jueves, 31 de enero de 2013

El Amante De La Princesa capitulo 11





Nick no pudo estar a solas con Miley después de comer… y no porque no lo intentase sino porque siempre había empleados y gente a su alrededor. Afortunadamente, poco antes de las tres volvieron al puerto y fueron conducidos a palacio. Y apenas tuvo tiempo de cambiarse antes de ir a jugar al golf con Phillip.
En circunstancias normales disfrutaba mucho jugando al golf, pero aquel día estaba distraído. Y Phillip se dio cuenta.
—¿No tienes la cabeza en el juego? Si no recuerdo mal, eras mucho mejor que yo.
—Creo que me he quemado un poco en el yate.
Y era cierto. Le escocían los hombros a pesar de la crema solar que se había puesto poco después de subir al yate… algo que Miley hubiera visto de no haberse desplomado sobre una tumbona en cuanto zarparon. Y dudaba que estuviera tan escandalizada como quería hacerle creer. Sophie lo había deseado en ese dormitorio tanto como él.
Y aunque disfrutaba del juego, estaba listo para la noche. En realidad, era en lo único que podía pensar; la razón por la que estaba jugando tan mal al golf. Pero no podía contarle eso a Phillip.
—¿Quieres que el médico te eche un vistazo?
—No, gracias. Mañana se me habrá pasado.
Después de dejar los palos en la taquilla fueron al bar del club para esperar a Hannah. Una atractiva camarera les sirvió dos copas, pero Phillip apenas pareció fijarse en ella. Se mostraba amable, pero distante, nada que ver con el Phillip al que había conocido en la universidad. Ese Phillip no era nada tímido y cuando alguna mujer le gustaba se lo hacía saber. Pero ahora sólo tenía ojos para su esposa.
Nick se preguntó cómo sería amar a alguien de tal forma. Lo que había entre Phillip y Hannah tenía que ser muy especial.
—¿Lo habéis pasado bien en el yate? —le preguntó su amigo.
—Sí, muy bien.
—Creo recordar que tú también tenías un yate.
—Sí, pero se lo ha quedado mi ex —suspiró Nick. Cynthia hubiera querido quedarse con las joyas de la familia de haber podido arrancárselas. Y no se refería a los diamantes de su abuela—. Ha sido muy agradable volver al mar.
—¿Cómo te llevas con Sophie?
—Bien. Tu hermana es… — Nick buscó palabras para describirla, pero sólo se le ocurría: sexy, inteligente y cabezota. Y estaba seguro de que Phillip no querría oír eso—. Una anfitriona excelente.
—Conoce esta isla mejor que nadie.
—Sí, ya me he dado cuenta.
—Seguro que sí.
Nick tuvo la impresión de que su amigo sabía más de lo que quería dar a entender. Pero Hannah apareció en ese momento y los dos se levantaron para saludarla.
Desde allí fueron al comedor privado de la familia real. El camarero acababa de marcharse después de tomar nota cuando sonó el móvil de Phillip.
—Tenemos por norma no contestar al teléfono mientras estamos cenando, pero tengo que atender esta llamada —suspiró, después de mirar la pantalla.
—No pasa nada, cariño —dijo su mujer.
—Si me perdonáis un momento…
—Eso es lo que pasa cuando te casas con un rey —sonrió Hannah—. Pero así tendremos un momento a solas para charlar. ¿Estás disfrutando de tus vacaciones?
—Mucho. Es exactamente lo que necesitaba —contestó Nick.
—Phillip me ha contado que tu divorcio ha sido una pesadilla.
Era tan amable, tan dulce. Había algo muy agradable en ella. Elegante, refinada y, sin embargo, muy sencilla. Nadie diría que era una reina y, siendo tan joven, tampoco resultaba fácil creer que ya tuviera un hijo. Claro que no habría nadie en el país, en el mundo probablemente, que no reconociera a la reina Hannah, famosa por sus obras benéficas y por su filantropía.
—Ningún divorcio es divertido — Nick se encogió de hombros—. Pero me alegro de que haya terminado por fin.
