miércoles, 16 de enero de 2013

Un Refugio Para El Amor Capitulo 32




—Desgraciadamente, sí —respondió Demi mirando a su hija con un nudo en la garganta—. Tal y como yo lo veo, puedo hacer dos cosas: o llamar a mis padres y pedirles protección o... suponiendo que ese tipo no sepa de la existencia de Elizabeth, marcharme de nuevo antes de que lo averigüe.
Matty se volvió hacia ella, y la miró atentamente.
—Y entonces ¿qué? ¿La dejarías con nosotros indefinidamente?
A Demi no se le escapó el entusiasmo inconsciente de la voz de Matty. No la culpaba por no preocuparse de qué le ocurriría a ella en aquella situación. Matty estaba preocupada, principalmente, por el bienestar de Elizabeth, y así debía ser.
—En ese caso, la dejaría con vosotros para siempre —murmuró Demi, sintiendo una agudo dolor en el pecho—. Si vuelvo a marcharme, no regresaría por ella. Eso no sería justo para nadie, y menos para la niña.
Matty tragó saliva, pero no dijo nada. Luego dejó la cuchara y tomó un paño húmedo que había junto al plato de compota. Lentamente, con ternura, le limpió la carita a Elizabeth mientras la niña intentaba agarrar el trapo y gorgojeaba.
Sin soltar el trapo, Matty miró a Demi. Tenía los ojos brillantes de emoción.
—Por supuesto que a mí me gustaría quedarme con esta niña para siempre. Sebastian sería completamente feliz. Y todo el mundo. Travis, Gwen, Boone, Shelby, Luann y el pequeño Josh —dijo. Carraspeó y continuó hablando—. Antes de quedarme embarazada, es posible que no hubiera entendido el sacrificio que sugieres. Pero ahora sí lo entiendo, y no puedo permitir que hagas algo así.
Demi contuvo sus propias lágrimas.
—Si es lo mejor para Elizabeth...
—No lo es —respondió Matty con firmeza—. ¿Solías cantarle a Elizabeth?
— ¿Cantarle? ¿Por qué?
—Puede ser una buena forma de acercarse a ella.
—Oh... — Demi nunca había conocido a una mujer tan buena como Matty Daniels. Cualquiera se daría cuenta de lo unida que estaba a Elizabeth, y la idea de perder a la niña tenía que ser muy dolorosa. Y de todos modos, Matty estaba intentando ayudarla a conectar de nuevo con su hija—. Sí, yo le cantaba.
—Me lo imaginaba. La mayoría de nosotros lo hace, supongo que instintivamente. ¿Por qué no intentas cantarle ahora? —sugirió.
—¿Aquí?
—Sí. Ahora acaba de comer y está muy contenta —dijo Matty—. Como yo estoy aquí, ella no se siente amenazada porque tú también estés. Y nadie más la va a distraer. ¿Qué te parece?
—Bien —respondió Demi, y sonrió tímidamente a Matty—. Pero me siento como si estuviera actuando en un club de Las Vegas.
Matty le devolvió la sonrisa.
—Te prometo que seré una buena espectadora.
Demi respiró profundamente y azorada, comenzó a cantar.
Elizabeth la miró inmediatamente. Con dos dedos metidos en la boca, se concentró en el rostro de Demi.
Demi continuó cantando y poco a poco, se olvidó de que Matty estaba allí, mientras buscaba en la expresión del bebé la más mínima señal de reconocimiento.
Elizabeth estaba fascinada con la canción, pero quizá se sintiera fascinada cada vez que alguien le cantaba.
—Continúa cantando y cámbiate de sitio conmigo —le dijo Matty.
Cuando Demi y Matty se levantaron, Elizabeth se alarmó. Miró rápidamente de una a la otra mientras se cambiaban de silla, lo cual hizo que Matty se quedara más lejos de ella y Demi, justo enfrente.
Demi tuvo un momento de pánico cuando vio que la carita del bebé se arrugaba como si fuera a empezar a llorar. Entonces Matty, que obviamente ya había escuchado suficiente de la canción como para poder seguir la melodía, comenzó a tararear con Demi. Desafinaba mucho, pero a Demi no le importó. El truco sirvió para que Elizabeth no llorara.
