—Desgraciadamente, sí —respondió Demi mirando a su hija con un nudo en
la garganta—. Tal y como yo lo veo, puedo hacer dos cosas: o llamar a mis
padres y pedirles protección o... suponiendo que ese tipo no sepa de la
existencia de Elizabeth, marcharme de nuevo antes de que lo averigüe.
Matty se volvió hacia ella, y la miró atentamente.
—Y entonces ¿qué? ¿La dejarías con nosotros indefinidamente?
A Demi no se le escapó el entusiasmo inconsciente de la voz de
Matty. No la culpaba por no preocuparse de qué le ocurriría a ella en aquella
situación. Matty estaba preocupada, principalmente, por el bienestar de
Elizabeth, y así debía ser.
—En ese caso, la dejaría con vosotros para siempre —murmuró Demi, sintiendo una agudo dolor en el
pecho—. Si vuelvo a marcharme, no regresaría por ella. Eso no sería justo para
nadie, y menos para la niña.
Matty tragó saliva, pero no dijo nada. Luego dejó la cuchara
y tomó un paño húmedo que había junto al plato de compota. Lentamente, con
ternura, le limpió la carita a Elizabeth mientras la niña intentaba agarrar el
trapo y gorgojeaba.
Sin soltar el trapo, Matty miró a Demi. Tenía los ojos brillantes de
emoción.
—Por supuesto que a mí me gustaría quedarme con esta niña
para siempre. Sebastian sería completamente feliz. Y todo el mundo. Travis,
Gwen, Boone, Shelby, Luann y el pequeño Josh —dijo. Carraspeó y continuó
hablando—. Antes de quedarme embarazada, es posible que no hubiera entendido el
sacrificio que sugieres. Pero ahora sí lo entiendo, y no puedo permitir que
hagas algo así.
Demi contuvo sus propias lágrimas.
—Si es lo mejor para Elizabeth...
—No lo es —respondió Matty con firmeza—. ¿Solías cantarle a
Elizabeth?
— ¿Cantarle? ¿Por qué?
—Puede ser una buena forma de acercarse a ella.
—Oh... — Demi nunca había conocido a una mujer tan buena
como Matty Daniels. Cualquiera se daría cuenta de lo unida que estaba a
Elizabeth, y la idea de perder a la niña tenía que ser muy dolorosa. Y de todos
modos, Matty estaba intentando ayudarla a conectar de nuevo con su hija—. Sí,
yo le cantaba.
—Me lo imaginaba. La mayoría de nosotros lo hace, supongo que
instintivamente. ¿Por qué no intentas cantarle ahora? —sugirió.
—¿Aquí?
—Sí. Ahora acaba de comer y está muy contenta —dijo Matty—.
Como yo estoy aquí, ella no se siente amenazada porque tú también estés. Y
nadie más la va a distraer. ¿Qué te parece?
—Bien —respondió Demi, y sonrió tímidamente a Matty—. Pero me
siento como si estuviera actuando en un club de Las Vegas.
Matty le devolvió la sonrisa.
—Te prometo que seré una buena espectadora.
Demi respiró profundamente y azorada, comenzó a
cantar.
Elizabeth la miró inmediatamente. Con dos dedos metidos en la
boca, se concentró en el rostro de Demi.
Demi continuó cantando y poco a poco, se olvidó
de que Matty estaba allí, mientras buscaba en la expresión del bebé la más
mínima señal de reconocimiento.
Elizabeth estaba fascinada con la canción, pero quizá se
sintiera fascinada cada vez que alguien le cantaba.
—Continúa cantando y cámbiate de sitio conmigo —le dijo
Matty.
Cuando Demi y Matty se levantaron, Elizabeth se
alarmó. Miró rápidamente de una a la otra mientras se cambiaban de silla, lo
cual hizo que Matty se quedara más lejos de ella y Demi, justo enfrente.
Demi tuvo un momento de pánico cuando vio que la carita del
bebé se arrugaba como si fuera a empezar a llorar. Entonces Matty, que
obviamente ya había escuchado suficiente de la canción como para poder seguir
la melodía, comenzó a tararear con Demi. Desafinaba mucho, pero a Demi
no le importó. El
truco sirvió para que Elizabeth no llorara.
