miércoles, 2 de enero de 2013

El Amante De La Princesa Capitulo 8





—¿Y el coste de la vida?
—Es más alto en la costa, claro, pero razonablemente bajo en el interior.
—¿Hay incentivos arancelarios para los propietarios de negocios?
—Por supuesto. ¿Por qué lo preguntas?
Nick se encogió de hombros.
—Por curiosidad.

No estaría pensando irse a vivir allí, ¿no? Había mencionado algo sobre su deseo de ampliar los proyectos internacionales de su gabinete… pero no abriría un gabinete de arquitectura en Morgan Isle. Y, aunque así fuera, ella no tendría por qué verlo a diario.
Además, no debería importarle en absoluto lo que hiciera. Nick ya no era nada para ella. Al menos, eso era lo que quería creer.

—Ya hemos llegado — Miley señaló el hotel, como un centinela vigilando sobre los demás edificios.
Nick se echó hacia delante para verlo mejor, tan cerca que Miley podía sentir el calor de su piel y el sutil aroma de su colonia.
Y tuvo que hacer un esfuerzo para no apartarse. E incluso más para no tocarlo, para no esconder la cara en su cuello como solía hacer…
En lugar de eso se quedó inmóvil, esperando que él no se diera cuenta.
—Había visto fotografías, pero no le hacen justicia.

—No se puede apreciar hasta que lo has visto con tus propios ojos.
Aquello era lo mejor de la visita, pensó mientras observaba la expresión de Nick. En la costa, a unos pasos de una playa privada, era desde luego un trozo de paraíso. Y él parecía genuinamente impresionado.

Pero por fin Nick se echó hacia atrás y Miley pudo respirar de nuevo.
—Arquitectura clásica, pero con un equilibrio perfecto entre el clasicismo y la modernidad. La verdad, siento cierta envidia. Me hubiera gustado diseñarlo.
—Tuvimos suerte de encontrar un edificio tan bonito en el sitio ideal. Aunque las reformas están siendo carísimas — Miley se inclinó hacia delante para hablar con el conductor—. Llévenos a la entrada de servicio —luego se volvió hacia Nick —. Desde allí puedes ver el Houghton y la parcela donde se construirá el balneario.

Poco después salían del coche y Nick se puso unas gafas de sol.
Se movía con la gracia y la confianza de un hombre que se sabía atractivo, pero sin la arrogancia tan común en los hombres guapos.

Parecía cómodo en su propia piel. Claro que siempre había dado esa impresión.
—Cómo puedes ver, aún hay mucho trabajo por delante. Fue uno de los primeros hoteles que se construyeron aquí y los Houghton han sido propietarios de la parcela durante generaciones. Sus antepasados son casi tan antiguos como la familia real.
Él asintió, quitándose las gafas de sol.

—Es un edificio precioso. En los últimos años, más de la mitad de mi trabajo ha consistido en restaurar edificios antiguos y estoy seguro de que si los Houghton lo hubiesen cuidado mejor la estructura podría haberse salvado. Pero en estas condiciones… — Nick sacudió la cabeza—. No merece la pena conservarlo.
—Los edificios históricos de la zona han recibido subvenciones oficiales para costear reformas. Desgraciadamente, los Houghton nunca las solicitaron.
—Supongo que no se puede ayudar a la gente que no quiere ayuda. Bueno, ¿por qué no me enseñas el interior del hotel?
—Sí, claro.
Entraron a través de la cocina y, aunque la hora del desayuno había terminado, los cocineros ya estaban ocupados con el almuerzo.
—Muy moderna —comentó Nick.
—Sólo lo mejor, ya ves.
—Phillip me contó que tú habías sido la responsable de las reformas en la cocina.
—En parte, sí.
—Y también me dijo que eras una gran chef.
¿También le habría dicho que eso no le parecía bien? Porque no le sorprendería en absoluto.
—Es una de mis pasiones. Estudié alta cocina en Francia.
—Recuerdo que solías ser muy apasionada —sonrió él—. Pero eso debió ser después de conocerte. Lo de estudiar alta cocina, quiero decir.
Miley asintió con la cabeza. Aunque no mucho después. Una cosa más por la que podía darle las gracias.
—¿Tus padres te dejaron ir a Francia a estudiar?
En realidad, había tenido que convencerlos.
—Digamos que llegamos a un acuerdo.

—Pues debió ser un acuerdo muy interesante.
Aunque a ella no le sirvió de nada porque cuando volvió a casa tuvo que hacerse cargo de sus obligaciones reales. Debería haber imaginado que sus padres nunca la dejarían realizarse como chef.

—Tener mi propio restaurante siempre ha sido mi gran sueño — Miley miró los modernos electrodomésticos, el mobiliario, la carta que ella misma había diseñado…
Quizá nunca tendría oportunidad de usarla, pero aquella era su cocina.
Alguien dejó caer una sartén entonces y el guardaespaldas llegó inmediatamente a su lado, pero Miley le hizo un gesto con la mano para que se apartase.
— ¿Cuántos guardaespaldas sueles llevar? —preguntó Nick.

—Depende de la ocasión. Los miembros de la familia real no pueden salir de palacio sin llevar escolta. Salvo Ethan, que se niega. Pero Maurice — Miley señaló al hombre que iba tras ellos —es uno de los más leales. ¿Verdad que sí, Maurice?
El hombre esbozó una sonrisa.

—¿No te molesta que haya alguien siguiéndote constantemente?
—Antes sí, ahora casi no me doy cuenta. Además, es necesario.
—¿por qué? ¿Has recibido amenazas?
Le sorprendió ver un brillo de inquietud en sus 0jos ¿De verdad seguía preocupado por ella después de tantos años?

—No a mí personalmente, ni a Phillip, pero hay que tener cuidado. Mi abuelo sufrió un intento de asesinato hace años. Y mi padre, el rey Frederick, tuvo que lidiar con algunas situaciones… complicadas. Era un hombre muy arrogante, debo decir, y bastante egoísta.

Los métodos e ideales de su padre eran algo que ella no aprobaba, pero Phillip había ido transformando la institución poco a poco para adaptarla al siglo XXI.
—Bueno, sigamos.

Aunque sus apariciones públicas solían causar revuelo, mientras le enseñaba el vestíbulo con su elegante cascada,  Miley notó que muchos ojos estaban clavados en Nick. ¿Y por qué no? Era el tipo de hombre al que otros hombres miraban con envidia y las mujeres con admiración. Ella no era celosa, pero en circunstancias diferentes…
Circunstancias que no tendrían lugar, se recordó a sí misma.

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