domingo, 2 de diciembre de 2012

Caperucita Y El Lobo Capitulo 36







Se detuvo en la parte inferior de las escaleras. Anthony se inclinó por encima de su hombro para mirar la cocina y luego en sentido contrario hacia la sala.
—Mi abuela estará devastada una vez que se dé cuenta que la engañaste para que vendiera.
—Ssshh. Esa cosa puede oírte —susurró—. Probablemente oye lo que pensamos.
Nunca había visto orejas tan grandes.
Lo mejor de escuchar tus mentiras, es saber que tienes un corazón cobarde.
Demi sacudió el hombro y Anthony perdió el equilibrio nuevamente. Se dio vuelta, inclinándose para lograr salir del agarre.
—La abuelita no sabía lo que estaba haciendo cuando firmó los documentos. No tenías derecho.
—Ssshhh… ssshhh… —Sus ojos estaban muy abiertos, Cadwick presionó un dedo en sus labios, luego trató de cubrirle la boca.
Demi se apartó.
—Ya basta.
—Entonces baja la voz. —Fue hacía la puerta, con las palmas de las manos extendidas, y miró a través de la ventana del arco de la puerta en la parte superior.
—¿Qué puedo hacer para obtener de nuevo la propiedad de mi abuela? ¿Qué tan legales están las cosas?
Cadwick miró por encima de su hombro y sus cejas se tensaron.
—Ella firmó la escritura. —Volvió su atención a la ventana—. Está hecho. Llevaré la escritura a la corte el lunes.
—¿Quieres decir que los papeles que están en tu bolsillo son los originales?
¿Podría ser verdaderamente tan fácil?
La miró de nuevo, con los ojos entrecerrados.

—Lo que sea que estés pensando, Caperucita, será mejor que lo olvides. He esperado mucho tiempo para vencer a Joseph Jonas. No voy a echarme atrás ahora.
Ella escuchó algo que dirigió su mirada hacia la puerta. Era suave, como un pie acolchonado en la grava del camino de la entrada. Apenas podía escucharlo.
Miró a Cadwick, todavía miraba como si pudiera leer su mente. Él no había oído nada en absoluto.

La manada estaba afuera. Podía sentirlos ahora que lo intentaba. Demi exhaló un suspiro, no se había dado cuenta de que se estaba conteniendo. No estaba sola. Cerró sus ojos por un minuto, abriendo su mente hacia ellos. Un profundo respiro trajo los aromas de la manada a su cuerpo, el almizcle de sus pelajes, el olor a la tierra del bosque, el salvaje olor de sus alientos.
—¿Qué pasa contigo? —Cadwick dijo y Demi abrió los ojos.
Se enderezó, dándole la espalda a la puerta, estudiando a Maizie atentamente.—Parece como si acabaras de ser abrazada o algo parecido.

Ella no pudo contener la sonrisa aunque lo hubiera querido.
—No puedo dejarte salir de aquí con esos papeles, Tony. Su ceño se frunció profundamente.
—Es Anthony y no sé cómo vas a detenerme, Caperucita Roja.
La puerta de repente se estremeció con un fuerte golpe. Saltaron y se dieron vuelta a tiempo para ver al lobo embestir de nuevo. Su enorme rostro partió en dos la ventana, la baba salpicaba el vidrio. Sus ojos brillaron por un instante, eran grandes y furiosos.
—Mierda. —Cadwick agarró la mano de Demi, tiró de ella—. La puerta trasera.
Vamos.

Demi podía liberarse, podía haberle roto el brazo si quisiera. Pero no lo hizo.
Quería esos papeles, así que fue con él a través de la sala de estar hasta el solar de la puerta trasera.
Cadwick se agachó al pasar por las ventanas de las paredes, mirando la oscuridad a su paso. Puso a Demi delante de él cuando llegó a la puerta, le pasó el brazo por la cintura y abrió la cerradura.
—Vamos —él dijo.
—¿Que pasa si esa cosa está afuera? —Sabía que no había nadie allí. Ricky todavía estaba en la puerta de frente con Shelly y Joy. Sólo había un lobo esperando en la parte trasera. Pero Cadwick no sabía eso.
—Supongo que lo averiguaremos. Ahora, vamos. —Él empuño el cuchillo y Demi se tambaleo hacía atrás, escasamente evitando la punta afilada. Empujo la puerta y fue más allá de la pérgola antes de que Cadwick la siguiera.

