Joe no podía comprenderlo. No podía
comprender que ella no hubiera tratado de ponerse en contacto con él cuando se
había enterado de que estaba embarazada. Fueran cuales fueran las razones que
había tenido para haberse comportado de una manera tan inaceptable y tardar
tanto en ponerse en contacto con él, en aquella ocasión iba a asegurarse de no
dejarla marchar. A pesar de la furia y frustración que sentía hacia ella en
aquel momento, milagrosamente Demetria le
había dado la noticia que había estado deseando oír desde hacía mucho tiempo y
que había temido que nunca oiría.
¡Por fin iba a ser padre!
Demi, que se había sentado y estaba de
nuevo bastante pálida, se llevó una mano al pecho como para tranquilizar el
alocado ritmo de su corazón.
— ¡Si hubiera podido, te lo
habría dicho en cuanto lo descubrí! Pero la amiga con la que fui a tu fiesta se
marchó a vivir a los Estados Unidos y no tenía ningún medio de hablar con ella.
No podía recordar la dirección de tu mansión en Milán y, como no sabía que
trabajabas en Londres, ni siquiera se me ocurrió tratar de encontrarte aquí. Te
juro que le di mil vueltas a la cabeza tratando de pensar en la manera de poder
ponerme en contacto contigo, Joe... ¡de
verdad! Pero no era posible...
Tras explicar aquello, ella hizo
una pausa debido a la emoción que sintió al recordar los duros momentos que
había vivido.
— ¿Puedes imaginarte la angustia
que sentí cuando descubrí que estaba embarazada? —continuó—. ¡Fue una gran
impresión! Todavía estaba tomándome la píldora, pero hubo un par de días en
Milán que estuve tan disgustada por todo lo que había ocurrido que debí
olvidarme de tomarla. Cuando me di cuenta de lo que había ocurrido, me quedé
aturdida. Pero estoy decidida a quedarme con el bebé... ¡aunque tenga que
criarlo sola! Incluso aunque hubiera logrado poder ponerme en contacto contigo,
no habría esperado que fueras a ayudarme. Sentía cierto recelo de volver a
verte ya que sólo habíamos pasado juntos una noche. Y cabía la posibilidad de
que no me recordaras.
Conteniendo el aliento, Joe se mordió inadvertidamente el interior de la
mejilla. Ignorando el dolor que sintió, silenciosamente ignoró la ridícula
sugerencia de que podría haberse olvidado de ella. Después de la maravillosa
noche que habían pasado juntos... ¡jamás podría hacerlo!
La noche anterior, al haber
observado como Demetria se ganaba a todos
sus invitados con su belleza y su encanto, había sabido que, a pesar de lo que
había dicho cuando ella había aparecido en su despacho por primera vez, deseaba
con ansia que la mágica noche que habían compartido en Milán se repitiera.
Pero por alguna razón, al sentir
la necesidad de proteger su corazón tras haber confesado que aquella noche se
había sentido perdido, no había estado preparado para permitir que las cosas
fueran por aquel camino. Y, en aquel momento, se forzó en centrarse en la
posibilidad que había mencionado ella... en que criaría sola a su hijo si no
tenía su apoyo.
Pero aquello iba contra su
sentido del honor y del deber, contradecía su idea de hacer lo correcto, por no
mencionar que aquel bebé sería el único heredero de toda la fortuna de su
familia, de todo lo que él poseía. Pensó que de ninguna manera Demetria iba a criar sola a aquel niño.
Se dijo a sí mismo que si Demi pensaba que él iba a echarse a un lado dócilmente
después de todo el dolor y amarga decepción que había sentido antes de
conocerla, así como tras la marcha de ella misma, tenía que desengañarla
rápidamente.
—Insistiré, desde luego, en que
se realice una prueba de paternidad una vez que nazca el niño, pero por ahora
aceptaré que lo que dices es cierto. Y, por tu bien, rezo para que así sea, Demetria. Una vez dicho esto, hay algo que
necesito que tengas muy claro.
Joe se acercó de nuevo a la enorme
ventana del despacho.
—De ninguna manera vas a criar tú
sola a mi futuro hijo. No lo harás sin mi ayuda —aclaró—, ¡Eso es algo
impensable! De hecho, es una idea absurda —añadió, dándose la vuelta para
mirarla.
Pudo observar cómo, indignada,
ella se ruborizaba.
