelosamente el interior, pero estaba vacío. Al salir sintió que el vello de la nuca se le erizaba. La ya conocida mirada de odio estaba haciéndole un agujero en la espalda.

—Así que eras tú —dijo, volviéndose hacia Jed Summers—. Debería haberlo supuesto. Casualmente, fuiste tú el que encontró la nota y las latas de queroseno.
—Así es, Jonas —Jed salió de detrás de unos arbustos apuntando con su pistola a Joe—. Deja caer el rifle y dale una patada hacia aquí.
Joe dudó.
—Ni lo pienses —cuando Joe dejó el rifle en el suelo, Jed asintió—. Eso está mejor. No querría matarte antes de que firmes esta escritura y yo recupere mi propiedad.
—Ese papel no valdría de nada. Mis abogados se ocuparían de ello.
Jed rio.
—Tus abogados pueden irse al diablo. Y tú no estarás para contradecir la versión que yo les cuente.
—Eso es asesinato.
Negando con la cabeza, Jed se puso unos guantes de cuero y se agachó a recoger el rifle de Joe.
—No. Será un accidente.
—Por supuesto.
Jed se aseguró de que el rifle estuviera cargado y luego le alcanzó un papel.
—Firma esto para que pueda matarte.
—¿Cómo vas a preparar el accidente? —preguntó Joe para hacer tiempo.
— ¿Qué más te da?
Viendo la expresión crispada de Jed, Joe comprendió que tenía muy pocas opciones. Aquel hombre estaba loco. Pero cuanto más le hiciera hablar, más posibilidades habría de que el sheriff apareciera.
—Pura curiosidad morbosa —contestó, tenso.

—Tu caballo se asustó y al caer se te disparó el rifle —explicó Jed, riendo.
Joe detectó un movimiento en la colina, tras Jed, y al darse cuenta de que Demi bajaba por la ladera el corazón se le subió a la garganta. Tenía que mantener distraído a Jed como fuera. Se negó a pensar qué pasaría si no lo lograba.
—¿Y cómo piensas explicar mi renuncia al Circle S?
Jed rio.
—Eso es lo mejor. Me lo vas a vender. He ahorrado mi parte de los beneficios. Las cabezas que vendimos hace un par de semanas me reportaron una buena cantidad. Cuando te encuentren tendrás el dinero en el bolsillo —volvió a reír—. Dinero conseguido con tu propio ganado.
—¿Con quién has estado robando?
—¿Qué más te da? Vas a estar muerto.
—Ya te he dicho que siento curiosidad.

—Me traje un par de amigos de Oklahoma con un remolque, y otro que solía trabajar en una empresa cárnica y llevaba la carne a otro que falsificaba el sello.
Joe buscó a Demi con la mirada y casi lamentó haberlo hecho. Había logrado deslizarse hacia un lado de Jed. Si éste decidiera dispararle, él no podría hacer nada por impedirlo.
—No te vas a salir con la tuya.
—¿Y quién va a impedirlo? —preguntó Jed, confiado—. Los muertos no pueden hablar.
—Pero yo sí —dijo Demi, apuntando con su arma al vaquero.
Nunca había apuntado con una arma de fuego a otro ser humano, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera por Joe.


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