Lunes.
Demi tenía su espumoso y humeante
café entre sus finos dedos, mientras distraídamente respondía un correo
electrónico, que venía retrasando desde hacía una semana.
Su hermana menor rara
vez le enviaba algo, por eso había sido toda una sorpresa encontrarse con un
sobrecito anunciando su pronta visita. La razón de seguir retrasando la
respuesta se debía, simple y llanamente a su madre.
No se imaginaba porque
razón Lily, su hermana, quería visitarla. Después de todo, su relación no era
la más perfecta y sabía que esa decisión solo pondría de los pelos a su madre.
Decisiones, decisiones.
Paseo con la punta del cursor,
por la palabra eliminar. Siempre podía decirle que no había recibido nada. O
evadir la respuesta, aludiendo estar demasiado atareada. Aunque su trabajo no
podría estar más tranquilo en esas fechas.
Afortunadamente el estruendoso
sonido de su teléfono, la ayudo a escapar de esa complicada decisión.
—Hola—dijo automáticamente, casi
enviándole un agradecimiento mudo a la persona que la llamaba.
—El sábado en la noche, tenemos
fecha límite—Por supuesto solo un ser humano involucionado como “él”, sería tan
obtuso como para siquiera intentar iniciar la conversación con la más elemental
cortesía—Envíame tú
parte, le hare los arreglos
necesarios…—Una pequeña pausa, como si estuviese revisando algo—Tienes dos
días, así me darás tiempo de enviarte mi parte y las correcciones.
Demi se guardó un bufido, decía todo
aquello como si fuese improbable que él fuese a cometer algún error digno de
que ella lo corrigiese.
— ¿Y cuándo te envío mis
correcciones de tú escrito?—Claro que lo menciono, ella no le daría el gusto de
que pensara que lo creía perfecto. Joseph
se quedó en un momentáneo silencio.
—El viernes—Fue todo lo que dijo
antes de colgar. Demi sonrió, al menos no habían
discutido en esa corta conversación.
Regreso hasta su computador y
rápidamente, cerró la ventanita de su correo electrónico. No podía responder en
ese momento, pues el trabajo la llamaba.
Era tiempo de escribir y tan solo
tenía dos días. Aunque ella ya tenía bastante avanzado su parte, no
desperdiciaría un segundo y utilizaría su plazo para revisar a fondo cada
detalle. No permitiría que Joseph
le encontrara fallas, sería perfecto y entonces le demostraría, que podía estar
a su nivel.
Martes.
—Hola Joseph.
—Martin, necesito que hagas algo
por mí—Del otro lado de la línea, el joven soltó un suave suspiro—No te pongas
a rezongar, es algo que tal vez te divierta.
—Bien, dispara—dijo el otro más
animado.
— ¿Aun tienes esa fijación por
los computadores?
—Mierda amigo, si vivo de
eso—respondió con un deje burlón. Joseph
sonrió.
—Correcto… ¿Qué tan difícil se te
haría bloquear una cuenta de correo electrónico?
—Pan comido.
—Pero con algunas
condiciones—señalo cauteloso.
Su plan era bastante simple,
haría que los emails suyos entraran en la casilla de Demi pero los de ella jamás salieran.
Entonces él aduciría tiernamente, que ella nunca le había enviado su parte del
escrito y que tampoco había tenido la delicadeza de darle el visto bueno al
suyo propio.
Tanto Josh como Ann, recibían los emails de ambos, para poder
vigilar su progreso. Los de Joseph
por supuesto que viajarían sin ningún problema, pero los de Demi jamás llegarían a destino.
Resultado, la chica quedaba como una completa irresponsable sin ningún interés
por el trabajo que ambos debían hacer. Y Josh ya no lo obligaría a desperdiciar
su tiempo, con ese espécimen de mujer. ¡Perfecto!
— ¿Qué?—insto su antiguo amigo
hacker. Desde que estaban en la escuela, Martin había mostrado un claro interés
a infringir los controles tecnológicos, desde registros escolares hasta cajeros
automáticos. No para robarlos, sino para demostrar que con su cerebro podía
burlar al sistema.
En esos momentos ya no se dedicaba a cosas ilícitas, pero de
tanto en tanto siempre podía tentárselo con algún trabajo sencillo.
—Necesito que los emails que
salgan de esta casilla, solo me lleguen a mí y los que entran desvíalos a
cualquier parte, pero que los míos le lleguen ¿Comprendes?—No sabía si eso
podía hacerse, pero si la oportunidad existía, sabía que Martin la conocería.
—Un camino de una vía, es una
sencillez—prorrumpió su amigo, con voz arrogante. Siempre que se hablaba de
computadores, el hombre resultaba ser un erudito— ¿A quién bloqueamos? ¿Una
fanática? ¿Una acosadora? ¿Un esposo sobre protector?— Joseph rió con esa última suposición.
—No, nada de eso. Solo es una
simple broma—Que con suerte le quitaría de encima a una pequeña alimaña llamada
Demi.
— ¿Nombre?
— Demi
Manfory.
Viernes.
A Demi no le sorprendió en lo más
mínimo encontrar un email de Joseph,
a primera hora de ese día. Al menos podía decirse que en lo que refería a
compromisos, era confiable. No llegaba puntual, pero si cumplía con lo que
decía.
Lo malo era que había leído ese
maldito email, alrededor de cuatro veces y aun…no encontraba nada que
corregirle. ¿Tenía que ser tan perfecto en todo?
