selena aceleró
el motor mientras me subía a la vieja camioneta de su madre. La señorita
Waller, antes Señora Blithe; volvió a utilizar su apellido de soltera después de
su divorcio, podía tener un vehículo mucho más bonito. Cuando estaba casada con
el padre de Selena, tenían un montón de dinero. El señor Blithe le
había ofrecido comprarle un Lexus pero ella lo rechazó. A ella le encantaba el
viejo y desvencijado Chevy, que adquirió durante el primer año de bachillerato.
Su hija, por otro lado, lo odiaba. Especialmente desde el momento en que ese
vehículo se convirtió en el único que podía conducir. Definitivamente, Selena
nunca hubiera rechazado el Lexus de su padre.
Desafortunadamente el señor Blithe
había perdido todo lo que generosamente había poseído cuando concluyó el
divorcio. Ella estaba mirando a través del parabrisas hacia el caserón mientras
me ponía el cinturón de seguridad. Tenía un pijama rosado decorado con ranas
verdes debajo de su chaqueta, y su corto cabello sobresalía en todas
direcciones. A diferencia de mí, Selena podía hacer que con aspecto
desaliñado se viera linda y sexy. Y ni siquiera tenía que intentarlo. —Hola —le
dije. Me miró. Sus ojos repasaron mi cara en seguida, buscando algún signo
revelador de problemas, y su frente se arrugó. Después de una corta pelea de
miradas fijas, se giró y puso la camioneta en marcha, luchando un poco con la
palanca de cambios. —Está bien—dijo mientras nos salíamos del camino de
entrada—.
¿Qué está pasando? Y no me digas que las cosas están bien porque
levanté mi trasero a las siete de la mañana y muy bien podría retorcerte el
cuello si no me das una respuesta sincera. —Oh sí, porque las amenazas siempre
son un buen recurso para animarme a hablar. —No me vengas con esa mierda.
—Gruñó Selena—
Solo estás evadiendo el tema, como siempre haces. Eso tal vez funcione con Miley,
pero deberías saber muy bien que no funcionará conmigo. Ahora explícate.
Empieza por contarme ¿por qué te estoy recogiendo en casa de Joseph?
—Porque me quedé durante la noche. —Claro, eso ya me lo había imaginado por mi
cuenta. Me mordí el labio, insegura de por que estaba ocultando la verdad. O
sea, no era como si pudiera
ocultarle la verdad a ella durante más tiempo.
Ella podría averiguarlo todo
pronto, así que ¿por qué no escupirlo ahora? Ahora que, de todas formas, Joseph y yo habíamos terminado. ¿Estaba mintiendo,
o realmente lo estaba ocultando a propósito ahora? ¿Después de todas estas
semanas de secretos había desarrollado un hábito? ¿Y si lo hice, no era hora de
dejarlo ya? Ella suspiró y disminuyó la velocidad de la camioneta un poco.
—Dime la verdad, Demi, porque estoy muy
confundida ahora. Confundida y molesta. Se supone que tú odiabas a Joseph Jonas, y lo odiabas mucho. —Lo odiaba
—dije.
— Y todavía lo hago… o algo así. —¿Algo así? Jesús, deja de darle
vueltas al asunto. Mira, las últimas semanas nos has abandonado a mí y a Miley. Apenas te vemos por que ya no haces ni una
mierda con nosotras. Miley no lo dirá, pero
ella piensa que ya no te gusta estar con nosotras. Está molesta, y yo también,
por que nos has abandonado por completo. Siempre estas distraída y abstraída.
¡Y tú siempre le das la vuelta a nuestras malditas preguntas! Diablos, Demi, dame algunas respuestas… por favor.
—La ira
en su voz se rompió con una pequeña suplica de desesperación. Bajó la voz—. Por
favor, dime qué está pasando contigo. Mi corazón me dolió cuando la culpa
apretó mi pecho como una boa constrictor. Dejé salir un largo suspiro, sabiendo
que no podía mentir más. Al menos, no acerca de esto. —Hemos estado durmiendo
juntos. — ¿Quién? ¿Tú y Joseph? —Si. —
¿Desde cuándo? —Finales de enero. Selena se
quedó quieta durante un largo momento. Entonces, después de que lo comprendió,
pregunto. — Si tú lo odias, ¿por qué has estado con él? —Por que… me hace
sentir mejor. Con todo el drama de mis padres y también todo lo de Sterling… yo sólo necesitaba distraerme. Quería
escapar de todo eso… ya sabes, de una forma que no fuera suicida. Dormir con Joseph parecía una buena idea en su momento.
