Nick no pudo estar a solas con Miley después de comer… y no porque no lo intentase sino porque
siempre había empleados y gente a su alrededor. Afortunadamente, poco antes de
las tres volvieron al puerto y fueron conducidos a palacio. Y apenas tuvo
tiempo de cambiarse antes de ir a jugar al golf con Phillip.
En
circunstancias normales disfrutaba mucho jugando al golf, pero aquel día estaba
distraído. Y Phillip se dio cuenta.
—¿No tienes
la cabeza en el juego? Si no recuerdo mal, eras mucho mejor que yo.
—Creo que me
he quemado un poco en el yate.
Y era cierto.
Le escocían los hombros a pesar de la crema solar que se había puesto poco
después de subir al yate… algo que Miley hubiera visto de no haberse
desplomado sobre una tumbona en cuanto zarparon. Y dudaba que estuviera tan
escandalizada como quería hacerle creer. Sophie lo había deseado en ese
dormitorio tanto como él.
Y aunque
disfrutaba del juego, estaba listo para la noche. En realidad, era en lo único
que podía pensar; la razón por la que estaba jugando tan mal al golf. Pero no
podía contarle eso a Phillip.
—¿Quieres que
el médico te eche un vistazo?
—No, gracias.
Mañana se me habrá pasado.
Después de
dejar los palos en la taquilla fueron al bar del club para esperar a Hannah.
Una atractiva camarera les sirvió dos copas, pero Phillip apenas pareció
fijarse en ella. Se mostraba amable, pero distante, nada que ver con el Phillip
al que había conocido en la universidad. Ese Phillip no era nada tímido y
cuando alguna mujer le gustaba se lo hacía saber. Pero ahora sólo tenía ojos
para su esposa.
Nick se preguntó cómo sería amar a
alguien de tal forma. Lo que había entre Phillip y Hannah tenía que ser muy
especial.
—¿Lo habéis
pasado bien en el yate? —le preguntó su amigo.
—Sí, muy
bien.
—Creo
recordar que tú también tenías un yate.
—Sí, pero se
lo ha quedado mi ex —suspiró Nick.
Cynthia hubiera querido quedarse con las joyas de la familia de haber podido
arrancárselas. Y no se refería a los diamantes de su abuela—. Ha sido muy
agradable volver al mar.
—¿Cómo te
llevas con Sophie?
—Bien. Tu
hermana es… — Nick buscó palabras
para describirla, pero sólo se le ocurría: sexy, inteligente y cabezota. Y
estaba seguro de que Phillip no querría oír eso—. Una anfitriona excelente.
—Conoce esta
isla mejor que nadie.
—Sí, ya me he
dado cuenta.
—Seguro que
sí.
Nick tuvo la impresión de que su amigo
sabía más de lo que quería dar a entender. Pero Hannah apareció en ese momento
y los dos se levantaron para saludarla.
Desde allí
fueron al comedor privado de la familia real. El camarero acababa de marcharse
después de tomar nota cuando sonó el móvil de Phillip.
—Tenemos por
norma no contestar al teléfono mientras estamos cenando, pero tengo que atender
esta llamada —suspiró, después de mirar la pantalla.
—No pasa
nada, cariño —dijo su mujer.
—Si me
perdonáis un momento…
—Eso es lo
que pasa cuando te casas con un rey —sonrió Hannah—. Pero así tendremos un
momento a solas para charlar. ¿Estás disfrutando de tus vacaciones?
—Mucho. Es
exactamente lo que necesitaba —contestó Nick.
—Phillip me
ha contado que tu divorcio ha sido una pesadilla.
Era tan
amable, tan dulce. Había algo muy agradable en ella. Elegante, refinada y, sin
embargo, muy sencilla. Nadie diría que era una reina y, siendo tan joven,
tampoco resultaba fácil creer que ya tuviera un hijo. Claro que no habría nadie
en el país, en el mundo probablemente, que no reconociera a la reina Hannah,
famosa por sus obras benéficas y por su filantropía.
—Ningún
divorcio es divertido — Nick se
encogió de hombros—. Pero me alegro de que haya terminado por fin.
—Si necesitas
algo, dínoslo. Por cierto, ¿Miley y tú habéis tenido tiempo de…
charlar?
