jueves, 4 de octubre de 2012

The Duff Capitulo 46 Jemi




— ¡Diviértete! —Intervino Miley, obligando a la incómoda pausa a alejarse. —Pero, sabes, no demasiado. A mis padres tal vez no les gustará mucho si tengo que rescatarte de la cárcel. Yo me reí. Sólo Miley podría salvarnos de esos momentos difíciles con su peculiar humor. Miré a Selena, y pude ver una chispa de miedo en sus ojos. Sabía que quería que superara lo de Joseph, pero sabía que estaba preocupada. Preocupada de que la dejara atrás de nuevo. Preocupada porque Logan la reemplazara. Pero no tenía nada que temer. Esto era totalmente diferente a mi relación con Joseph. No estaría huyendo más. No de la realidad. No de mis amigos. No de cualquier cosa. Le sonreí para tranquilizarla. — ¡Ve! ¡Ve! —Chilló Miley, con su coleta rubia balanceándose mientras saltaba con entusiasmo. —Sí —Dijo Selena, sonriéndome.

 —No tengas al chico esperando. Me empujó y desapareció en el piso de arriba con un ataque de risas y susurros. —Raras —Murmuré, sacudiendo la cabeza y luchando con una pequeña risita. Respiré hondo y abrí la puerta. —Hola Logan. Estaba de pie frente a la puerta, lucía muy atractivo con su chaqueta azul marino y pantalones color caqui. Parecía un Kennedy. Con un corte plano. Me sonrió mostrando sus dientes de marfil. — Hola — dijo, caminando hacia mí. —Había estado esperando a un lado de la puerta. — Lo siento. Decidí esperar. Oí risas. —Ah, — miré por encima del hombro. — Sí. Lo siento. —Guau. Te ves hermosa, Demi. —No, no—Le dije, totalmente avergonzada. Ningún chico, excepto mi papá me había dicho eso antes. —Por supuesto que sí, —dijo. — ¿Por qué iba a mentir? —No lo sé—. Oh, me había atrapado. ¿Por qué no podía recibir un cumplido? ¿Qué pasaba si huía antes de que incluso comenzara la cita? Dios, eso sería una mierda. Me aclaré la garganta y traté de parecer como si no estuviera golpeándome internamente a mí misma. 

—Entonces, ¿estás lista para irnos? — Preguntó Logan. —Sí. Salí y cerré la puerta detrás de mí. Logan me cogió del brazo y me condujo por la acera hacia su Taurus color plata. Incluso abrió la puerta del pasajero para mí, al igual que los chicos hacen en las viejas películas. Muy elegante. No pude dejar de preguntarme, otra vez, por qué estaba interesado en mí. Puso la llave en el encendido y se volvió para sonreírme. Su sonrisa era sin duda su mejor característica. Así que se la devolví, sintiendo pequeñas mariposas revoloteando alrededor de la boca de mi estómago. —Espero que tengas hambre —Dijo. 

—Estoy hambrienta —Mentí, sabiendo muy bien que estaba demasiado nerviosa para comer. Para cuando llegamos a Giovanni’s, un pequeño restaurante italiano en Oak Hill, me había sentía un poco más cómoda. Mis nervios se habían relajado, e incluso había conseguido comer un tazón de espagueti sin carne. Estábamos riendo y hablando, y estaba divirtiéndome tanto que no quería que la cita terminara cuando Logan pagó la cuenta. Por suerte para mí, él sentía lo mismo. —Sabes, — dijo, mientras las campanas sonaban en la puerta, detrás de nosotros. —Son sólo las nueve y media. No tengo que llevarte a casa aún... a menos que quieras, que estaría muy bien, por supuesto. — No — dije. —No tengo prisa por ir a casa. Pero, ¿Qué quieres hacer? —Bueno, podemos caminar, — sugirió Logan. Hizo un gesto hacia abajo, a la concurrida calle.

 —No es muy emocionante, pero podemos mirar escaparates o hablar, o... Le sonreí. —Caminar suena divertido. —Maravilloso. Él metió su brazo en el mío, y empezamos a caminar por la acera bien iluminada. Pasamos un par de tiendas pequeñas antes de que cualquiera de los dos hablara. Gracias a Dios abrió la boca primero porque, a pesar de que no estaba nerviosa, no tenía idea de lo que podía decir que no hubiera sonado como una completa tonta. —Bueno, ya sabes todo acerca de mi situación en la universidad, quiero saber sobre la tuya. ¿Has solicitado plaza ya? —Me preguntó. — Sí. He solicitado un par, pero no he escogido ninguna, sin embargo. Creo que soy del tipo de última hora. 

— ¿Sabes que vas a estudiar? —Probablemente periodismo, —le dije. —No sé, sin embargo. Siempre he querido ser reportera del New York Times. Así que mirare en Manhattan.—La Gran Manzana, — dijo, asintiendo. —Ambicioso. — Sí, bueno, tal vez me verás terminar como esa chica en “El diablo Viste de Prada, — le dije. —Una completa perdedora trabajando en alguna revista estúpida de moda cuando todo lo que realmente quieres hacer es escribir sobre los acontecimientos mundiales o entrevistar congresistas revolucionarios... Él me miró. —Oh, no sería una total pérdida. —Lo que sea, — me reí. — ¿Me imaginas escribiendo sobre moda? ¿En un sector usar la talla cuatro es ser gorda? De ninguna manera. Me acabaría suicidando. —Algo me dice que sería bueno que lo intentaras— Dijo. 

—Algo me dice que me estás besando el trasero un poco, Logan. Se encogió de hombros. —Tal vez, pero no mucho. Eres genial, Demi. Dices las cosas como son, no pareces tener miedo de ser tu misma, y eres una demócrata. Eso te hace impresionante. Bueno, me ruboricé. ¿Quién me podría culpar? —Gracias, Logan. —No hay nada que agradecerme. Guau. Era perfecto ¿O no? Lindo, amable, divertido... y yo le gustaba por alguna desconocida razón. Era como si fuéramos el uno para el otro. Al igual que si él tuviera la pieza del rompecabezas que encajaba con la mía. ¿Podía tener algo de suerte? 

Una fría brisa de marzo sopló, y empecé a lamentar haber dejado que Selena y Miley me vistieran. Nunca había estado estacionalmente sensible cuando de ropa se trataba. Mis piernas desnudas se congelaban, no me habían dejado usar medias, y la fina tela de la blusa definitivamente no era escudo contra el viento. Me estremecí y envolví mis brazos alrededor de mí misma en un esfuerzo por calentarme. —Oh, aquí, — dijo Logan. Se quitó la chaqueta, igual que los chicos tienen que hacerlo, y me la puso. —Debiste haber dicho que tenías frío. —Estoy bien. —No seas tonta. — Me ayudó a meterme las mangas. 

—Honestamente, prefiero no estar saliendo con una paleta helada. ¿Saliendo? Es decir, se trataba de una cita, pero ¿Estábamos saliendo ahora? Nunca había salido con alguien, así que no estaba realmente segura. De cualquier manera, el oírle decirlo me hizo muy feliz... y extrañamente nerviosa al mismo tiempo. Logan me dio la vuelta y ajustó la chaqueta alrededor de mi cuello y hombros. —Gracias —Murmuré. Estábamos de pie frente a una tienda de antigüedades, con sus ventanas iluminadas por la luz de fantasía, con antiguas lámparas, como las que mi abuelo tenía en su sala de estar. El resplandor se derramaba en la cara angular de Logan, brillando fuera de los bordes de sus gafas y destacando sus almendrados ojos... que miraban hacia mí. 

Sus dedos aún estaban en el cuello de la chaqueta. Entonces, su mano se movió hacia arriba, a mi hombro a mi mandíbula. Su pulgar rozó mi mejilla, acariciándola una y otra vez. Se inclinó lentamente hacia mí, dándome mucho tiempo para detenerlo si quería. ¡Sí, claro! Como si no hubiera soñado con esto. Y me besó. No como un beso pre-fabricado, ni sólo como un besito bien. Fue un beso real. Suave, dulce y largo. El tipo de beso que había querido compartir con Logan Tucker desde que tenía quince años, y se sentía exactamente como yo siempre había imaginado que lo haría. Sus labios eran suaves y cálidos, y la forma en que se movían sobre los míos hacía que las mariposas de mi vientre se volvieran locas. Muy bien. 

Lo sé, lo sé. Creo que la PDA es bruta e inmadura, pero vamos. Estaba un poco distraída para poner atención en quién podría estar mirando. Así que, sí, si puse mis valores habituales de lado por un segundo y mis brazos alrededor de su cuello. Quiero decir, siempre podría volver a mi cruzada contra las muestras en público por la mañana. Llegue a casa alrededor de las once de la noche y papá estaba esperándome en el sofá. Me sonrió y bajo el volumen del televisor. 

—Hola abejorro. —Hola, papá—. Entré y cerré la puerta de la entrada. — ¿Cómo te fue la reunión? —Extraña, admitió papá. —Es raro estar de vuelta otra vez... pero voy a acostumbrarme. ¿Y tú? ¿Cómo fue tu cita? —Increíble —Suspiré. Dios, no podía dejar de sonreír. Papá iba probablemente a pensar que había tenido una lobotomía o algo así. —Eso es bueno, —dijo papá. -Dime otra vez, ¿Con quién saliste? Lo siento. No puedo recordar su nombre. —Logan Tucker. — ¿Tucker? — Repitió papá. — ¿Quieres decir el hijo de Chaz Tucker? ¡Oh, eso es genial, abejorro. Chaz es un buen tipo.

3 comentarios:

  1. ME ENCANTO!!!
    QUIERO UNA MARATON!!! C:
    VANEE AMO ESTA NOVE
    SUBE UNA MARATON PLIS :D

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    1. Hola gracias por comentar mis novelas claro mas tarde are una maratón aunque ya esta por terminar pero lo espero tu subas prontos las novelas saludos

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  2. Hay como amo tu novela :D hay espero el maraton con emocion quiero ver que pasa no puedo creer que ya vaya a terminar es una historia muy hermosa *o* Gracias por subir ;D

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