Erik se quedó inmóvil mientras veía a Demi caminar hacia
el embarque del avión. Y el mundo se le cayó al piso.
¿Qué le había dicho su
hija? Por supuesto que la quería. La amaba tanto que hasta lo asustaba.
Siempre
había planeado una vida perfecta para ella. Había conseguido inscribirla en la
mejor escuela de la ciudad, y lo único que quería era que fuese una chica
inteligente y que tuviera un buen futuro. Pero todo
había salido mal.
Entonces reacciono. Oh, que ciego había sido. Joe y
Mónica tuvieron la razón todo el tiempo, él era muy duro con ella y merecía
algo mejor que una buena escuela y un buen futuro.
Corrió hacia Demi y la alcanzó antes de que subiera al avión. La
cogió del brazo mientras la volteaba y la alejaba de la multitud.
- No vuelvas a decirme eso.- la voz se le quebró.-
te quiero, Demi. Eres mi hija y
no permitiré que vuelvas a hablarme de esa forma, ¿Me entiendes? Ahora muévete,
nos volvemos a casa.
Los ojos de Demi se abrieron completamente y brillaron de una
manera especial que a Erik le conmovió.
- ¿De verdad?
- Si, y más te vale quererme de la manera en que yo
te quiero, o lo lamentaras.
Erik abrió los brazos y la abrazó. Demi le correspondió el abrazo enrollando sus brazos
alrededor de su espalda.
Era una sensación tan hermosa que ya había olvidado lo
que significaba un abrazo de parte de su padre, y se sentía fantástico.
Mientras se seguían abrazando, Demi sintió que al fin su padre la quería.
Joe bebió de su Red Bull una vez más. Otra lágrima
cayó de sus ojos. Basta, llorar es para nenazas.
Pero es que Demi lo había hecho débil, y joder, cuanto la
extrañaba. Había llorado tanto que pensaba que se iba a deshidratar. La
ausencia de Demi en la casa era
algo que no se podía ignorar, y la necesitaba. Demasiado.
- ¿Joe?- la deliciosa melodía de una mujer llenó
sus oídos. Y supo al instante de quien se trataba.
Se giró. Y la vio ahí, parada a mitad de la sala.
Tenía una mochila en el hombro, y Erik estaba detrás de ella quien le sonrió
débilmente.
Demi se acercó hacia
él con una rapidez que no vio y se lanzó a sus brazos. Joe la estriñó fuerte
contra él, cerró los ojos y nuevas lágrimas cayeron, pero esta vez por
felicidad. Demi lo hacía feliz.
- ¿Estas llorando?- preguntó ella, limpiando
suavemente su rostro con las manos.
- Por ti. Todo es por ti, Demi.
Y la besó. No le importó que Erik estuviera ahí, lo
único que quería era poder besarla. Besarla y decirle cuanto la amaba.
- Te amo, te amo.- repitió él sobre sus labios.- tú
me haces feliz, Demi. Por favor, no
te vuelvas a ir de esa forma.
- No lo volveré a hacer. Te lo prometo.- rozó su
nariz con la suya.- te amo. Mucho.
Erik apreció detrás de ellos. Tenía a Mónica
rodeada de la cintura mientras trataba de decir algo, pero al parecer se le
hacía difícil de explicar.
- Vamos, mi amor.- dijo Mónica, besándolo en la
mejilla.- diles.
- Bueno.- los miró a ambos.- les debo una disculpa
a los dos. Yo… eh, me comporté como un idiota ayer. Y después de todo, tienen
todo el derecho de estar juntos. Así que, ámense.
- ¿Hablas enserio?- dijo Demi, con los ojos brillosos. Ya no faltaba mucho para
que se echara a llorar de la felicidad.
- Claro que sí, cariño.- le sonrió.- te quiero, y
si con Joe eres feliz, entonces no me interpondré en su camino.
- Gracias, Erik.- dijo Joe, con una estúpida
sonrisa en el rostro. Y es que no había parado de sonreír como imbécil desde
que Demi volvió.
- No tienes que agradecerme nada.
Demi miró a Joe de una forma que lo estremeció.
- Ahora que todo está bien, ven aquí y dime cuánto
me amas.
Joe sonrió y su cara se puso seria mientras el amor
que sentía por ella lo consumía por dentro.
- Te amo, Demi. Y eso nadie lo cambiara jamás.
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