La atención de la niña alternaba entre las dos mujeres mientras el improvisado dueto continuaba, y su mirada de asombro casi consiguió que Demi se echara a reír. Pero continuó cantando. Debía de haber comenzado a sonreír sin darse cuenta, porque ocurrió un milagro. Elizabeth la miró y sonrió también.
A Demi se le hizo un nudo en la garganta y no pudo cantar más. Pero, cuando la sonrisa de Elizabeth se desvaneció y comenzó a fruncir el ceño de nuevo, Demi hizo un esfuerzo sobrehumano y comenzó a cantar de nuevo, sonriendo.
Matty comenzó a añadir palabras a su tarareo, pero no era la letra de la canción.
—Lo estamos haciendo muy bien —canturreó—. ¿Qué te parece si...?
El sonido de los casos de los caballos les llegó desde fuera.
Matty saltó de la silla y miró por la ventana de la cocina.
—Ya han vuelto —dijo con un suspiro de alivio.
Demi se levantó también y se acercó a la ventana, casi atemorizada por lo que podía ver.
—Están bien —dijo.
—Eso parece —Matty salió de la cocina para desconectar la alarma y después volvió a asomarse por la ventana—. No veo sangre.
—Yo tampoco — Demi no podía dejar de admirar la soltura con la que Joseph montaba a caballo. Siempre se le olvidaba que se había criado en un rancho y que era un verdadero vaquero. Y en aquel momento, verdaderamente estaba en su papel.
Elizabeth empezó a dar golpes en su mesa con las dos manos.
Matty miró al bebé.
—Creo que alguien echa de menos el espectáculo.
Demi siguió su mirada y se sintió gratificada al darse cuenta de que Elizabeth estaba muy alegre.
—¿Crees que hemos hecho algún progreso?
—Estoy segura. Creo que cantar es un buen método de acercamiento. Podrías seguir con eso. Siento haber estropeado tu canción con mis maullidos, a propósito.
A Demi la habían educado para ser reservada con las personas hasta que las conociera bien, pero en aquel momento, le pareció la cosa más natural del mundo darle un abrazo a Matty.
—¿Estás de broma? —le preguntó con una risa—. Tus coros me han salvado.
Matty se rió.
—Asegúrate de decirle eso a Sebastian —dijo, mientras se abría la puerta de la cocina y éste hacía su aparición—. Se ha ofrecido a pagarme con tal de que no cante.
—No, lo has entendido mal —dijo él. Con el rifle en la mano, se acercó a su mujer y le dijo un beso—. Yo he dicho que te pagaría para que bailaras en vez de cantar. Creo que todos deberíamos dedicarnos a aquello para lo que tenemos más talento, y claramente, tu talento está en el baile —aseguró. Después, salió de la cocina para colocar el rifle en su armario.
—¡Espera un segundo! —Dijo Matty—. ¿Habéis averiguado algo allí arriba?
—Pregúntale a Travis —respondió Sebastian desde el pasillo.

3 comentarios:

  1. amigaaaaaaaaaaaaaaaaa!!
    me encanto
    aaaaaaaawwwwwww
    esta nove es tan tan tan
    ay nose como explicarlo
    solo se qe me fascina !!
    por fa siguelaa tamb sube El Amante De La Princesa por fis C:
    me encantan vane >.<
    besitos cuidate
    tequiero
    byeee

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  2. digo lo mismo....esta novela tiene un poco de ternura, amor, misterio....
    en serio ME ENCANTA ESTA NOVE.....
    siguela pronto espero mas capis.... y no te olvides de las demas novelas...

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  3. Vaneeee.....q pasa q no subes...!!!
    m tienes desesperada porque no subes capis....y a la vez preocupada porque tu nunk has dejado de subir capis tanto tiempo....espero que estes bien...y q subas PROOOONNNTOOO.....

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