miércoles, 17 de julio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 35





Puse los ojos en blanco. Esto sí que iba a resultar un castigo. Más que un jardinero o algo así, Joseph parecía ser la mascota de la familia. Supongo que es una suerte que mi madre le diera permiso para dormir en el sillón y que no le haya dicho ¿Por qué no vas arriba y te recuestas en la cama de Demi?

Ella también está durmiendo la siesta Menos mal que no bajé envuelta en una toalla o que…

Caramba dijo Joseph de repente Estás distinta.
Baje la vista para mirar mi vestido de baile consciente que por primera vez de lo que llevaba puesto.
Oh, yo…yo…no acostumbro a pasearme así por la casa. Fue solo que…
Se te ve estupenda declaró Joseph se acerco al pie de la escalera Ven aquí.

Solo estaba… volví a empezar, pero Joseph extendió la mano para tomar la mía y me hizo bajar los escalones que faltaban para llegar al vestíbulo del frente.

No bromeo, se te ve estupenda-insistió, inclinando la cabeza a un costado El negro te sienta bien.
Lo miré escéptica, esperando que empezara a burlarse de mí.
-¿Debido a mi…personalidad resplandeciente?-pregunté con sarcasmo.

-No –dijo lentamente-supongo que se debe a que tu pelo es brillante…No vas a llevarlo recogido ¿no?
Demasiado consciente de mí misma, me toque el pelo sujeto con las horquillas.
Pensé…
No, es absolutamente necesario que lo lleves suelto
Espera Saqué las tres horquillas. ¿Ves? Ahora es demasiado.
De ninguna manera dijo Joseph Ahora está mejor.

Extendió la mano y la deslizó por las puntas de mi cabello. Sus dedos rozaron mis hombros desnudos y se detuvieron allí de forma casi imperceptible.

De golpe, me quedé sin aliento. Había permanecido igualmente cerca de Joseph aquel día en el laboratorio, pero esto era diferente. El aire que había entre nosotros estaba electrizado. De alguna manera, resultaba maravilloso y perfecto estar de pie junto a él, con mi vestido para el Baile de Otoño, sintiendo su contacto ligero y cálido en los hombros.

Oye dijo Joseph con suavidad ¿Cómo haces para que se te formen esos tirabuzones en el pelo?

Hmmm… ¿Esto? dije yo Me lo enrosco en un dedo.
Joseph hizo un bucle con su propio dedo y mi pelo, y luego lo soltó, mientras miraba como se deshacía.
Claro…Así dijo.
Levanté la vista y me encontré con su mirada.

Olí el sol y el viento en su pelo y su ropa. Era un olor bueno, limpio. Me hizo pensar en el otoño y en las hojas y en manzanas asadas y en la Noche de Brujas y en fogatas y en pilas de heno, y en otras cosas que no recordaba desde hacía años.

 Durante un momento, pareció que toda mi infancia estaba incluida en el aroma de Joseph Conner, mientras el permanecía cerca de mí al pie de la escalera en esa tarde de otoño, con la brillante luz del sol que entraba por las ventanas.

Joseph todavía me miraba, sonriendo con tanta dulzura que supe que, si le decía lo que pensaba en esos momentos él contestaría Se con exactitud a qué te refieres Su expresión era tan distinta a la de constante vanidad que le era propia, que bajé los ojos confundida.

Su frente tocó la mía. Nuestras narices chocaron con algo de sorpresa. Pensé que iba a besarme pero ni siquiera pensé en detenerlo. Sus labios rozaron apenas los míos.

Luego él se aparto y me miró, sus ojos verdes estaban llenos de esa inquietud que sólo le había visto unas pocas veces, sólo que ahora estaban más penetrantes, y mucho más tiernos. Cerré los ojos y Joseph volvió a besarme con más urgencia esta vez.

Sus manos se hundieron en mi pelo para sostenerme la cabeza.
Mi mente se nubló. O no, el mundo se estaba nublando Joseph me sostenía con la adorable presión de sus manos en mi nuca. Apoyé las palmas de mis propias manos en su pecho y me estremecí sorprendida. Él temblaba.

Me hizo apoyar de espaldas en la baranda de la escalera. Las barras de madera se me clavaron en los hombros, pero no me importó. Puse la mano en su nuca. Su pelo era tan suave como imaginaba. Y desee que no dejara de besarme nunca.

La puerta de la calle se abrió de golpe y papá entró como una tromba, seguido de mi madre, que llevaba a Debbie sobre la cadera.
Grité con lo cual probablemente destrocé el tímpano de Joseph, y nos separamos de un salto.

Por Dios, ¿Qué sucede? dijo mamá
Nada Me toqué la nuca con gesto nervioso. Tenía la piel húmeda Me asustaron eso es todo.

Lo siento querida dijo ella ¿Durmieron una linda siesta?
Mi madre comenzó a desatar los lazos del pelo de Debbie.
¿Joseph? ¿Demi?

Pero nosotros no respondimos. Estábamos demasiado ocupados mirándonos fijo, con la clase de sonrisa prolongada, lenta e intima que en general se asocia a parejas que se han visto separadas por la guerra o alguna calamidad, y luego vuelven a reunirse.
Hola, ¿Qué tal? dijo Joseph con suavidad.
Hola le conteste en un susurro.

