viernes, 7 de diciembre de 2012

El Amante De La Princesa Capitulo 2






Miley esperó que añadiera algo como «e igual de fría», pero al darse cuenta de que era sincero se le puso el corazón en la garganta.
—Tú también estás igual —respondió, desconcertada por lo vulnerable que se sentía. Vulnerable e incómoda. Y ella raramente se sentía así.
Cuando llegaron al segundo piso le hizo un gesto al guardia de seguridad que estaba de servicio mientras llevaba a Nick a la zona reservada para invitados.
—Creo que es la misma suite en la que te alojaste la última vez.
De hecho, sabía que lo era. Había pasado allí tiempo suficiente como para recordarlo.
—Como probablemente recordarás, éste es el salón y por ahí están el dormitorio y el cuarto de baño —le dijo, después de abrir la puerta.
—Me acuerdo —dijo Nick.

¿Estaría pensando lo mismo que ella? ¿Estaría recordando cuando se sentaban en el balcón y hablaban durante horas? ¿Recordaría la primera vez que la besó?
¿La primera vez que hicieron el amor?
Nunca antes o después un hombre la había hecho sentir más querida, más especial. Pero eso fue mucho tiempo atrás y tantas cosas habían cambiado desde entonces… ella había cambiado.
—Me acuerdo —dijo Nick entonces, mirando alrededor—. ¿Y sabes de qué más me acuerdo?
— ¿De qué?

—De esto —respondió él, tirando de su brazo.
Ocurrió tan rápidamente que Miley apenas tuvo tiempo de reaccionar. Nick la tomó entre sus brazos, el único sitio en el mundo en el que quería estar. El instinto le decía que se apartase, pero cuando buscó sus labios fue como si sólo llevaran un día separados.
Miley sabía que aquello estaba mal en todos los sentidos; para empezar porque él podría estar casado. Pero el familiar sabor de sus labios, el aroma de su piel… después de experimentar eso, Miley no podía, ni quería, hacer nada para detenerlo

Había sido más fácil de lo que esperaba, pensaba Nick mientras Miley se derretía entre sus brazos. Era tan dulce, tan excitante, tan sexy como antes. Enredando los dedos en sus rizos oscuros mordisqueó su labio inferior, preguntándose si eso seguiría gustándole… y la respuesta fue un suave gemido de placer.
Y él pensando que seducirla iba a ser una tarea difícil. Aunque hubiera sido lo más lógico. Al fin y al cabo, después de jurarle amor eterno, Miley lo había dejado plantado sin una explicación.
Como si hubiera leído sus pensamientos, ella se puso tensa de repente. Y para no presionarla, Nick no dijo nada cuando dio un paso atrás.

Lo miraba con sus ojos del color del mar embravecido; un gris profundo, turbulento. Tenía las mejillas rojas y podía ver su pulso latiendo en la garganta. Y, si era sincero consigo mismo, él mismo estaba sin aliento. A pesar de todo lo que había pasado, de cómo lo había utilizado, seguía excitándolo.
Y por eso utilizarla a ella sería más satisfactorio.
— ¿Por qué has hecho eso? —le preguntó, con voz temblorosa.
—Llevo diez años queriendo hacerlo.
Miley dio otro paso atrás, llevándose un dedo a los labios como si el beso la hubiera quemado.
—Podría llamar a los guardias de seguridad y hacer que te detuvieran por atacarme.
Nick sonrió porque sabía que nunca haría eso. Podía ser egoísta, caprichosa y manipuladora, pero no era vengativa. Al menos, no lo era antes.

—Pero no lo harás porque eso sería mentira. Tú lo deseabas tanto como yo.
Podía ver por su reacción que estaba en lo cierto, pero también sabía que no iba a quedarse callada.
—No sé qué clase de mujer crees que soy, pero no suelo relacionarme con… con hombres de los que no sé nada. Podrías estar casado.
¿Era por eso por lo que parecía tan escandalizado?
Nick se cruzó de brazos.
—Veo que no te has enterado, pero acabo de pasar por el divorcio más desagradable de la historia.
Esa información pareció pillarla por sorpresa.
—No, no lo sabía. Lo siento.

Lo curioso era que parecía sentirlo de verdad. Y él pensando que sólo se preocupaba por sí misma… pero no, no creía ni por un momento que hubiera cambiado en esos diez años. Y no dudaba que, tarde o temprano, la auténtica Miley haría su entrada. Pero cuando lo hiciera, él estaría preparado.
—Supongo que eso es lo que pasa cuando uno se casa con alguien de quien no está enamorado. Así que tú tenías razón.

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