En algún momento, pensé que ser la Duff
significaba ningún drama con los chicos. Claramente, estaba equivocada. ¿Cómo
paso esto? ¿Cómo pude yo, la chica fea, terminar en medio de un triangulo
amoroso? No era una romántica. Ni siquiera quería salir con chicos. Pero allí
estaba yo, debatiéndome entre dos chicos atractivos que, en todos los sentidos,
no debería haber tenido ni un chance. (Créanme, no es tan glamoroso como
suena.)
Por un lado, tenía a Logan. Inteligente, tierno, divertido,
educado, sensible y práctico. Logan era perfecto en cada manera concebible. Me refiero,
él era un poco tonto, pero es lo que lo hace adorable. Me gusta estar con él, y
él siempre me pone como prioridad. Él me respeta y parece nunca perder la
paciencia. No había nada por lo que quejarme de Logan Tucker.
Por otra parte, estaba Joseph.
Un idiota. Un imbécil. Un arrogante, mujeriego chico rico quién pone primero al
sexo que todo lo demás. Por supuesto, el era increíblemente guapo, pero él
podía sacarme de quicio. El era irritantemente encantador, y su sonrisa tan
graciosa realmente podría meterse bajo mi piel. No estaba temerosa de ser una
perra con él. Odiaba admitirlo, pero Joseph me entendía. Me sentía yo misma
cuando estaba con él, mientras que siempre estaba tratando de esconder mi
neurosis con logan. Dios, la vida era más fácil cuándo nadie me
notaba.
La nota de Joseph pesaba media tonelada en mi
bolsillo trasero mientras iba hacia el aparcamiento, esa tarde. Decir que
estaba confundida habría sido una subestimación masiva. Me refiero, esa simple
oración me dejo con un millón de preguntas, pero había una en particular:
¿Por qué demonios Joseph me quiere a mí?
De verdad, el tipo tiene docenas de chicas que
matarían por estar con él. ¿Por qué yo? ¿No fue él, el primero, quién me llamo
la Duff?
¿Qué Demonios?
Pero cuando llegué a casa, todo se puso peor.
Por sugerencia de logan, comencé a leer Cumbres
Borrascosas en mi tiempo libre. Honestamente, los personajes principales me
irritaban tanto que era difícil seguir leyendo. Estaba considerando en dejarlo
por mi bien ese día, pero una línea en el dialogo captó mi atención.
"Mi amor por Linton es cómo la maleza de los
bosques: el tiempo lo cambiará, yo ya sé que el invierno muda los árboles. Mi
amor por Heathcliff se parece a las eternas rocas profundas, es fuente de
escaso placer visible, pero necesario."
Tan estúpido como sonaba, ese pequeño extracto se
metió en mi cabeza, como una canción que odias pero no puedes dejar de cantar.
Trate de seguir leyendo, pero las palabras se mantenían rebotando en mi
cerebro. Le di vuelta a la página y leí las líneas una y otra vez. Estaba
tratando de averiguar por qué me inquietaba tanto cuando fui interrumpida por
el sonido del timbre.
—Gracias a Dios —Murmuré, aliviada de tener una
razón para cerrar el libro. Salí de mi cama y corrí a las escaleras.
— ¡Voy! —grité—. ¡Solo un segundo!
Abrí la puerta delantera, esperando encontrar a logan,
quién me había dicho que quizás se pasaría después. Pero el hombre en mi porche
era un cincuentón gordito y pelirrojo. Definitivamente no era mi novio. Él
usaba un lamentable uniforme verde y un sombrero que no combinaba. En la
etiqueta de su chaqueta se podía leer el nombre: JIMMY. El estaba sosteniendo
un ramo de flores en su mano derecha y una carpeta bajo su brazo.
— ¿Eres la Señorita Demi Lovato? —Él preguntó.
—Um… sí.
Sus ojos estaban entrecerrados iluminados con una
sonrisa—. Firma esto, por favor, —dijo él, dándome el portapapeles y un
bolígrafo—. Felicitaciones.
—Em, gracias, —dije, entregándole de nuevo el
portapapeles.
El me pasó el ramo, el cual vi que era de genuinas
rosas rojas y sacó un sobre blanco de su bolsillo trasero—. Esto es para ti,
—dijo él—. Eres una chica afortunada. No siempre hago entregas como esta a
alguien de tu edad—. El sonrió—. Amor juvenil.
¿Amor juvenil? Dios, tuve que pelear con la urgencia
de corregirlo. De darle un largo discurso acerca de cómo los adolescentes no se
enamoran. Pero el todavía seguía hablando.
—Tu novio debe ser muy conservador. No muchos chicos
son tan atentos a tu edad.
Miré las rosas y dije—. Probablemente tengas razón.
— ¿logan todavía
estaba tratando de animarme? Dios, él era tan bueno. Pero no merecía toda esa
generosidad.
Después darle las gracias al repartidor, cerré la
puerta. Me sentí culpable por considerar mi situación un triangulo amoroso.
Éramos solo logan y yo Joseph danzaba a lo largo de la periferia, muy lejos de
nosotros… o eso es lo que debería haber sido.
Puse el ramo en la mesa de la cocina y abrí el
sobre, esperando encontrar una cursi carta pero perfectamente redactada de mi
perfecto novio. Era la clase de cosas de las que normalmente me burlaría, pero
dejé que logan se saliera con la suya.
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