Demi llegó a la
casa.
- Ya llegué.- avisó, pero nadie contesto.
Caminó hacia la cocina y se sirvió un vaso de agua. Luego subió las escaleras y cuando caminaba hacia su habitación, se encontró con su padre.
- Hola hija, ¿Cómo te fue en la escuela?- preguntó Erik.
“Agotador, aburrido, cansador”.
- Bien.
- ¿Tienes tarea por la cuál hacer?
Demi asintió. Si algo había aprendido estos últimos días, era que debía hacerle caso a su padre en todo lo que decía si quería que la quisiese.
- De hecho si, una tarea grupal de Biología. Me juntaré en la casa de David para hacerla.
Erik frunció el ceño.
- ¿Ese niñito matón de tu curso?- ella asintió.- perdóname, pero con él no vas a hacer tu tarea. Ni con él, ni con ningún otro chico.
- Bueno, considerando de que somos once las personas que vamos a clases particulares durante las vacaciones y que soy la única mujer ahí, se me hace imposible no hacer la tarea con un hombre.
Erik estiró su mano hasta su mejilla y la acarició con una ternura que la asustó.
- Lo lamento, Demi, pero me temo que tendrás que hacer la tarea tu sola. Eres una chica muy guapa, y no confío en ese chico y ni en ningún otro como para dejarte sola con él.
Demi lo miró sin pestañear. Era probablemente lo más acogedor que le haya dicho durante todo el verano. Y su corazón se encogió con la simple idea al creer de que se estaba ganando un poco del afecto de su padre.
- Esta bien, papá. No te preocupes, haré el trabajo yo sola.
Erik asintió, satisfecho y la dejó sola en su habitación para que comenzara con su tarea.
Demi sacó su
libro de Biología de la mochila e intentó concentrarse en su investigación,
aunque sus pensamientos solo estaban puestos sobre su tío y en lo hermoso que
sería tenerlo a su lado en ese momento.
Poder sentir sus manos vagar por cada
curva de su cuerpo, el caliente contacto de su piel con la suya mientras que su
lengua recorra lugares que ni ella misma sabia que existían.
Se enrojeció de calor ante el simple pensamiento de ella encima de él montándolo, mientras se desliza de arriba hacia abajo, controlando el placer de ambos, disfrutando de la dulce melodía de su voz, ronca y áspera, al oírlo gemir un “Demi” lleno de lujuria en su oído. Su cuerpo hervía por él. Lo deseaba, aquí y ahora.
El sonido de la puerta de su habitación sonar al tocar la sobresaltó. Pensando que era su papá quien la llamaba para bajar a cenar, contesto con lo primero que se le vino a la mente.
- Ya estoy que termino mi trabajo, papá. Lo acabo y bajo a comer.
- Tengo algo mucho mejor para darte de comer, nena.
Demi sonrió al reconocer su voz. Joe entró a la habitación. Las comisuras de sus labios se levantaron hasta formar una pícara sonrisa y acercándose hasta la orilla de su cama, tomó su mano y le quitó el lápiz para luego acercarla a sus labios y depositar dos sonoros besos en el dorso de su mano. Demi gimió al sentir la suavidad de sus labios recorrerle entre sus dedos.
- ¿Qué haces aquí?- logró formular ella, entremedio de un jadeo.
- Vine a alejarte un poco del estrés de la escuela.- gruñó, apartando los libros y útiles escolares a un lado para sentarse a su lado.
- Me parece estupendo pero… papá y Mónica nos pueden escuchar…
- No te preocupes por eso, fueron a cenar y me dejaron bajo tu cuidado.- dijo, mirando los primeros botones de su camisa que cubrían sus atributos, los cuales le pedían ser desabrochados.- no hemos follado desde que Erik y Mónica llegaron y te necesito…
Demi bajó la mirada a su abultada erección entre sus pantalones. Ella también lo necesitaba. Con desesperación.
- Hazme el amor, Joe.- le imploró ella, sus ojos oscuros por el deseo.
Y tomándolo del cuello de su camisa, lo jaló hacia ella hasta devorar sus labios con los suyos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario