martes, 4 de diciembre de 2012

Amor Desesperado Capitulo 31



—Una errata —dijo Nick, temiendo que se le cortara la digestión—. Esos editores de sociedad siempre se hacen un lío.
—Lo más interesante de todo —continuó Ben, haciendo caso omiso de Nick— era el nombre de la futura esposa.
—No sigas, Ben —advirtió Nick.
—Todos la conocemos —añadió.
Nick se pasó la mano por la cara y blasfemó entre dientes.
—Esto es una encerrona —se quejó.
Ben lo miró con cara de absoluta inocencia.
—Oye, has sido el que me ha llamado.
—Es una emboscada.
—Mi mujer es psiquiatra —intervino Joe con una sonrisa—. Ella lo denominaría una «intervención».
—Miley Polcenek —se asombró Ben—. La hermanita de Butch el abusón. ¿Cómo te comprometiste con ella?
—Es una historia muy larga —dijo Nick, y dio otro trago de cerveza—. Una de la que esperaba olvidarme hoy —añadió sombrío—. No era un compromiso de verdad.
—¿Así que en realidad no estabais liados? —preguntó Stan.

—No he dicho eso —miró sus caras expectantes—. No os interesa.
—¿Crees que vamos a perdernos la historia de cómo Nick se lió con la hermana del tipo que le rompió la nariz? —dijo Ben, recostándose en la silla.
Nick se dio por vencido y comenzó a hablar:
—Así que dice que me quiere y que no piensa volverme a ver —concluyó, tres cervezas después. Eso le dolía como si tuviera una estaca clavada en el corazón.
—A mí me parece muy lógico —dijo Stan, poniendo los ojos en blanco—. ¿Quieres que Miley vuelva contigo?

Sí. La respuesta llegó, inequívoca. Pero fue incapaz de decirlo en voz alta. Aún estaba luchando contra la idea de que necesitaba a Miley. Luchando y perdiendo la batalla.
—Me he acostumbrado a tenerla a mí alrededor. Me he acostumbrado a tenerla en mi vida.
—Estabas perfectamente antes de conocerla —le recordó Joe.
Nick asintió con la cabeza. Le resultaba difícil recordar cómo era su vida sin Miley, pero desde luego que no había creído que le faltara algo. No se reía tanto, recordó. No sentía tanto. Lo cierto es que en ese momento preferiría no sentir tanto.
—Y ahora ya no lo estás —dijo Joe.

Nick pensó en retomar su vida anterior, sin Miley. La idea le hizo sentirse enfermo.
—Clavadle un tenedor —dijo Ben, leyendo la verdad en su rostro—. Está vendido. Se ha enamorado de la hermana de Butch Polcenek.
—Nunca he creído en el amor. Por lo menos, no para mí —objetó Nick, arrugando la frente.
—Yo tampoco —dijo Joe.
—Ni yo —dijo Ben.
—Igual digo —apuntó Stan.
Nick volvió a sentir dolor de estómago.
—Admitirlo es la mitad de la batalla —anunció Ben—. Caemos pataleando, pero caemos.
—Y nos levantamos con una sonrisa en los labios —añadió Stan.
—Eso, claro, si consigues que vuelva —dijo Joe—. Te puedo decir, por experiencia personal, que recuperar a una mujer después de haberla perdido requiere dedicación total. Si no la quieres, si no te es tan imprescindible como el aire que respiras, no te molestes. Ahórrate el mal trago.

Miley era una mujer liosa, emocional, del tipo que Nick siempre había evitado. Sin embargo, ni una sola vez había deseado que saliera de su vida. Nunca la había deseado menos, siempre quería más.

Tenía la rara capacidad de hacerle sentirse poderoso como hombre y amado como ser humano. Estar con ella le hacía pensar que el mundo era maravilloso. ¿Estaba dispuesto a renunciar a ella? ¿Era capaz de renunciar a ella?
—A veces, la rendición es el primer paso para obtener la victoria —dijo Stan.
—La quiero —admitió Nick, y decirlo fue como quitarse un peso de encima—. La quiero junto a mí.
Sus amigos de toda la vida lo miraron en silencio.
—Necesito un plan.
Ben se echó a reír y levantó la cerveza para hacer un brindis.
—Ésa es la especialidad del Club de los Chicos Malos.


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