Miré hacia el frente del aula.
En el pizarrón, Swiss Kriss escriba posibles nombres para el
baile con su adornada letra cursiva. Hasta el momento había escrito NOCHES
ALPINAS, GLORIOSO BAILE DE OTOÑO Y ROMANCE EN LA MONTAÑA.
— De veras creó que podemos encontrar algo mejor dijo ansiosa —.
Ninguno de estos nombres es... bueno, bastante "suizo".
— Está bien — me dirigí a Joseph —. Cuéntame la anécdota.
Después de todo, oír su relato iba a ser mejor que escuchar a
Swiss Kriss.
— Muy bien — comenzó Joseph alegremente —. Fui al baile de fin de año
con una chica que me parecía imponente, y después de bailar la cuarta pieza, me
dice: "¡Esta vez sí seguiste el ritmo!".
En ese momento sentí un nudo en el estómago. "Una chica que
me parecía imponente", repetí para mis adentros. ¿Qué clase de chica
consideraría él imponente?
Joseph me observaba.
— ¿No es horrible? — dijo —. El hecho de decirme que esa vez sí
había seguido el ritmo es un insulto muy grande. ¿Cómo crees que había quedado
el resto del tiempo?
Enderecé los hombros y traté de serenarme.
— No es una historia tan humillante como pensé que iba a ser.
Cuéntame otra.
Joseph sacudió la cabeza.
— Primero dime con quién vas a ir a el Baile
de Otoño — repuso —. Es decir, suponiendo que ya tengas acompañante. ¿Qué daño
puede causarte? A la larga, todos vamos a enterarnos, ¿no te parece?
Swiss Kriss volvió a aclararse la garganta.
— Disculpen — dijo —. Agradecería que ahí atrás no hablen tanto.
— Sonrió con gentileza, absolutamente cautivadora con su blusa celeste y su
falda corta. —Bien, como iba diciendo, si sus padres alguna vez fueron a Suiza,
o a algún lugar cercano a Suiza...
— pareció ponerse un poco nerviosa al llegar
a este punto; me pregunto si alguna vez miró un globo terráqueo — hagan que me
llamen para charlar acerca de la donación de sus recuerdos de viaje.
Joseph seguía mirándome.
— Dime quién es, Demi — susurró —. Prometo no reírme.
— ¿Por qué estás tan interesado?— pregunté —. ¿Con quién irás tú
al baile?
— ¿Yo? — dijo Joseph con aire travieso.
— Si, tú — repetí. Recordé su conversación telefónica con Marty
y el corazón empezó a latirme con fuerza. — ¿A quién vas a llevar a...?
Me detuve, súbitamente consciente de que la habitación había
quedado en silencio y de golpe, Joseph y yo éramos el centro de la atención de todo
el mundo.
Joseph sonrió.
— Lamento no poder ir al Baile de Otoño contigo, Demi — dijo en
voz alta y clara —, pero ya me lo pidió alguien.
Sentí que me sonrojaba.
— Tú... tú sabes que no te estoy pidiendo...
— No debes avergonzarte — dijo Joseph con suavidad —. Tendrías que habérmelo
pedido antes.
¡Jamás te lo pedí!
— Disculpen — dijo Swiss Kriss con un pestañeo de sus enormes
ojos azules —. Creo que nos estamos apartando de nuestro objetivo. ¡Por favor,
atención todos! ¡Piensen en suizo!
Me abaniqué con una libreta. Por lo menos, ya no nos miraban.
— ¿Por qué no me dices con quién vas a ir tú, Joseph? — Dije con aspereza —, ¿O es un secreto?
— En absoluto — contestó él —. Iré con Swiss Kriss.
— ¿Qué pasa conmigo? — le pregunté a Katie
esa tarde mientras caminábamos hacia mi casa en medio de la brillante luz
otoñal.
Katie llevaba puesto un suéter de muchos colores apagados que su abuela
le había tejido. Odiaba ese suéter, y sólo lo usaba por mantener la armonía
familiar. Aunque nunca descubrí porque lo odiaba. A mí me parecía ideal para
ella, con esos hermosos matices de azul, dorado y rosa.
Katie suspiró compasiva.
— Demi — dijo con cautela —, sé que sólo tratabas de poner a Joseph en su lugar, pero ya sabes cómo es. Nunca se
toma nada en serio y le encanta burlarse de ti… —Frunció el ceño. — Oh, no
pensarías que iba a invitarte, ¿verdad?
— ¡Claro que no! — dije indignada, mientras me ruborizaba
furiosa —. ¿Por qué iba a pensarlo? ¿Por qué iba a desear pensarlo? ¿Acaso
alguna vez dije dos palabras positivas sobre Joseph Conner?
— No — admitió Katie —. Ni siquiera recuerdo que hayas dicho una
sola.
Me apretó una mano.
— Y va a ir con Swiss Kriss — proseguí —. ¿Cómo voy a seguir
viviendo después de esto? Ya sería malo que todos pensaran que le pedí al buen
amigo de Joseph Conner que me
llevara al baile, pero no, se lo pedí… quiero decir, piensan que se lo pedí, al
tipo-que-en realidad-va-a-llevar-a-la-chica-más-popular-del-colegio.
— Oh, yo no apostaría a que de veras van a ir juntos. Es
probable que Swiss Kriss no recuerde quién es cuando vaya a buscarla — dijo
Katie, quien obviamente todavía recordaba el incidente de Frankenmuth.
— No sé — dudé en tono sombrío —. Después de todo, ella sí se lo
pidió… Al menos, es lo que Joseph dijo. Me pregunto qué diablos le ve.
— Sé que tú no lo tragas, pero hay algo atractivo en Joseph — comentó Katie.
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