—Me
quedé mirando a través de la ventanilla, sin querer mirar la expresión de su
cara. Estaba segura que estaría decepcionada. O, de alguna manera retorcida,
tal vez estaría orgullosa de mí. —Así que… ¿ahí es donde has estado el último
mes? —preguntó. — ¿Has estado con Joseph? —Si.
—Murmuré. — Cada vez que las cosas parecían ser demasiado, él simplemente
estaba ahí. Podía aliviar el estrés sin volveros locas a ti y a Miley. Parecía una buena idea. Y de repente era
una adicta… pero todo me atrapó, y ahora todo apesta más que antes.
—OH, DIOS
MÍO, ¿estás embarazada? Apreté los dientes y me giré para mirarla de frente.
—No, Selena, no estoy jodidamente
embarazada. — ¿Hablaba en serio? — ¡Dios! Soy lo suficientemente inteligente
para usar un condón y he estado en control de natalidad durante tres malditos
años, ¿vale? —Está bien, está bien. —dijo Selena.
— No estás embarazada… gracias a Dios. Pero si ese no es el problema, ¿por qué
las cosas apestan más que nunca? —Bueno, por ejemplo, por que tú estás enfadada
conmigo… y me gusta Joseph. —Bueno, chica,
te estás acostando con él.
—No, lo que quiero decir… —Sacudí mi cabeza y me
giré para mirar a través de la ventanilla otra vez. Las pequeñas casas
suburbanas de Hamilton pasaron por delante de nosotras, simples y limpias.
Rodeadas por sus inocentes cercas. Yo mataría por ser simple y limpia como esas
pequeñas casas. En cambio, me sentía complicada, y sucia y manchada. —No me
gusta él. —Le expliqué.
— Me molesta como el infierno el noventa y seis por
ciento del tiempo, y a veces no hay nada que me gustaría más que ahorcarlo
hasta la muerte. Pero al mismo tiempo yo… yo quiero que él esté feliz. Pienso
en él mucho más de lo que debería y yo… —Tú lo amas. — ¡No! -Grité girando para
encararla. — No, no, ¡no! Yo no lo amo, ¿vale? El amor es raro y difícil de
encontrar y toma años y años para que suceda. Los adolescentes no se enamoran.
Yo no amo a Joseph. —Bien. —Dijo Selena.- Pero tú sientes algo por él ¿verdad?
¬—Si. Ella me miró antes de volver al camino, medio sonriendo.
—Lo sabía, o
sea… todos esos chistes que hice sólo eran para tomarte el pelo, pero sabía que
algo pasaba después de que lo besaras. —Cállate. -Murmuré. — Esto apesta. —
¿Por qué? — ¿Por qué qué? — ¿Por qué eso es algo malo? Y que si sientes algo
por él. ¿No se supone que eso debería ser grandioso y emocionante y hacerte
sentir mariposas en el estómago o lo que sea? —No —dije. No es grandioso ni
emocionante. Es terrible. Es insoportable.—Pero, ¿por qué? —Por que yo nunca le
voy a gustar a él. —Dios, ¿es que no era obvio? ¿No podía sumar dos más dos? —
Nunca se interesará por mí de esa manera, Selena.
Estoy perdiendo mi tiempo por pensar en que eso pueda pasar. — ¿Por qué no le
ibas a gustar a él? —preguntó ella. ¿Acaso tenía un millón de preguntas o qué?
—Detente. —No, estoy hablando en serio, D.
—presionó Selena. — Estoy muy segura de que
no puedes leer mentes o ver el futuro, así que no veo cómo sabes que nunca le
gustarás. ¿Por qué no le gustarías? —No me estás gustando mucho ahora mismo.
—apunté. —Lo superaré. —dijo. — Bueno, tarde o temprano. Pero, en serio ¿qué es
lo que impide que le gustes a Joseph? —Yo
soy la DUFF —Perdón, ¿La qué? —DUFF — ¿Eso es solo un mote? —Las siglas de ugly
fat friend, (la designada amiga fea y gorda) —suspiré—. La chica fea del grupo.
Esa soy yo. —Eso es estúpido. — ¿Lo es? —Dije con voz rota—
¿Es realmente
estúpido, Selena? Mírate, mira a Miley. Vosotras parecéis como si hubierais salido
de un anuncio de Teen Vogue. No puedo competir con eso. Así que sí, yo soy la
maldita DUFF. —No lo eres. ¿Quién te dijo eso? —Joseph.
— ¡Me estas jodiendo! —No. — ¿Antes o después de acostarte con él?—Antes
—Bueno, entonces, él no lo dijo en serio. —Dijo Selena—
Él ha estado acostándose contigo ¿cierto? Así que debe encontrarte atractiva.
Yo bufé. — Mira de quien estás hablando, Selena.
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