Un movimiento a su izquierda capturó su atención, un destello de pelaje rubio entre las flores iluminado por la luz de la luna. Pobre Lynn, su trabajo con el tinte de cabello no había cambiado al transformarse.
Un profundo gruñido hizo que los vellos de la nuca de Demi se erizaran y Cadwick corrió al lado de Demi.
—¿Oíste eso?
Demi asintió, permitiendo que Cadwick se agachara detrás de ella una vez más.
Él la abrazo por encima de los codos, usando su cuerpo para protegerse contra lo que fuera que los observaba desde las flores.

—Cristo, ¿qué clase de bestias malditas tiene Jonas en estos bosques? —Miró hacia la oscuridad—. No es que importe. Morirán una vez que yo termine con estas tierras.
El gruñido de Lynn se volvió primitivo. Saltó imponentemente desde unos girasoles
mostrando los dientes. El chillido de niña de Cadwick aturdió a Demi una fracción de segundo antes de que la empujara hacía el camino de Lynn.

Era demasiado tarde para detener a Lynn. Su pesado y duro pelaje se estrelló contra Demi, pecho contra pecho, derribándola, sacando el aire de sus pulmones. La cabeza de Demi golpeó el ladrillo del patio, las estrellitas comenzaron a bailar en sus ojos.
Lynn se retorció encima de ella, tratando de encontrar su equilibrio, sus largas patas de lobo y los filosos dientes se hincaban en el estómago de Demi mientras se lanzó a la caza. Siguió el rastro de Cadwick a través de las flores en la dirección opuesta, su rubio pelaje desapareció en el espeso follaje.
Superando el mareo, Demi los siguió, las hojas y los tallos se pegaban en su ropa, golpeando su rostro a pesar de usar sus manos como escudo. Se abrió paso en el borde del jardín en la esquina de la casa, ya iba a dar la vuelta cuando casi se volcó contra Joseph antes de que pudiera detenerse.

Arrojó su peso hacía atrás, aterrizando duramente contra su trasero, sus pies se deslizaron entre las piernas estiradas de Cadwick. Él se quedó tendido sobre su espalda, con la cara de Joseph gruñendo a pocas pulgadas y con su gruesa pata presionando su pecho.
Demi se hizo hacia atrás, se puso en pie antes de que los asustados ojos de Cadwick la encontraran.
—Ayúdame. Por favor. Ayúdame. —Su voz era entrecortada, presa del pánico.
Lynn dio un duro resoplido a unos pocos pies de distancia con su cola chasqueando una vez contra su rabadilla. Como si estuviera dando una señal, Ricky, Shelly, Joy y Shawn trotaron desde la parte delantera de la casa, formando un círculo alrededor de Demi, Joseph y el suplicante Cadwick.

Demi le dio una mirada a Shawn, su pelaje era más oscuro y el cuerpo más largo, contrastaba con el de Lynn. Él froto el hocico a lo largo del cuello de ella, tomando el lugar a su lado. Era nuevo en la manada, era nuevo en ser un hombre lobo, pero parecía encajar a la perfección. ¿Podría ser de esa manera para Demi? ¿Podría ella perdonar y olvidar?

Ella dio un paso más cerca de Joseph, su profundo gruñido vibraba a lo largo del pelaje de su espalda. Clavó los dedos en él, cerrando los ojos al sentir lo delicioso que era tocarlo. Su aroma llenó sus pulmones, era salvaje, a la tierra del bosque y el escaso indicio de la dulce colonia para hombres. Joseph se inclinó ante su toque, el cambio casi era imperceptible, pero era suficiente para enviar un escalofrió caliente que atravesó a Demi de cabeza a pies.
Bajó la mirada hacía Cadwick.
—Dame la escritura.

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