—Pues hay algo que tú también
debes saber —declaró Demi, frunciendo el
ceño—. No me parece mal que quieras compartir tu parte de responsabilidad en la
crianza de este niño, de hecho... ¡me alivia oírlo! ¡Pero no voy a permitir que
trates de controlarme! He cuidado yo sola de mí misma desde hace bastante tiempo
y, si intentas manejarme, simplemente me marcharé de tu lado y jamás volverás a
saber nada ni del bebé ni de mí.
Aquella amenaza enfureció tanto a Joe que, antes siquiera de que se percatara de
lo que tenía en mente, se acercó a ella, la agarró por el brazo y la levantó
bruscamente de la silla.
Impresionada, a Demi se le dilataron las pupilas. Ambos estaban
respirando agitadamente, pero él se recuperó primero. Se preguntó cómo tenía
ella el descaro de amenazarlo con marcharse de su lado cuando llevaba un hijo
suyo en las entrañas.
La idea de que la cosa que más
había deseado en el mundo, un niño, quizá le fuera a ser arrebatada antes de
que el pequeño siquiera naciera, le hizo sentir como si le hubieran amenazado
con una muerte lenta y dolorosa después de todo lo que había soportado. Con el
brillo reflejado en los ojos, acercó la cara a la de ella... y, por primera
vez, ver las bellas facciones de Demetria y
percibir la sensual fragancia de su cuerpo no tuvo su habitual potente y
cautivador efecto sobre su libido.
— ¿Cómo te atreves? ¿Cómo te
atreves a amenazarme de esa manera? Sólo por esta vez te perdonaré, porque
claramente no sabes lo que dices pero, si vuelves a amenazarme con lo mismo, te
llevaré por todos los juzgados del país si es necesario. Y, una vez que nazca
el niño, sería yo el que tendría la plena custodia. No olvides lo que acabo de
decirte, cara mia. ¡Estoy hablando en
serio! Si continúas con esta actitud tan desagradable, pronto te arrepentirás
de tu estupidez al intentar jugar conmigo.
Ella sintió como le dolía la
parte del brazo que Joe la había agarrado.
Incómoda, tuvo la sensación de que las piernas se le estaban derritiendo ante
la furia que reflejaba la voz de él. No se había imaginado que Joe fuera a tomarse de aquella manera la noticia
de su embrazado... no había esperado ni por un segundo que instantáneamente
fuera a volverse posesivo ni que fuera a amenazarla con llevarla a los
tribunales si se atrevía a sugerir que quizá iba a marcharse y criar ella sola
a su hijo.
Sólo había dicho aquello porque
él había adoptado una actitud tan dominante; se había sentido embargada por el
miedo de que, finalmente, Joe no resultara
ser el hombre que ella había deseado que fuera.
Suponiendo que el colosal error
que había cometido con Hayden hubiera tenido mucho que ver con su miedo, se
planteó si alguna vez podría sinceramente aceptar la posibilidad de tener una
relación sentimental sana con un hombre...
Algo dentro de ella le decía que Joe era decente, incluso amable, pero se dijo a sí
misma que ningún hombre llegaba a ser tan poderoso y exitoso sin tener cierto
grado de crueldad. En aquel momento tenía que concentrarse en el hecho de que
iba a tener un hijo con él... un hijo al que ya amaba con una pasión que apenas
podía creer. Por esa razón, tenían que alcanzar cierto grado de comprensión
mutua y respetar los deseos del otro en lo que se refería a las decisiones
sobre la manera en la que criar al pequeñín.
—Por favor, suéltame el brazo
—pidió, mirando a Joe a los ojos con una
tranquila resolución reflejada en la mirada... aunque, en realidad, estaba a
punto de llorar—. Me estás haciendo daño.
El miró el brazo de ella como si
se hubiera dado cuenta en aquel momento de que lo estaba agarrando con tanta
fuerza. Entonces lo soltó. Sus ojos reflejaron algo oscuro e ilegible. Maldijo
en italiano y se apartó de su lado.
Demi no supo si estaba enfadado con él
mismo o con ella.
—No sabía que ibas a reaccionar
de esta manera —dijo con la voz levemente temblorosa—. Hay muchos hombres que
saldrían corriendo si se enteraran de que han dejado embarazada a una chica con
la que sólo han pasado una noche. Por lo que yo sé, la noticia que te he dado
podría haber sido la peor que hubieras recibido en la vida si hubieras estado
manteniendo una relación sentimental con alguien.
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