jueves, 31 de enero de 2013

Un Refugio para el amor capitulo 34





—O Sebastian podría ayudar a Matty en la cocina —dijo Demi, aunque tenía pocas esperanzas de que Joseph se quedara una vez que Sebastian había aparecido.
—No, no —dijo Joseph, de camino hacia la puerta—. A mí no se me dan bien los lacitos. Probablemente, le tiraría del pelo o algo así.
Sebastian miró a Demi mientras Joseph se marchaba.
—La he fastidiado, ¿verdad?
Demi esbozó una sonrisa decaída. Comenzó a meterle a Elizabeth las mangas del vestido por los brazos.
—La he fastidiado —afirmó Sebastian mientras se acercaba al cambiador—. Estoy seguro de que los tres estabais... estrechando lazos.
—Más o menos. ¿Te importa sostenerla mientras le abrocho los botones de la espalda?
—Claro. Hola, preciosa —le dijo a la niña, y le dio un beso en la mejilla.
—¡Pa, pa!
—¿Lo has oído? —preguntó Sebastian, con evidente placer—. ¡Qué lista es!
—Mmm —murmuró Demi. Terminó de abrocharle los botones y reunió valor—. Sebastian, ¿de verdad quieres que Joseph ocupe su lugar como padre de Elizabeth?
— ¡Pues claro que sí! Tú lo sabes. ¿Por qué me lo preguntas? —Sebastian se inclinó hacia Elizabeth y frotó su nariz contra la de la niña—. Naricita, naricita...
Elizabeth se rió y le agarró la nariz.
—Eres muy bueno con ella —dijo Demi.
—Es fácil. La quiero mucho. ¿Verdad, cariño? Sí, sí, quiero mucho a esta pequeñina... —la tomó en brazos del cambiador y le frotó la nariz hasta que la niña estalló en carcajadas.
Joseph nunca habría tenido el valor de tomar a Elizabeth en brazos de una forma tan espontánea, pensó Demi.
—Todos sois muy buenos con ella —dijo—, y ha sido maravilloso verlo, porque ahora sé lo bien que ha estado la niña todos estos meses con vosotros.
Sebastian la miró.
—¿Adonde quieres llegar con todo esto?
Ella tenía mucho miedo de parecer desagradecida, pero tenía algo que decir.
—Me temo que si los tres padrinos de la niña no se retiran un poco, Joseph nunca va a conseguir sentirse cómodo en el papel de padre de Elizabeth.
—Pero nosotros sólo estamos intentando ayudarlo a que se aclimate. Él no sabe nada de bebés, y...
—Y cuanto más se lo repetís, menos confianza tiene en sí mismo. Y no empezó con mucha, que digamos.
—¡Ni yo tampoco!
Elizabeth se rió y volvió a agarrarle la nariz.
Él le quitó suavemente la mano.
—Yo tampoco —repitió más suavemente—. Cuando dejaste aquí a la niña, yo estaba aterrorizado, temiendo que pudiera hacer algo mal y causarle algún daño. Al menos, Joseph nos tiene a nosotros para ayudarlo.
—Y eso es bueno, pero hasta cierto punto. Lo que ocurre es que tú no tuviste la misma clase de padre que Joseph, y sus inseguridades acerca de la paternidad van mucho más allá que las tuyas. Ninguno de vosotros teníais experiencia con bebés, pero no creo que ninguno dudara que podía hacerlo muy bien una vez que se pusiera manos a la obra. Yo estaba segura de que tú podrías, siempre y cuando tuvieras una lista de instrucciones y un libro.
—Debiste pasar horas con esas instrucciones.
—Oh, sí. Tuve que tirar la primera lista porque estaba demasiado manchada de lágrimas.
Sebastian la miró con ternura.
—Has pasado por muchas cosas. Dime qué puedo hacer para ayudar a que esto salga como tú quieres.
—Yo... no estoy segura. Pero me parece que cuando Joseph ve lo competentes que sois todos, cree que él no llegará a conseguir nada.
—Hablaré con Travis y Boone esta noche.
Ella le puso la mano en el brazo.
—Si hablas con ellos, por favor, diles que adoro cómo son con Elizabeth. Pero en éste momento, no dejan a Joseph espacio para maniobrar.
—Pensaremos un buen plan —prometió Sebastian—. Quiero que vosotros tres seáis una familia. ¿Crees que podrá ocurrir?
—No lo sé. Por un momento, justo antes de que entraras, empecé a creer que era posible.
—Y yo estropeé ese momento. Lo siento muchísimo, pequeña.
Demi lo abrazó.
—No pasa nada. Habrá otros momentos —dijo.
Cruzó los dedos y rezó por que tuviera razón.

La fiesta fue ruidosa y divertida. Demi se sentía culpable por haber envidiado la relación que aquella gente tan maravillosa tenía con Elizabeth. Y en lo referente a Joseph, sólo estaban intentando ayudarlo, y quizá sus amigos pensaran ir retirándose poco a poco, por sí mismos. Quizá no hubiera debido decirle nada a Sebastian, después de todo.
Mientras ella estaba ayudando a despejar la mesa después de la comida, notó que Sebastian estaba hablando con Travis y con Boone. Había elegido deliberadamente un momento en el que Joseph, Shelby y Gwen estaban jugando con Josh. Por el modo en que los hombres miraban a su amigo, Demi estaba segura de que estaban hablando de los comentarios que ella le había hecho a Sebastian.
Dios santo, si había interferido en la relación de aquellos amigos, nunca se lo perdonaría. Quizá Travis y Boone se hubieran ofendido por lo que ella pensaba. Tuvo la tentación de dejar la pila de platos que tenía en las manos y decirles que se olvidaran de lo que le había dicho a Sebastian.
Después de todo, ella era una recién llegada en aquel grupo. Ellos se conocían desde hacía muchos años. Quizá ella hubiera interpretado mal la situación.
Pero al final, llevó los platos a la cocina. Y entonces, con la nueva confianza que había adquirido en su relación con Elizabeth, sacó a la niña del parque de juegos que Matty había puesto para ella en una esquina de la cocina mientras duraba la cena.
—Voy a cambiarla y a prepararla para que se acueste —dijo a Matty, que estaba trabajando en la pila.
—Buena idea —respondió Matty—. Creo que está cansada.
Luann dejó el vaso que estaba secando. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario