—Bien —Dijo logan—. Te recogeré a las ocho.
—Bien. Adiós logan.
—Te veré mañana, Demi.
Colgué el teléfono, pero mis pies se rehusaban a
moverse. La carta todavía ardía contra mi piel y me encontré mirando a las
tentadoras palabras.
— ¿Por qué no era más fácil? ¿Por qué tenía que
venir Joseph
y hacerme cuestionarlo todo?
Me sentía como si estuviese traicionando a Logan
con cada frase que leía. Como si lo estuviese engañando.
Pero ahora sabía que cada vez que besaba a Logan,
estaba hiriendo a Joseph.
— ¡Arrrrrgh! —Con un grito que explotó de mi pecho y
arañó en su camino a través de mis pulmones, arrugué la carta en una bola y la
lancé por la habitación tan fuerte como pude. Se movió lentamente por el aire
antes de rebotar delicadamente en el papel tapiz de flores y aterrizar en el
suelo.
Por último, con la garganta dolorida, me hundí en el
suelo, hundí mi cara en mis manos y lo admito, lloré. Lloré de frustración y
confusión, pero sobre todo por mí, por estar atrapada en esta situación, como
la chica egoísta que era.
Pensé en Cathy Earnshaw, la heroína malcriada y
egoísta de Cumbres Borrascosas y recordé el pasaje que había estado leyendo
antes de que el timbre sonara. Pero cuando las palabras brotaron a través de mi
cerebro, eran ligeramente diferentes:
"Mi amor por Logan es
cómo la maleza de los bosques: el tiempo lo cambiará, yo ya sé que el invierno
muda los árboles. Mi amor por Joseph se parece a las eternas
rocas profundas, es fuente de escaso placer visible, pero necesario."
Mi cabeza se movió hacia atrás y hacia adelante
febrilmente. Me gusta, me tuve que corregir. Mi gusto por Joseph es
bla, bla, bla. Me limpié los ojos y me puse de pie, tratando de calmar mi
respiración entrecortada.
Luego me volví y me dirigí al piso de arriba.
De repente quería saber cómo terminaba el libro.
Después de quedarme toda la noche despierta leyendo
y doblando mí ropa al menos diez veces, descubrí que Cumbres Borrascosas no
tenía un final feliz. Gracias a Cathy la estúpida, malcriada, egoísta sí, no
tenía derecho a hablar, pero aun así, todo el mundo termina miserable. Su
decisión arruina la vida de las personas por las que más se preocupaba. Porque
eligió comportarse correctamente en vez de sus sentimientos. Cabeza en vez
corazón. Linton en vez de Heathcliff.
Logan
en vez de Joseph.
Esto, decidí mientras arrastraba mi cansado trasero
a la escuela a la mañana siguiente, no era un buen presagio. Normalmente, no
creía en presagios o signos o cualquier cosa de la basura del destino, pero las
similitudes entre la situación mía y la de Cathy Earnshaw eran demasiado
misteriosas para ignorarlas. No podía evitar preguntarme si el libro estaba
tratando de decirme algo.
Estaba debidamente consciente de que estaba
interpretando mucho de esto, pero mi falta de sueño se juntó con el estrés de
todo lo demás que hacía que mi mente se fuera a unos lugares interesantes.
Interesantes, pero no productivos.
Fui casi un zombi todo el día, pero durante la mitad
de la clase de cálculo, algo finalmente me despertó.
— ¿Escuchaste de Vikki McPhee?
— ¿Acerca de que está embarazada? Sip. Lo escuché
esta mañana.
Mi cabeza dio un chasquido con el problema que a
desganas trataba de resolver. Dos chicas estaban sentadas de un lado en la fila
frente a mí. Reconocí a una de ellas como una de las nuevas porristas.
—Dios, qué perra, —dijo la animadora—. Sin saber
quién es el padre. Duerme con todo el
mundo.
Detesto admitirlo, pero mi primera reacción a esto
fue de un puro odio egoísta. Pensé en Joseph. Seguro, había rechazado a Vikki
en el pasillo hace unos días, ¿pero qué si algo había cambiado? ¿Y si la carta
había sido una broma? ¿Un juego para jugar con mi cabeza? ¿Y si Vikki y
él habían...?
Forcé que el pensamiento se alejara. Joseph
era cuidadoso. Siempre usaba condón. Además, era como esa chica había dicho —Vikki dormía
con todo el mundo. Las probabilidades de que Joseph fuera el padre eran casi nulas. Y no
tenía derecho de preocuparme de ello, de todas maneras. No era mi novio. Aunque
realmente me hubiera profesado su amor por mí en una carta. Yo estaba con Logan,
y lo que fuera que Joseph decidiera hacer no era mi problema.
Mi segundo pensamiento fue por Vikki.
Tenía Diecisiete, en la víspera de la graduación, y, si los rumores eran
ciertos, embarazada. Podía escuchar a la gente chismear al respecto en el
pasillo cuando dejé cálculo. En una escuela del tamaño de Hamilton, no tomaba
mucho tiempo que el chisme se esparciera. Vikki McPhee era la chica en la
mente de todos.
Incluyéndome.
Así que cuando salí del cuarto de baño, unos pocos
minutos antes de inglés y encontré a Vikki parada frente al lavamanos,
retocándose el brillo labial rosa, tuve que hacer un esfuerzo para evitar sus
ojos.
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