—Si necesitas algo, dínoslo. Por cierto, ¿Miley y tú habéis tenido tiempo de… charlar?
Podría jurar que lo había preguntado con doble sentido… pero no, era imposible.
—Sí, la verdad es que no ha cambiado mucho.
—¿Y sabe lo que sientes por ella?
Y él pensando que sabía esconder sus sentimientos. O era más transparente de lo que pensaba o su majestad era muy perceptiva.
—¿Por qué crees que siento algo por ella?
Hannah se encogió de hombros.
—No sé, me pareció notar algo en la cena. A lo mejor estaba confundiendo el desdén con la atracción.
Y a lo mejor también lo estaba confundiendo él.
Miley es dura por fuera, pero no dejes que eso te engañe. En el fondo es un trozo de pan… aunque tengo la impresión de que eso ya lo sabes. De hecho, creo que lo sabes desde hace tiempo.
Evidentemente, Hannah sospechaba que había algo entre ellos. ¿Sabría lo personal que era ese algo?
Miley y yo… en fin, es complicado.
—Las relaciones sentimentales suelen serlo. Y más aún cuando se trata de una casa real.
Eso era verdad, desde luego.
Nick se preguntó entonces si Phillip albergaría las mismas sospechas. Pero de ser así, ¿por qué nunca le había dicho nada?
—Phillip no lo sabe —Hannah sonrió, como si hubiera podido leer sus pensamientos.
Y con un poco de suerte nunca se enteraría, pensó Nick. Aunque acostarse juntos había sido idea de Sophie, dudaba que a Phillip le hiciera mucha gracia.
—Bueno, como estás recientemente divorciado supongo que tu relación con mi cuñada será… en fin algo pasajero.
—Imagino que sí —asintió él. Era una forma diplomática de decir que estaban teniendo una aventura, pero no quería mentirle. Además, no había sido idea suya.
Muy bien, quizá lo había sido. Pero su plan era seducirla contra su voluntad, no pedir permiso. En cualquier caso, había conseguido lo que quería. Miley podía pensar que no se enamoraría de él, pero no sabía con quién estaba tratando.
Aunque debía admitir que aquello empezaba a parecer menos una venganza y más… en fin, sinceramente, ya no estaba seguro de lo que era.
—Es una pena —dijo Hannah—. Tengo la impresión de que podríais llevaros muy bien.
Hubo un tiempo en el que estuvo de acuerdo con ella, pero aquella vez no se quedaría el tiempo suficiente como para descubrirlo.
—Imagino que no querrás que le diga nada a Phillip.
—No te pediría que ocultases secretos a tu marido.
—Pero me agradecerías que lo hiciera —sonrió Hannah—. Claro que Miley es, además de mí cuñada una de mis mejores amigas. Y si le haces daño, la ira de Phillip no será nada en comparación con la mía.
—Me considero advertido —sonrió Nick.
—Estupendo.
Phillip reapareció en ese momento.
—Buenas noticias: la reunión que tenía planeada para mañana se ha cancelado.
Nick no sabía por qué ésa era una buena noticia y Phillip debió notar su confusión porque añadió:
—Si no tengo una reunión a primera hora, podemos irnos de caza muy temprano.
—Ah, genial —murmuró Nick. Aunque salir temprano significaba menos tiempo con Miley
—De hecho, no veo ninguna razón para esperar hasta mañana —siguió Phillip—. La cabaña sólo está a una hora de aquí, así que nos iremos esta noche.
Normalmente a Miley le encantaba cuidar de su sobrino, pero aquella noche estaba nerviosa. Después de meterlo en la cama, a las ocho, no había dejado de pasear, mirando por la ventana para ver si llegaba el coche de su hermano. Cuando por fin llegó, a la nueve y media, prácticamente había dejado sus huellas en la alfombra. Suspirando, se dejó caer en el sofá y abrió el libro que había llevado con ella. Pero tardaban un siglo en subir…
—¿Cómo está mi angelito? —fue lo primero que preguntó Hannah.
—Durmiendo —contestó Miley, mirando hacia la puerta. Pensaba que Nick iría con ellos, pero no era así.
