—Desde luego —dijo Joseph —.
No va a poder acercarse a Demi ni a Elizabeth.
Demi se sintió reconfortada por aquellas
palabras, pero mientras se aproximaban a la casa tuvo una idea terrible, una
que explicaría muchas cosas.
—Ahora estoy empezando a dudar de que ese hombre no sepa de
la existencia de Elizabeth —dijo, con un nudo de ansiedad en el estómago—.
Seguramente, al principio no lo sabía, pero quizá lo haya averiguado. Quizá ésa
sea la razón por la que ha esperado tanto tiempo, para poder atrapamos a
Elizabeth y a mí a la vez. Con la hija y la nieta de los Lovato, podría conseguir cualquier cosa de mis
padres.
—No importa —dijo Sebastian—, porque no va a acercarse a
ninguna de vosotras dos.
—Lo sé, pero... — Demi se detuvo en los escalones del porche y
recordó la agonía que había sentido al dejar allí a su hija. Aquel sacrificio
le había parecido necesario, y quizá todavía lo fuera—. Puede que lo mejor sea
que yo vuelva a irme —dijo suavemente—. Hasta el momento lo he tenido
distraído. Quizá debería...
— ¡No! — Joseph la agarró
del brazo como si pensara que iba a echar a correr hacia el bosque—. No puedes
hacer eso.
—Yo tampoco creo que sea conveniente —intervino Sebastian—.
Quiero a esa niña como si fuera mi propia hija, pero el hecho es que no es mi
hija, y que tiene que estar con su madre —se detuvo y lanzó a Joseph una mirada significativa— y con su padre.
Antes de que Nat pudiera
responder, la puerta principal se abrió y Travis salió al porche, tan guapo
como siempre y con una enorme sonrisa, seguido de un enorme gran danés castaño,
que empezó a jugar por el porche con Fleafarm.
—¡Me pareció que oía a alguien hablando aquí fuera!
—exclamó—. Gracias por avisarnos, Sebastian, amigo. Sadie, tranquila.
—Acaban de llegar —respondió Sebastian.
—Sí, sí, claro —dijo Travis, mientras cruzaba el porche en
dos zancadas—. Admite que los estabas monopolizando —abrazó a Demi y le dio un sonoro beso en la
mejilla—. Así que por fin has decidido aparecer, Demi. Si no fueras tan guapa y me
cayeras tan bien, te daría una azotaina.
Demi pensó que era el mismo Travis de siempre
y sonrió sin poder evitarlo.
—Yo...
—No molestes a la señorita, Travis —dijo Boone mientras se
acercaba a ellos, tan alto como lo recordaba Demi —. No todas las mujeres agradecen
ese tipo de trato.
—No conozco ninguna que se haya quejado —respondió Travis, y
soltó a Demi —. ¡Eh, Joseph!
—dijo, extendiendo la mano hacia él—. Espero que no te importe que le haya dado
un beso a tu novia.
Nat carraspeó.
—No es mí...
—Hola, Boone —dijo Demi. Quería evitar que Joseph negara su relación. Sebastian,
Travis y Boone querrían discutírselo, y aquél no era el momento ni el lugar—.
Siento mucho todos los problemas que os he causado —añadió. Se puso de
puntillas y le dio un beso en la mejilla a Boone.
Boone la abrazó.
—No te culpo —le dijo—. Estabas intentando proteger a tu
hija.
—Gracias por tu comprensión.
Con aquellos cuatro hombres a su lado, su miedo se mitigó.
Aquellos tipos eran un hueso duro de roer para cualquiera. Por eso Demi había dejado a su hija con ellos.
—Todo va a salir bien —dijo Boone, y sonrió para darle
confianza. Después se volvió hacia Joseph —.
Me alegro de que hayas vuelto a casa, amigo —dijo, y le estrechó la mano.
—Yo también me alegro.
—Estoy seguro de que sí te alegras —intervino Travis—. Parece
que por allí estaban cortos de peluqueros.
—Estaban cortos de muchas cosas —respondió Joseph —. Y a los peluqueros...
