— ¡Oh, Dios! ¡Otra vez no!
Demi estaba mecanografiando una carta
al día siguiente por la mañana en su despacho cuando se sintió invadida de
nuevo por una sensación de náusea. Un sudor húmedo y frío se apoderó de todo su
cuerpo...
Tomó su bolso con desesperación y
buscó las galletitas que había recordado llevar consigo aquel día. Justo cuando
las había encontrado, Joe entró en la sala.
—Me gustaría que telefonearas por
mí a este número de París. Es el despacho de un cliente mío y necesito...
Él dejó de hablar y frunció el
ceño con preocupación al percatarse de la palidez que reflejaba la cara de Demetria.
Nerviosa, a ella se le habían
caído las galletitas con su envoltorio al suelo y, al tratar de tomarlas, las
pisó con el tacón de su zapato. Antes incluso de examinar la evidencia, supo que
estaban destrozadas.
En ese momento la sensación de
náusea empeoró debido a la angustiosa desesperación que sintió. Se levantó de
su escritorio y salió del despacho apresuradamente sin explicarle a Joe a dónde se dirigía.
— ¡Demetria!
Ella oyó que él la llamaba y se
percató de la frustración y del desconcierto que reflejó su voz.
— ¿Estás enferma de nuevo? ¿Qué
ocurre? ¡Dio! ¿Por qué no me lo
dices?
Cuando Demi
se sintió lo suficientemente bien como para regresar a su despacho,
descubrió que Joe estaba todavía allí. Este
estaba mirando por la ventana. La tensión se palpaba en sus anchos hombros. Al
oírla llegar, se dio la vuelta. Tenía una expresión tan angustiosa reflejada en
la cara que le impresionó mucho.
Parecía ser un hombre que acababa
de despertar de un sueño... de un sueño particularmente triste.
Algo se alteró dentro de Demi ante la idea de que él estuviera sufriendo y
casi se olvidó momentáneamente de la razón de su precipitada visita al cuarto
de baño. Casi...
— ¿Joe?
¿Estás bien? —le preguntó.
— ¡Soy yo el que tengo que
hacerte esa pregunta a ti! —Contestó él con la impaciencia reflejada en la
voz—. Obviamente algo no marcha bien cuando te pones tan blanca como el mármol
y sales corriendo del despacho. ¿Qué te ocurre, Demetria?
¡No me ocultes nada! Simplemente dime la verdad.
Respirando profundamente, y
apartando la silla de detrás de su escritorio para sentarse, Demi suspiró y confesó su secreto.
—Estoy embarazada.
— ¿Estás embarazada?
No fue una pregunta con lo que
respondió Joe, sino simplemente con la
afirmación de un hecho que parecía serle bastante distante. Ella sintió como un
helador frío se apoderaba de su espalda.
Por alguna razón, la indiferencia
de él le intimidó más que si Joe se hubiera
enfadado mucho... que era, en realidad, lo que había estado esperando.
— ¿El bebé es de tu ex novio? ¿Es
eso lo que estás queriendo decirme?
La asunción de él la desconcertó.
—Rompí con Hayden tres meses
antes de que tú y yo nos conociéramos, Joe...
y sólo estoy embarazada de doce semanas. Así que... no, él no es el padre de mi
bebé. Eso no es lo que estoy diciéndote en absoluto.
—Entonces... ¿estás tratando de
decirme que yo soy el padre?
—Sí —respondió Demi, mirándolo fijamente a los ojos.
Joe respiró profundamente. Pero
aunque sintió y oyó su propia manera de respirar, se sintió más como un
observador. Una surrealista sensación se apoderó de él durante un momento,
momento en el cual se sintió alejado de todo tipo de realidad.
Entonces, cuando comenzó a
reaccionar, unos sentimientos que había enterrado hacía mucho tiempo intentaron
romper el caparazón que los rodeaba.
La mujer que tenía delante lo
miró con una sorprendente seriedad a pesar de la emoción que acababa de
despertar en él y esperó a que hablara. Pero ella no sabía que Joe estaba teniendo serios problemas en aquel
mismo momento simplemente al intentar hacerlo. Cuando finalmente contestó, lo
hizo con la voz muy contenida.
— ¿Y esperas que crea esta
injuriosa alegación?
—Querías la verdad, querías que
no te ocultara nada.
Joe comenzó a temer
que Demetria estuviera tratando de engañarlo
o, peor aún, que estuviera intentando chantajearlo para que se responsabilizara
del hijo de otro hombre. La rabia se apoderó de sus sentidos.
—Sólo nos acostamos juntos en una
ocasión, cara mia... ¿te acuerdas? ¡Y
hace más de tres meses de aquello! ¿Cómo puedo saber cuántos hombres han pasado
por tu cama desde entonces?
Repentinamente, ella pareció tan
angustiada como si él le hubiera pegado. Pero en aquel momento Joe no tenía mucha compasión. Realmente quería
saber la verdad. Aunque fuera doloroso. Se preguntó si aquella mujer a la que
apenas conocía, pero que lo había cautivado bajo su hechizo, era capaz de ser
sincera con él.
Pensó que ella no podía hacerse
idea alguna de la confusión y, contra toda lógica, de la agridulce esperanza
que aquella noticia había provocado en su interior debido a su propia dolorosa
experiencia con aquella coyuntura.
En el momento en el que Demetria se había levantado y marchado
apresuradamente del despacho, él había pensado inevitablemente en Sophia...
había recordado la trágica manera en la que ésta había perdido la vida... Había
sido consciente de que no iba a poder soportar si el destino también le
arrebataba a Demi.
—Sea lo que sea lo que creas, ¡no
soy alguien que se va acostando por ahí con muchos hombres! —exclamó ella—. Lo
que ocurrió entre nosotros fue una excepción... ¡algo que sólo ocurre una vez
en la vida! Quizá todavía estaba disgustada por lo que había ocurrido con mi
ex, pero te juro que no me acosté contigo por despecho.
— ¿Realmente crees que el niño
que llevas en tu interior es mío?
—Estoy completamente segura. No
es algo que fuera a inventarme. ¡No... no estoy buscando dinero ni nada de eso!
Simplemente pensé que debía contártelo. Te juro que no tengo ningún otro tipo
de intención.
—Pero, aun así, no te esforzaste
mucho en tratar de ponerte en contacto conmigo para decirme que estabas
embarazada, ¿verdad? Si creo lo que dices, apareciste en mi despacho por mera
coincidencia, sin saber que era yo el que podía llegar a ser tu nuevo jefe.
¿Qué habría ocurrido si no hubieras podido optar a ser mi asistente personal?
¡Dime! ¿Cuándo ibas a haberme contado que estás esperando un hijo mío, Demetria? ¿Cuando naciera el niño? ¿O cuando
tuviera cinco o diez años?
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