—¿Cómo está? —preguntó Phillip.
—¿Quién?
—Frederick.
—Ah, bien. Ha sido muy bueno, como siempre.
—Me alegro mucho —suspiró Hannah—. Le están saliendo los dientes y lleva unos días quejándose.
—¿Qué tal la cena? —preguntó Miley.
—Muy agradable —contestó su hermano—. Bueno voy a cambiarme de ropa.
—¿Por qué? ¿Vas a algún sitio?
—Phillip y Nick han decidido irse a la cabaña esta misma noche —contestó Hannah.
¿Se marchaba esa noche?
¡No, no, no! No podían irse esa noche. Nick y ella tenían planes. Iban a acostarse juntos, porras.
—Es un poco tarde, ¿no?
Hannah se encogió de hombros.
—Ya sabes que a los hombres les encanta tener un rifle en la mano.
—¿Y no te importa que se marche?
—No pasa nada. Yo me voy a la cama de todas formas, estoy agotada.
Tenía que detener aquello, pensó Miley. Tenía que hablar con Nick
—Bueno, si no me necesitas, me voy a casa.
—Gracias por cuidar de mi angelito.
—De nada, ya sabes que me encanta. Dale un beso a mi hermano.
Miley salió de la suite, pero en lugar de volver su residencia se dirigió a la zona de invitados y llamó a la puerta de la habitación de Nick.
Él abrió haciendo un gesto de disculpa.
—Supongo que te lo han dicho.
—¿Te marchas esta noche?
—No es culpa mía.
—¡ Nick!
—¿Qué querías que hiciera? Ha sido idea de tu hermano…
—Se te podría haber ocurrido alguna excusa.
Nick miró su reloj. —Mira, tengo que hacer la maleta. He quedado con él abajo en quince minutos.
Aunque quince minutos no era mucho tiempo seguramente podrían arreglárselas, pensó Miley, cerrando la puerta. Claro que si sólo iban a hacerlo una vez, no quería ir con prisas.
—Por cierto, Hannah lo sabe.
—¿Qué sabe?
Nick entró en el vestidor y sacó una bolsa de viaje.
—Lo nuestro.
—¿Qué? ¿Y qué le has dicho?
—Nada —contestó él—. Pero me dijo que había notado algo durante la cena.
—¿Lo dijo delante de Phillip?
—No, no. Él había salido para hablar por teléfono. Hannah me prometió que no diría nada… y me amenazó con hacérmelo pagar caro si te hacía daño.
—¿Hannah ha hecho eso?
—Sí, a mí también me ha parecido un poco raro. Es tan dulce…
—¿Pero qué es lo que sabe?
—No lo sé, no me dijo nada concreto —suspirando Nick empezó a guardar sus cosas en la bolsa—. Aunque parece saber que no tenemos una relación seria.
—¿Y no va contárselo a mi hermano?
—No creo que lo haga.
Miley lo seguía por la habitación mientras iba guardando sus cosas. No era justo. Aquélla debía ser su noche. Y no sería tan horrible si al menos hubiera disfrutado del aperitivo en el yate. Aunque eso podría haber sido peor.
—Tengo que irme.
Ella no quería que se fuera, ¿pero qué podía hacer? ¿Suplicarle que no se marchara? ¿Pedirle que inventase alguna excusa absurda para no ir con su hermano? No podía hacerle saber lo importante que era para ella. Después de todo, no quería darle falsas esperanzas. Porque si alguien iba a enamorarse, seguramente sería él.
Había ocurrido antes.
—Bueno, que lo pases bien… matando bichos.
—Intentaré convencer a Phillip para que volvamos el jueves.
—Si lo hacéis, y yo estoy libre, quizá podríamos pasar la noche juntos.
—Si estás libre, ¿eh? —riendo, Nick la tomó por la cintura y le dio un beso que la dejó mareada—. Piensa en esto mientras estoy fuera… y luego dime que no estás libre.
Miley abrió la boca para protestar, pero para cuando su cerebro pudo formar una réplica adecuada, Nick había desaparecido.

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