Podría jurar
que lo había preguntado con doble sentido… pero no, era imposible.
—Sí, la
verdad es que no ha cambiado mucho.
—¿Y sabe lo
que sientes por ella?
Y él pensando
que sabía esconder sus sentimientos. O era más transparente de lo que pensaba o
su majestad era muy perceptiva.
—¿Por qué
crees que siento algo por ella?
Hannah se
encogió de hombros.
—No sé, me
pareció notar algo en la cena. A lo mejor estaba confundiendo el desdén con la
atracción.
Y a lo mejor
también lo estaba confundiendo él.
— Miley es dura por fuera, pero no dejes que eso te engañe. En el
fondo es un trozo de pan… aunque tengo la impresión de que eso ya lo sabes. De
hecho, creo que lo sabes desde hace tiempo.
Evidentemente,
Hannah sospechaba que había algo entre ellos. ¿Sabría lo personal que era ese
algo?
— Miley y yo… en fin, es complicado.
—Las
relaciones sentimentales suelen serlo. Y más aún cuando se trata de una casa
real.
Eso era verdad,
desde luego.
Nick se preguntó entonces si Phillip
albergaría las mismas sospechas. Pero de ser así, ¿por qué nunca le había dicho
nada?
—Phillip no
lo sabe —Hannah sonrió, como si hubiera podido leer sus pensamientos.
Y con un poco
de suerte nunca se enteraría, pensó Nick.
Aunque acostarse juntos había sido idea de Sophie, dudaba que a Phillip le
hiciera mucha gracia.
—Bueno, como
estás recientemente divorciado supongo que tu relación con mi cuñada será… en
fin algo pasajero.
—Imagino que
sí —asintió él. Era una forma diplomática de decir que estaban teniendo una
aventura, pero no quería mentirle. Además, no había sido idea suya.
Muy bien,
quizá lo había sido. Pero su plan era seducirla contra su voluntad, no pedir
permiso. En cualquier caso, había conseguido lo que quería. Miley podía pensar que no se enamoraría de él, pero no sabía con
quién estaba tratando.
Aunque debía
admitir que aquello empezaba a parecer menos una venganza y más… en fin,
sinceramente, ya no estaba seguro de lo que era.
—Es una pena —dijo
Hannah—. Tengo la impresión de que podríais llevaros muy bien.
Hubo un
tiempo en el que estuvo de acuerdo con ella, pero aquella vez no se quedaría el
tiempo suficiente como para descubrirlo.
—Imagino que
no querrás que le diga nada a Phillip.
—No te
pediría que ocultases secretos a tu marido.
—Pero me
agradecerías que lo hiciera —sonrió Hannah—. Claro que Miley
es, además de mí cuñada una de mis mejores amigas. Y si le haces daño, la ira
de Phillip no será nada en comparación con la mía.
—Me considero
advertido —sonrió Nick.
—Estupendo.
Phillip
reapareció en ese momento.
—Buenas
noticias: la reunión que tenía planeada para mañana se ha cancelado.
Nick no sabía por qué ésa era una
buena noticia y Phillip debió notar su confusión porque añadió:
—Si no tengo
una reunión a primera hora, podemos irnos de caza muy temprano.
—Ah, genial
—murmuró Nick. Aunque salir temprano
significaba menos tiempo con Miley …
—De hecho, no
veo ninguna razón para esperar hasta mañana —siguió Phillip—. La cabaña sólo
está a una hora de aquí, así que nos iremos esta noche.
Normalmente a
Miley le encantaba cuidar de su sobrino, pero
aquella noche estaba nerviosa. Después de meterlo en la cama, a las ocho, no
había dejado de pasear, mirando por la ventana para ver si llegaba el coche de
su hermano. Cuando por fin llegó, a la nueve y media, prácticamente había
dejado sus huellas en la alfombra. Suspirando, se dejó caer en el sofá y abrió
el libro que había llevado con ella. Pero tardaban un siglo en subir…
—¿Cómo está
mi angelito? —fue lo primero que preguntó Hannah.
—Durmiendo
—contestó Miley, mirando hacia la puerta. Pensaba que Nick iría con ellos, pero no era así.
—¿Cómo está?
—preguntó Phillip.
—¿Quién?
—Frederick.
—Ah, bien. Ha
sido muy bueno, como siempre.
—Me alegro
mucho —suspiró Hannah—. Le están saliendo los dientes y lleva unos días
quejándose.
—¿Qué tal la
cena? —preguntó Miley.
—Muy
agradable —contestó su hermano—. Bueno voy a cambiarme de ropa.
—¿Por qué?
¿Vas a algún sitio?
—Phillip y Nick han decidido irse a la cabaña esta misma
noche —contestó Hannah.
¿Se marchaba
esa noche?
¡No, no, no!
No podían irse esa noche. Nick y ella
tenían planes. Iban a acostarse juntos, porras.
—Es un poco
tarde, ¿no?
Hannah se
encogió de hombros.
—Ya sabes que
a los hombres les encanta tener un rifle en la mano.
—¿Y no te
importa que se marche?
—No pasa
nada. Yo me voy a la cama de todas formas, estoy agotada.
Tenía que
detener aquello, pensó Miley. Tenía que hablar con Nick …
—Bueno, si no
me necesitas, me voy a casa.
—Gracias por
cuidar de mi angelito.
—De nada, ya
sabes que me encanta. Dale un beso a mi hermano.
Miley salió de la suite, pero en lugar de volver su residencia se dirigió a la zona
de invitados y llamó a la puerta de la habitación de Nick.
Él abrió
haciendo un gesto de disculpa.
—Supongo que
te lo han dicho.
—¿Te marchas
esta noche?
—No es culpa
mía.
—¡ Nick!
—¿Qué querías
que hiciera? Ha sido idea de tu hermano…
—Se te podría
haber ocurrido alguna excusa.
Nick miró su reloj. —Mira, tengo que
hacer la maleta. He quedado con él abajo en quince minutos.
Aunque quince
minutos no era mucho tiempo seguramente podrían arreglárselas, pensó Miley, cerrando la puerta. Claro que si sólo iban a hacerlo una
vez, no quería ir con prisas.
—Por cierto,
Hannah lo sabe.
—¿Qué sabe?
Nick entró en el vestidor y sacó una
bolsa de viaje.
—Lo nuestro.
—¿Qué? ¿Y qué
le has dicho?
—Nada
—contestó él—. Pero me dijo que había notado algo durante la cena.
—¿Lo dijo
delante de Phillip?
—No, no. Él
había salido para hablar por teléfono. Hannah me prometió que no diría nada… y
me amenazó con hacérmelo pagar caro si te hacía daño.
—¿Hannah ha
hecho eso?
—Sí, a mí
también me ha parecido un poco raro. Es tan dulce…
—¿Pero qué es
lo que sabe?
—No lo sé, no
me dijo nada concreto —suspirando Nick
empezó a guardar sus cosas en la bolsa—. Aunque parece saber que no tenemos una
relación seria.
—¿Y no va
contárselo a mi hermano?
—No creo que
lo haga.
Miley lo seguía por la habitación mientras iba
guardando sus cosas. No era justo. Aquélla debía ser su noche. Y no sería tan
horrible si al menos hubiera disfrutado del aperitivo en el yate. Aunque eso
podría haber sido peor.
—Tengo que
irme.
Ella no
quería que se fuera, ¿pero qué podía hacer? ¿Suplicarle que no se marchara?
¿Pedirle que inventase alguna excusa absurda para no ir con su hermano? No
podía hacerle saber lo importante que era para ella. Después de todo, no quería
darle falsas esperanzas. Porque si alguien iba a enamorarse, seguramente sería
él.
Había
ocurrido antes.
—Bueno, que
lo pases bien… matando bichos.
—Intentaré
convencer a Phillip para que volvamos el jueves.
—Si lo
hacéis, y yo estoy libre, quizá podríamos pasar la noche juntos.
—Si estás
libre, ¿eh? —riendo, Nick la tomó por
la cintura y le dio un beso que la dejó mareada—. Piensa en esto mientras estoy
fuera… y luego dime que no estás libre.
Miley abrió la boca para protestar, pero para
cuando su cerebro pudo formar una réplica adecuada, Nick
había desaparecido.
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