Recorrieron Grecia en el silencio del coche mientras el sol se ocultaba
y se acercaban más al puerto.
Demi estaba completamente fascinada con cada
pequeña o gran cosa que veía, pero aun así tenía su cabeza echa un bombo de
solo pensar en lo que tenía que hacer.
En un día su vida había cambiado
completamente y ahora se encontraba junto al hombre más condenadamente sexy y
antipático que había conocido jamás. Demi deseaba que el mes pasara pronto para
poder volver a Seattle y empezar a buscar un local para su librería.
Tenía
mucho dinero ahorrado, dinero que le había costado conseguir mientras estudiaba
y a la vez hacia millones de trabajos.
Agotada como estaba apoyó la cabeza en el vidrio frío y la sensación de este
contra su piel caliente y perlada de sudor la relajó. Como deseaba en esos
momentos tener a alguien a su lado que le prometiera que todo estaría bien
aunque supiera que no sería así. El coche se detuvo y ella pudo alzar la vista.
Abrió los ojos desmesuradamente ante lo que veía.
Una enorme casa de color crema, puertas corredoras grandes, un jardin llenos de
preciosas flores distintas, ventanas abiertas y cortinas blancas, techo de colo
azul cobalto, era la personificación de una gran casa victoriana.
Perfecta para
vivir y relajarse, grande y hermosa se mostraba ante Demi que no pudo evitar
soltar un silvido de apreciación. Entonces vio a seis personas paradas junto a
la puerta de entrada. Cuatro mujeres bajitas, con la piel bronceada y ropa de
verano.
La más mayor tenía su cabello recogido en un bonito moño, dos que
claramente eran gemelas vestían completamente igual y parecían tener unos
catorce o quince años, la otra mujer que estaba allí era alta y delgada como un
palo, con un vestido negro que se pegaba como una segunda piel a su cuerpo,
unos tacones del mismo color que favorecían a su figura, perfectamente
maquillada con los labios de un rojo puton y el cabello rubio cayendo
perfectamente en ondas sobre sus hombros.
Demi se sintió tan fea en comparación
con esa mujer que ya no quiso bajar del coche. Pero entonces la puerta se abrió
y Joe con los ojos enviándole señales de advertencia y tendiéndole una mano, la
esperaban.
Al salir el rodeo su diminuta cintura con su fuerte brazo y la apretó contra su
pecho.
Llegaron al porshe y Demi pudo ver mejor a los dos hombres altos y tan
parecidos a Joe, uno de cabello castaño y ojos azules y otro de cabello rubio y
ojos marrones, los dos con los cabellos rizados y las facciones cinceladas.
También pudo ver mejor a la mujer que sonreía socarronamente a Joe e ignoraba a
los demás.
-Casandra. – dijo el mirándola. – Familia. Os presentó a mi prometida, Demi Hart.
Las gemelas chillaron, la mujer vieja intento calmarlas pero nadie más se
movió.
-Así que ella es tu prometida. Tus gustos por mujeres con curvas y pechos han
desaparecido. – la voz mordaz de la mujer hizo temblar a Demi, que vio como Joe
sonreía sin comprender porque lo hacía.
- Demi tiene un cuerpo exquisito que no necesita ninguna de esas cosas. –
respondió apretando aun más a la chica contra el.
-Bueno, bueno, por lo menos algún Jonas se casa ¿No?- exclamó el hombre rubio
que le recordaba a un actor de cine, el le sonrió y tendió la mano.
-Perdona a mi hermano y a Casandra, se les olvida los modales cuando tienen que
insultarse. Mi nombre es Nick, las gemelas. – murmuró señalándolas. – Son Amber
y Amy, la mujer del moño es su nana, Lola. Y este de aquí…- dijo dándole un
golpe al otro hombre.
– Es Kevin el viejo de la familia. Yo también estuve en
la graduación, es una pena que no nos encontráramos allí. - Demi sonrió
encantada y aceptó su mano con agrado.
-Encantada de conoceros.
-Ja! Sospecho que si. – exclamó Kevin. – Mi hermano se lo tenía muy callado,
una mujer muy bonita, por cierto. – Le dijo a Joe, quien asintió con la cabeza.
–Entremos, venga. Aquí hace un calor horrible.
Ya dentro les indicaron sus habitaciones y les dijeron a que hora era la cena,
entonces Demi se desplomó en la bonita y cómoda cama de la habitación de Joe.
Cerró los ojos y se dejo llevar por el sueño.
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