Epa, Demi, ese es mejor todavía que el otro…
Cerré la ventana con violencia. Casi no tuvo tiempo de sacar los
dedos del camino. Se las arregló para permanecer allí, aferrado al antepecho.
― ¡Será mejor que
vayas a atender el teléfono!
― gritó a través del
vidrio ―. ¡Puede ser alguien que quiera invitarte al
Baile de Otoño!
Luego perdió el equilibrio y se deslizó por la pared como una
chinche de agua.
En línea estaba Alex Chase.
― Hola, Demi. Juliet
Miller me dejó ¿Quieres ir al Baile de Otoño?
Ahora bien, eso resultó ofensivo en varios niveles.
Antes que nada, tengan en cuenta la
introducción a la charla. Está bien, yo no soy la primera elección de Alex para
una cita. ¿Acaso tiene que sacarlo a relucir? Por supuesto, tal vez pensó que
yo sabía que él salía con Juliet, por lo cual, si hubiera dicho:
―¿Quieres ir al Baile de Otoño?‖, yo habría podido
contestar: ―Creía que estabas saliendo con Juliet‖, y luego él habría tenido que revelar el incomodo detalle de
que ella lo había dejado.
De modo que tal vez pensó que se estaba mostrando
realmente sincero y honorable. Sin embargo, ¿yo no merezco un poco de
consideración? ¿Un poco de cortesía? ¿No podía haber puesto primero la parte
referida al hecho de ir juntos al baile?
En segundo lugar, ¿cómo estaba Alex tan seguro de que yo no
tenía ya otra cita? Es decir, ¿no habría resultado igualmente fácil y mucho más
halagador llamarme y decirme: ―Juliet Miller me dejó
y, si todavía no tienes cita para el Baile de Otoño, qué me contestas‖?
Por supuesto, también hay que tener en cuanta a manera de ser de
Alex. Recordé su comportamiento en la fiesta de Bobby Weller y pienso que, a
pesar de lo buen mozo que es, yo no estoy muy segura de que querría ir al Baile
de Otoño con alguien que piensa que este es un buen chiste:
―¿Qué es de color vede y rojo y se mueve a doscientas
revoluciones por minuto?... ¡Una rana en una licuadora!‖.
Sin embargo, apuesto y popular habían sido las dos cualidades
que no podía borrar de mi lista de requisitos para el acompañante al baile.
Supongo que habría tenido que sentirme halagada por ser su segunda elección.
Pero en ese caso, ¿cómo sabía y que era su segunda elección?
Podría haber llamado a la mitad de las chicas del colegio antes de llegar a mí.
Probablemente se había pasado toda la mañana llamando a las chicas y diciendo: ―Hola… Habla Alex…
Escucha se me ocurrió… Estoy seguro, de que ya
tienes acompañante… ¿No? Me resulta difícil creerlo… Oh, bueno, Juliet y yo
rompimos…‖.
Tal vez estaba tan desanimado por el rechazo, que acortó su
discurso hasta llegar a ―Juliet Miller me dejó. ¿Quieres ir al Baile
de Otoño?‖, ¡y sólo entonces se decidió a llamarme!
Oí que Alex carraspeaba y me di cuenta de que esperaba una
respuesta. ¿Qué se suponía que dijera? Dudé entre: ―Escucha, muchacho, un orangután tiene mejores modales que tú‖ y
―Perdí todo el respeto que te tenía cuando esa
semilla de limón se quedó atascada en tu nariz hace tiempo, en la escuela
primaria‖.
Finalmente, inhalé una profunda bocanada de aire.
― Me encantaría ― dije.
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