Era domingo, un día después de nuestro beso, y Joseph había venido a lustrar el auto. Pero en lugar de ponerse enseguida a trabajar, me sorprendió en la cocina. Yo le había dado la mitad de mi sándwich tostado de queso, y ahora estábamos sentados a la mesa, limitándonos a mirarnos fijo.

No podía creer lo bien que me sentía allí con él ¿De veras era ese el chico al que tanto había odiado durante el primer mes de clases? Está bien, tal vez no fuera exactamente odio. Pero el me había vuelto loca al hacerme sentir tan aburrida, tan estirada, tan… hija del director.

Sentada con él en esa mañana soleada, mirándolo mientras tomaba un largo sorbo de agua, observándolo mientras él me observaba a mí, que terminaba el sándwich de queso, me sentía cualquier cosa menos aburrida.
Joseph xtendió la mano y me apartó unos rizos de la frente.
El pelo te brilla bajo el sol. No pensé que el pelo castaño pudiera ser tan reluciente.
Me sonroje.

Hmmm reluciente. Nadie nunca uso esa palabra para describir mi pelo.
Es una buena cualidad para el pelo dijo él . En especial si brilla bajo el sol y tiene esas cositas que parecen tirabuzones.

Por un instante más nos miramos el pelo, los ojos, la piel. Luego me sentí vagamente consciente de los familiares sonidos otoñales que provenían del jardín. Anne que saltaba sobre una gran pila de hojas, mamá diciéndole que dejara de hacerlo porque las hojas rastrilladas había que ponerlas en bolsas.

Será mejor que te pongas a trabajar le dije a Joseph con suavidad . Mis padres pueden comenzar a preguntarse qué está pasando.
Joseph levanto una ceja.
¿De veras quieres que me ponga a trabajar?
Me encogí de hombros.
Bueno, no, no quiero exactamente que tú…
Piensas demasiado en lo que debería hacer la gente Demi dijo él con dulzura.
No es verdad me defendí.
El me sonrió.
¿Ah, no? ¿Entonces por qué es tan importante que lustre el auto y embolse algunas hojas? Ni siquiera tus padres parecen demasiado severos al respecto.

Escucha dije, poniéndome rígida , sólo porque pienso que, si estás en la casa de alguien para trabajar como castigo por meter semillas de marihuana en el macetero de una profesora sería de veras bueno que hicieras algo de trabajo, no quiere decir que yo sea una aburrida, mojigata y pesada hija de director, con nada mejor que hacer que…

Demi, Demi Joseph me apretó las manos entre las suyas. ¿Quién dijo que eras aburrida o mojigata o cualquier otra cosa?
, quise contestarle, al recordar de golpe todo lo que había oído decirle a Marty Richards aquel día en el baño. Está bien, tal vez no haya dicho exactamente que yo era aburrida o mojigata, pero podía muy bien haberlo hecho.

Bueno… tú… hace unas dos semanas… yo oí…
Pero no pude terminar de hablar Joseph me había rodeado la cara con sus manos. Sus penetrantes ojos verdes estaban fijos en los míos.
No eres aburrida en absoluto, Demi susurró con voz ronca.
Volví a abrir la boca, pero no logré encontrar mi voz.
Él sacudió la cabeza y sonrió.
Sabes, me gustaría haberme atrevido a pedírtelo.
¿A pedirme qué?
Que me acompañaras al baile.
Sentí que el corazón se me agrandaba.
¿Pensaste en invitarme a ir contigo al Baile de Otoño?
El asintió.
Pero creí que no aceptarías. Parecías odiarme tanto.
¡Odiarte! dije, riéndome.
Me miró con expresión irónica.
Es difícil de creer ¿eh? ¿De dónde pude haber sacado esa idea?
Me sonrojé. Me sentí un millón de veces mejor que unos minutos antes. ¿Por qué había sido tan susceptible? Joseph sólo me hacía bromas. Y aquella conversación escuchada en el baño… bueno, probablemente la había interpretado mal.
Le dí un puntapié juguetón por debajo de la mesa.
Bueno, ¿y qué es Swiss Kriss? ¿Tú segunda elección?
Joseph se encogió de hombros.
Oh, fue ella quien me invitó. No iba a decirle que no. Además, ¿había otra manera mejor de darte celos?
¿Quieres decirme que aceptaste llevar al baile a la chica más linda del colegio sólo para darme celos? pregunté.
Acepté llevar a la chica a quien algunos consideran la más linda para darte celos contestó . ¿Funcionó?
¡Oh no! Le dije, mientras hacía un gesto de rechazo con la mano . Casi no pensé en eso hasta ahora.

Media hora más tarde, Joseph y yo seguíamos hablando con toda naturalidad cuando oí que Anne subía por la escalera. Había decidido no decir nada más acerca del trabajo en el jardín. 

Tal vez él tuviera razón, tal vez, en efecto, me tomaba las cosas demasiado a pecho algunas veces. Después de todo, ¿qué me importaba si lustraba o no el auto? Todo lo que deseaba era mirar fijo los ojos de Joseph.

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