La atención de la niña alternaba entre las dos mujeres
mientras el improvisado dueto continuaba, y su mirada de asombro casi consiguió
que Demi se
echara a reír. Pero continuó cantando. Debía de haber comenzado a sonreír sin
darse cuenta, porque ocurrió un milagro. Elizabeth la miró y sonrió también.
A Demi se le hizo un nudo en la garganta y no pudo cantar más. Pero,
cuando la sonrisa de Elizabeth se desvaneció y comenzó a fruncir el ceño de
nuevo, Demi hizo
un esfuerzo sobrehumano y comenzó a cantar de nuevo, sonriendo.
Matty comenzó a añadir palabras a su tarareo, pero no era la
letra de la canción.
—Lo estamos haciendo muy bien —canturreó—. ¿Qué te parece
si...?
El sonido de los casos de los caballos les llegó desde fuera.
Matty saltó de la silla y miró por la ventana de la cocina.
—Ya han vuelto —dijo con un suspiro de alivio.
Demi se levantó también y se acercó a la
ventana, casi atemorizada por lo que podía ver.
—Están bien —dijo.
—Eso parece —Matty salió de la cocina para desconectar la
alarma y después volvió a asomarse por la ventana—. No veo sangre.
—Yo tampoco — Demi no podía dejar de admirar la soltura con
la que Joseph montaba a caballo. Siempre se
le olvidaba que se había criado en un rancho y que era un verdadero vaquero. Y
en aquel momento, verdaderamente estaba en su papel.
Elizabeth empezó a dar golpes en su mesa con las dos manos.
Matty miró al bebé.
—Creo que alguien echa de menos el espectáculo.
Demi siguió su mirada y se sintió gratificada
al darse cuenta de que Elizabeth estaba muy alegre.
—¿Crees que hemos hecho algún progreso?
—Estoy segura. Creo que cantar es un buen método de
acercamiento. Podrías seguir con eso. Siento haber estropeado tu canción con
mis maullidos, a propósito.
A Demi la habían educado para ser reservada con las personas hasta
que las conociera bien, pero en aquel momento, le pareció la cosa más natural
del mundo darle un abrazo a Matty.
—¿Estás de broma? —le preguntó con una risa—. Tus coros me
han salvado.
Matty se rió.
—Asegúrate de decirle eso a Sebastian —dijo, mientras se
abría la puerta de la cocina y éste hacía su aparición—. Se ha ofrecido a
pagarme con tal de que no cante.
—No, lo has entendido mal —dijo él. Con el rifle en la mano,
se acercó a su mujer y le dijo un beso—. Yo he dicho que te pagaría para que
bailaras en vez de cantar. Creo que todos deberíamos dedicarnos a aquello para
lo que tenemos más talento, y claramente, tu talento está en el baile —aseguró.
Después, salió de la cocina para colocar el rifle en su armario.
—¡Espera un segundo! —Dijo Matty—. ¿Habéis averiguado algo
allí arriba?
—Pregúntale a Travis —respondió Sebastian desde el pasillo.
amigaaaaaaaaaaaaaaaaa!!
ResponderEliminarme encanto
aaaaaaaawwwwwww
esta nove es tan tan tan
ay nose como explicarlo
solo se qe me fascina !!
por fa siguelaa tamb sube El Amante De La Princesa por fis C:
me encantan vane >.<
besitos cuidate
tequiero
byeee
digo lo mismo....esta novela tiene un poco de ternura, amor, misterio....
ResponderEliminaren serio ME ENCANTA ESTA NOVE.....
siguela pronto espero mas capis.... y no te olvides de las demas novelas...
Vaneeee.....q pasa q no subes...!!!
ResponderEliminarm tienes desesperada porque no subes capis....y a la vez preocupada porque tu nunk has dejado de subir capis tanto tiempo....espero que estes bien...y q subas PROOOONNNTOOO.....