Tal y como Joseph había
sospechado, Jim no sabía cómo hacer un trabajo adecuado en la cabaña, así que
había llamado a Seth Burnham. Le había pagado una enorme suma para que se
desplazara a Colorado y había pasado tres días con él en la cabaña, montando el
sistema de seguridad.
—Esto es lo mejor que te puede ofrecer la tecnología —dijo
Seth, cuando por fin terminó—. Pero no sirve de nada si se te olvida
encenderlo. Así que acuérdate de ponerlo en marcha.
—Lo haré —prometió Joseph.
Pero mientras llevaba a Seth de nuevo al rancho en la
camioneta de Sebastian, no estaba pensando en el sistema de seguridad. Estaba
pensando en la cama doble de la cabaña, en la que había puesto sábanas limpias.
Y estaba pensando en los demás preparativos que había hecho. Había construido
un biombo para tener privacidad en la única habitación de la cabaña. Había
puesto flores en un jarrón y acumulado infusiones porque sabía que
probablemente, Demi
estaba harta de café.
Estaba pensando en el día siguiente, cuando Demi, Elizabeth y él estuvieran en la camioneta de
Sebastian, de camino a la cabaña. Y tenía la esperanza de que Elizabeth
durmiera su siesta habitual de dos horas.
Después de la visita que había recibido aquella primera
mañana, Steven Pruitt no se había arriesgado a acercarse tanto a la casa de
nuevo. No tenía intención de enfrentarse a tres vaqueros enfadados, sobre todo
cuando uno de ellos llevaba un rifle y parecía que estaba dispuesto a usarlo.
Así que Steven había reunido sus considerables habilidades
para conseguir información de los habitantes de Huérfano. Sus dotes de actor
también le habían resultado muy útiles, exactamente igual que cuando trabajaba
para el Lovato Publishing Group. Lovato había perdido un reportero de investigación
magnífico al cometer la estupidez de despedir a Steven Pruitt.
Y quizá fuera el error más caro que hubiera cometido Russell
P. en toda su vida. A los habitantes de Huérfano les gustaba hablar, y le contaron
muchas cosas sobre el misterioso bebé que llevaba seis meses viviendo en el
Rocking D. No hacía falta ser un genio para figurarse de quién era ese bebé,
aunque Steven sabía que los tests de inteligencia le concedían una puntuación
de genio.
Esperar al momento idóneo para cobrar su pieza le había
resultado gratificante hasta extremos insospechados. Además del placer visceral
del que había disfrutado durante los seis meses que había pasado acosando e
intimidando a la preciosa hija de Russell P. había averiguado la existencia de
la nieta de Lovato, y tenía la oportunidad
de atrapar a la nieta al mismo tiempo que a la hija.
Y lo conseguiría. La suerte estaba de su parte. Estaba en
Buckskin, un bar del pueblo, cuando un tipo llamado Jim había entrado a tomarse
una cerveza. El tipo estaba muy ofendido porque Sebastian Daniels había llevado
a un experto de Los Angeles al Rocking D para que instalara un sistema de
seguridad en una cabaña que había dentro del rancho. Jim no entendía, en primer
lugar, para qué necesitaban un sistema de seguridad tan sofisticado para una
cabaña.
Steven había observado lo mucho que Demi se había unido a aquel novio suyo. No había duda
de que era el padre de la niña. Steven apostaría su último dólar a que iban a
vivir en aquella cabaña los tres. Por fin, la oportunidad que estaba esperando.
siguela please.....me dejas con muchas dudas.....¿que pasara en esa cabaña?.....sube pronto!!!
ResponderEliminarsaludos cuidate mucho.....