Saqué mi trasero de ese salón de clases en el
segundo en el que la campana sonó. Mi cabeza iba a explotar si escuchaba la
risa femenina de oh-estoy-tan-feliz-de-que-estés-coqueteando-conmigo- Joseph
otra maldita vez. ¡Qué importaba si era tan delgada como mi dedo meñique y
tenía senos del tamaño de balones de baloncesto! Apuesto a que tiene un
coeficiente intelectual de veintisiete.
Deténte, me dije. Louisa nunca me había hecho algo. No tenía
derecho de pensar esas cosas de ella...aunque realmente pudiera ser una idiota.
Lancé mis cosas dentro de mi casillero y corrí hacia
la cafetería, ansiosa de escapar del edificio de la escuela. Estaba tan
concentrada en no pensar acerca de mis celos inducidos por el SPM hasta que
salté a detenerme cerca de cinco pies de él.
— ¿Estás apurada? —me preguntó.
—Algo así, —suspire—. Disculpa por casi chocar
contra ti.
—No es problema. —Nerviosamente jugó con sus lentes.
— ¿Piensas que te importaría ralentizar un poco el
paso? Me gustaría hablar contigo.
No estaba tan sorprendida. Logan y yo medio nos
estábamos volviendo amigos durante las últimas semanas. La mayoría de las veces
hablábamos en clases de de “colocación avanzada”***, pero ya saben, era una
mejora definitiva. En realidad, de alguna manera empezaba a sentirme cómoda a
su alrededor. Si bien mi corazón todavía revoloteaba un poco cuando entraba en
la habitación, ya no me preocupa el perder la voz.
—Seguro. —Dije. Al menos me daría algo más en qué
pensar por un par de minutos.
Sonrió y avanzó un paso hacia mí. — ¿Puedes guardar
un secreto? —preguntó mientras alcanzábamos la cafetería, donde el cuerpo
estudiantil se congregaba, esperando por el timbre final que los despediría
para la tarde.
—La mayoría del tiempo. ¿Por qué?
— ¿Recuerdas cuando falté a clases un par de semanas
antes? ¿El día después de San Valentín?
—Uh-huh. Creo que fue el peor día en la vida del Sr,
Chaucer, —dije—. Pensé que el tipo iba a llorar cuando se dio cuenta de no
había nadie allí que hiciera la mayor parte de su trabajo por él.
Logan se rió –pero solo una pequeña risa— y dijo,
—Estaba faltando a la escuela...bueno, por una entrevista. —Sacó un gran sobre
de dentro de su suéter y susurró—, presenté para Harvard. Estaba mañana acabo
de recibir la carta.
— ¿Por qué es eso un secreto?
Sus mejillas se sonrojaron de la forma más tierna
posible. —No quiero ser humillado si no entro, —dijo.
—Entrarás.
—Eso no lo sé.
—Yo sí.
—Desearía tener tanta confianza en mí mismo como tú
la tienes en mí.
—Oh, vamos, Logan, —dije seriamente—.Todos los mejores
políticos —como senadores y presidentes— van a escuelas geniales. Vas a ser un
excelente político, así que tienen que dejarte entrar. Además, eres uno de los
chicos más inteligente de la clase de graduandos. ¿Eres el mejor de la clase,
cierto?
—Lo soy, —Logan acordó, con el ceño fruncido hacia
el sobre—. Pero...pero es Harvard.
—Y tú eres Logan. —Me encogí de hombros—. Aún si no
entraras, hay millones de otras escuelas que matarían por tenerte. Eso no
importa, sin embargo, porque sé que entraste. Hazte un favor y abre la carta.
Logan
se detuvo en el medio de la cafetería y me sonrió. —Ves, —dijo él—, esto es por
lo que quería que fueras tú la que estuviera conmigo cuando la abriera. Sabía
que serías— Lo corté. —Mientras que estoy segura de que tus próximas palabras
que salgan de tu boca serán increíblemente dulces, estoy cien por ciento
consciente de que estás evadiéndolo. Abre la carta, Logan.
Incluso un rechazo será mejor que ponerte en este infierno. Te
sentirás mejor si solo la lees.
—Lo sé. Yo—
—Ahora.
Abrió el sobre, y me di cuenta de lo raro que era
esto. Él estaba viniendo hacia mí con esta cosa tan personal. Por apoyo. Por
estímulo. Atrás en Enero, nunca me hubiera imaginado ordenándole a Logan Tucker que abriera su carta de aceptación. Nunca me
hubiera imaginado hablando con él, punto.
Dios, mi Dios, cuánto han cambiado las cosas.
De las mejores formas posibles, por supuesto.
Sacó el papel del sobre marrón con los dedos
temblando y empezó a leer. Vi sus ojos escanear la hoja y agrandarse. ¿Era eso
felicidad o depresión? ¿Sorpresa, quizás?
¿Sorprendido de que entrara o sorprendido de que no
lo hiciera?
— ¿Bueno?
—Yo...yo fui aceptado. Logan dejó caer el papel y lo dejó flotar con gracia
hasta el suelo—. Demi, ¡entré! —Me agarró por los hombros y empujó hacia
él, envolviendo sus brazos a mí alrededor.
Eso era otra cosa que no hubiera esperado de vuelta
en enero.
—Te dije que lo harías, —dije, devolviendo el
abrazo.
Sobre su hombro, divisé a Selena y Miley caminando a través de la cafetería. Me miraban
mientras se movían por la multitud de estudiantes; me vieron abrazada entre los
brazos de Logan. Pero por alguna razón las expresiones de sus
rostros no reflejaban la felicidad que yo sentía. Miley
se veía medio triste, pero Selena...bueno, se veía completamente furiosa.
¿Por qué? ¿Qué estaba pasando con ella? Con ambas.
Logan
me apretó antes de dejarme ir y se arrodilló para agarrar su carta caída. —No
puedo creerlo. Mis padres nunca lo creerán.
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