—Bueno, yo quiero decir dos cosas —interrumpió Boone—. La
primera, quiero que sepas que estoy muy orgulloso de lo que has hecho al ir a
ayudar a esos niños. Y lo largo que tengas el pelo me importa un comino.
—Gracias —dijo Joseph.
—Quería decirte eso primero —añadió Boone—, porque lo segundo
es lo que más me preocupa. Si no intentas ser un verdadero padre para
Elizabeth, te patearé el trasero hasta Nuevo México.
Demi se quedó asombrada de que alguien con
unos modales tan afables como Boone profiriera semejante amenaza. Decidió
intervenir.
—No creo que se deba obligar a nadie a...
—Mira, Demi —dijo Travis—, Boone y yo
teníamos un par de cosas que decirle a nuestro amigo Joseph, así que no intentes que se libre de la charla.
De hecho, les hemos pedido a nuestras esposas que esperaran dentro para poder
aclarar unas cosas con él antes de que vea a la niña. Supongo que ya podemos
entrar, siempre y cuando Joseph entienda
cuál es nuestra posición en esto del bebé.
—Oh, la entiendo —admitió Joseph
—. Pero me temo que me habéis puesto las cosas un poco difíciles. He intentado
explicarle a Sebastian que yo...
—Eh —dijo Boone, y le puso la mano sobre el hombro a Joseph —. Escucha, yo no hablo mucho de ello, pero
mi padre también me pegaba.
—Sí —dijo Joseph —, pero
me apuesto lo que quieras a que no era lo mismo.
—Seguro que no —dijo Travis—. Probablemente, Boone superó la
estatura de su padre cuando tenía diez años.
—No importa que fuera lo mismo o no —insistió Boone
obstinadamente—. Él todavía podría ganarnos, pero yo no soy como mi padre, y tú
tampoco eres como el tuyo, Joseph. Así que
no te rindas tan rápidamente, incluso antes de ver a Elizabeth.
—Sí —añadió Travis—. Te va a robar el corazón, Joseph.
—Eso está claro —dijo Sebastian.
Joseph miró a sus amigos con incertidumbre.
Demi posó la mano en su brazo para darle
ánimos y cuando él la miró, le sonrió, pese a que tenía un cosquilleo de
inseguridad en el estómago.
—Vamos a ver a nuestra hija —murmuró ella.
Joseph sacó toda la fuerza que pudo de la mirada de Demi. Ojalá pudiera abrazarla durante
un minuto antes de entrar en la casa, pero eso no era posible.
Miró una vez más a sus amigos y se dio cuenta de que los tres
esperaban demasiado de él. Sin embargo, no podía decírselo. Ya se sentía un
fracasado por haber dejado embarazada a Demi y haber permitido que se enfrentara sola a
aquella experiencia.
—Lo haré lo mejor que pueda —dijo.
—En ese caso —dijo Sebastian—, todo saldrá bien. Y ahora,
entremos a disfrutar del fuego de la chimenea.
Cuando todos entraron en la casa que Joseph
había llegado a considerar como un segundo hogar, Matty los saludó a Demi y a él con la confianza de ser la
señora de la casa. Y lo era, con su embarazo y todo. Mientras Matty les tomaba
los abrigos y comenzaban las presentaciones, Joseph
notó la tensión de Demi mientras esperaba al momento de ver a la niña. La hija a la
que ellos habían engendrado. Su propia hija. Joseph
no había conseguido asimilar aquella realidad.
Antes de que pudieran recorrer el pasillo hasta la habitación
de Elizabeth, debían conocer y saludar a las mujeres que habían ayudado a criar
al bebé durante seis meses. Conocieron a la mujer de Travis, Gwen, una chica
morena y alta a la que él recordaba vagamente como una de las mejores amigas de
Matty, y a Shelby McFarland, la mujer rubia y delgada de Boone. Supieron que
Shelby y Boone acababan de adoptar al sobrino de tres años de Shelby, Josh, y
que el niño estaba dormido en la habitación con Elizabeth.
siguela....URGEEENTEEE....
ResponderEliminarme va a dar un infarto si no la sigues....PLEASE PLEASE....
como ira ser la reaccion de Joe y de la bebe al ver a Demi la reconocerá o no .....siguela y tambien sigue las otras noves...!!