Prologo:
Noviembre...
-Venga Demi, ven conmigo al baile. - le suplicó Hanna con su vestido dorado que
se ajustaba perfectamente a su cuerpo alto y curvo y resaltaba su melena rubia
platino y sus ojos azules. Llevaba como dos horas rogándole para que fueran
juntos al baile antes de la graduación. Por fin pensaba Demi después de cinco
largos años estudiando cultura clásica por fin podría empezar a trabajar en la
biblioteca de la avenida y encargarse de leer todos los libros posibles por el
resto de su vida.
-No sé... ve tú, llévate a Simón. - le propuso está terminando de preparar el
discurso de su mejor amiga para que pudiera decirlo al día siguiente. Aunque
Hanna era la primera en su promoción era un poco hueca para hablar educadamente
delante de millones de personas sin que le saliera un taco, así que Demi había
intervenido dispuesta en ayudarla.
-No será lo mismo sin ti. - dijo la alta rubia echándose otra capa de brillo
rojo putón en los labios. Demi la miró y agradeció no ser guapa. Sabía que su
amiga llegaría esa noche con un resaca de muerte y en la mañana serían tres al
desayuno.
Lo último a Demi no le apetecía nada. - Bueno...- murmuró Hanna
cogiendo su diminuto bolso en el que apenas cabía el móvil y las llaves. - Nos
vemos luego. - Besó la frente de Demi y ella evitó hacer una mueca al
comprender la enorme marca de labios que debía tener esparcida en esa parte de
su cabeza.
-¡Que te diviertas!- logró murmurar y se centró de nuevo en el discurso.
A la mañana siguiente...
"Si por lo menos fueras más guapa, pero es que no lo eres. Lo siento Demi
no puedo seguir contigo". Demi masculló y siguió peinándose el cabello,
intentó hacerse un moño pero no lo consiguió, así que prefirió hacerse una
coleta alta y algunos de sus rizos pelirrojos se escaparon así que se dio por
vencida. Se miró de nuevo en el espejo.
Llevaba un vestido de color gris que
llegaba hasta sus rodillas, era suelto y muy cómodo, con una chaqueta negra y
un poco de colorete en sus mejillas y cacao en los labios. Por lo menos lo
había intentado. Suspiró y salió con su toga azul en un brazo y caminando
deprisa al palco, se colocó la tela rápido y tomó el birrete con fuerza.
Todos sus compañeros estaban sentados en la parte delantera, Demi caminó
deprisa y se sentó detrás de Henry el chico de dos metros que hacía que no se
viera y que ella tampoco pudiera ver nada. Hanna salió tan guapa como siempre y
todos aplaudieron. Leyó el discurso sin equivocarse ni una vez y Demi pudo
suspirar tranquila, la gente aplaudió y ella se alegró.
Luego empezaron a
llamarlos por orden y al salir entregaban los diplomas. Después de terminar
todo el par y pe de la ceremonia Demi se sintió mejor. No le gustaba estar tan
rodeada de gente y mucho menos saber que no tenía con quien celebrar su logro,
ya que estaba sola en el mundo.
Terminó llorando en los baños como una
magdalena y llamando a su tía Josefina que la odió desde que nació y le colgó cuando
intentó hablar con ella. Demi no la culpaba al fin y al cabo su madre se había
casado con quien quería casarse Josefina y la había dejado apestada y sola.
Salió del baño secándose las lágrimas y hastiada de la fiesta que casi se lleva
un muro. Al levantar la mirada descubrió que no era ningún muro.
Él era guapísimo pensó Demi, con unos hombros anchos y musculosos, era tan alto
que tenía que levantas mucho la cabeza para verlo bien. Tenía un rostro rudo
con una barbilla cuadrada, una nariz griega, hermosos ojos marrones verdosos y
pómulos marcados y muy varoniles. La miraba confundido, hasta impresionado.
-Lo...lo siento, no lo vi. -tartamudeó.
-Ya veo, ya.- respondió el con un tono engreído y de suficiencia que la
molesto.
-Bu...bueno yo no lo molesto más...- y cuando intentó caminar resbalo y calló
en su enorme y musculoso pecho.- Yo...yo...- Los escuchó mascullar algo.
-¿Es que no sabe caminar?- Demi enrojeció y quiso que la Tierra la tragara pero
en vez de eso se quedó como una piedra ahí parada.- ¿Esta borracha o algo por
el estilo? - preguntó el masculillos metido en un traje de marca que se
apretaba perfectamente en su cuerpo musculoso y sexy. Demi se sonrojó aún más.
-No diga tonterías, es solo que estoy mareada y no acostumbro a llevar tacones.
- logró decir y se alejó de él. - ahora sí, hasta luego. - Demi caminó deprisa
por el pasillo.
-¡Espere!- lo oyó gritar, se giró enfadada. - Se le cayó el birrete. Demi deseaba
morir o no existir directamente, cuando tomó el birrete de las manos del hombre
un largo chispazo recorrió su cuerpo y la hizo jadear, levantó la vista y
observó como esos ojos se tornaban más intensos y su rostro se endurecía.
-Yo... gracias...- articuló incomoda sin querer apartar su mano de la de él.
- de nada. - respondió con la voz más ronca y una sonrisa torcida de lo más
sensual.
Demi no supo que ocurrió, si fue ella o el, pero terminó enredando los dedos en
el cuello de ese hombre e intentando darle un beso en la mejilla de
agradecimiento. La gente decía que era demasiado confiada y cariñosa, que se
guiaba por instintos, pues tenían razón. Porque sus labios terminaron en los de
él y una deliciosa electricidad la envolvió.
Joe apretó con fuerza el suave cuerpo hacía el y deslizo la lengua por esos
labios dulces y cálidos. Saboreó el sabor a chocolate de su boca y mordisqueó
su labio pequeño. Entonces un flash lo dejó sin vista e hizo que se apartara,
la chica jadeo y lo miró sorprendida, luego miró al hombre que había tomado la
foto y corría por el pasillo con la cámara. La joven enrojeció de sobre manera
y exhaló con fuerza. Joe sintió la rabia subir por todo su cuerpo y la sangre
hirviendo.
-¡Tú! - gritó furioso.
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