La redacción estaba
inmaculada, la descripción exquisita (como siempre), los diálogos graciosos
pero sin llegar a ser sosos. Incluso había hecho un vistazo rápido desde el
punto de vista de Charlotte y esto, había sido inigualable.
Jamás había leído a
su propio personaje, expresado a través de las palabras de nadie más que ella.
Y por extraño que fuese, sintió en todo momento que ella misma era la que
escribía. Joseph había logrado
capturar su estilo al escribir, pero dándole ese toque académico y sofisticado
que poseían sus escritos.
—Maldito bastardo—susurro,
sacudiendo la cabeza con hipocresía. No podía negar que estaba un tanto celosa
de su talento, tan natural.
Como Joseph, no estaba registrado como escritor bajo su nombre real.
Era difícil encontrar información que fuese autentica, algunas fanáticas
escribían tonterías que querían hacer sonar como reseñas bibliográficas. Pero
la historia de vida de él era un completo misterio.
Por lo que Demi, no tenía idea si tenía
preparación académica, si habría estudiado en una gran Universidad o si su
talento era algo innato. Nada, ella no sabía nada de él.
Se rindió tras pasar dos horas,
releyendo las diez páginas que le había enviado. Simplemente tuvo que morderse
la lengua y aceptar que en esa ocasión, no podría remarcarle errores.
Lo bueno,
al menos, fue que Joseph al
parecer no tenía errores que remarcarle a ella tampoco. Pues no le había
enviado sus “correcciones”, tan solo el email con su parte. Eso la había dejado
mucho más tranquila, se había pasado mucho tiempo vigilando hasta la última
coma. Y se contentó, sabiendo que su arduo trabajo no había sido en vano.
Sábado.
— ¿Demi?
Su puerta se abrió, sin darle
tiempo a responder a la persona del otro lado. Fiona ingreso a su departamento
cargando algunas bolsas transparentes, las mismas que se utilizan para
trasportar trajes o vestidos.
—Sí—dijo ausentemente, mientras
se retiraba las gafas que utilizaba para escribir.
—Pues aquí tengo los disfraces,
te digo que te encantara lo que escogí para ti—Fiona hablaba tan rápido, que a
ella normalmente le costaba seguir el hilo de sus peroratas.
— ¿Para mí?
—Para la fiesta de Connie, ya
sabes la que nos dijo que estaba preparando— Asintió recordando la reunión del
club de lectoras, donde ella había sido invitada de honor el mes anterior. A
pesar de llevar los últimos tres años, siendo parte del grupo.
Connie, una de las mujeres que asistía.
Les había comentado de la fiesta de disfraces que organizaría para su
cumpleaños o para su graduación de algo, o ¿Quién sabe para qué? Ella quería
festejar y quería disfrazarse, la razón no importaba mucho, siempre y cuando se
llevara a cabo.
—Oh… ¿Ya escogió fecha?—pregunto
sin muchos ánimos.
No era muy proclive a las fiestas
y mucho menos a los disfraces, bien sabia el mundo que llevar su cara ya era un
gran mérito. ¿Adornarla con una máscara? ¿Para qué?
—Bromeas… ¡Ya mando las
invitaciones! Por supuesto que nos confirme a las dos… ¿Qué no viste el correo?
—No ¿Cuándo lo envió?—Pensó que
quizás las había enviado la noche anterior y por eso, ella aun no las había
visto.
—Las mandó el martes— Demi
frunció el ceño confundida.
—No, imposible.
— ¡Que sí!—exclamo Fiona, sacando
de su bolsillo un arrugado papel—Ves aquí…lo imprimí para ver si conocías la
dirección.
Demi tomo la hoja entre sus manos y
leyó vagamente las palabras en tinta dorada. Sacudió la cabeza y fue hasta su
computador, para revisar la bandeja de entrada, la de salida y la de correo no
deseado. Nada.
—Tal vez olvido incluirme—murmuro
intentando no evidenciar su alivio, sin invitación no se vería en la ridícula
tarea de disfrazarse.
— ¡Claro que sí! Ya te dije que
yo confirme por las dos y ella dijo que estaba feliz de que fuéramos.
—De acuerdo—Accedió con un
suspiro— ¿Cuándo?
—Esta noche tontita, así
que…—Sacudió las bolsas que traía en sus manos—Escoge ¿Sexy enfermera o
vampiresa? — Demi puso los ojos en blancos, ambos
disfracen parecían ser ideales para trabajos poco honorables.
— ¿Y el de prostituta lo llevaras
tú?—Le preguntó en broma, Fiona la miró con los ojos en rendija pero terminó
por sonreír.
Después de todo había conseguido arrastrarla a aquel lamentable
evento ¿no?
Estaba parada enfrente de su
espejo colocando la última gota de sangre en su labio, por supuesto era una
vampiresa. Pues el carmín rojo y las lentillas celestes casi blancas, le
sentaban a la perfección a su rostro pálido.
No necesito colocarse ningún maquillaje,
como no salía mucho al sol su tez era normalmente blancuzca y las sombras
negras alrededor de sus ojos, incluso la hicieron lucir de mirada misteriosa.
Su traje consistía en un corsé
negro de una tela brillosa que se pegaba a su cuerpo, parecía cuero pero no era
tan caluroso y claro que era más liviano.
Se cerraba con una cremallera al
frente, que quedaba perfectamente oculta entre las líneas de la pieza. En la
parte inferior lucía una falda hasta medio muslo, también negra y
desgraciadamente más corta de lo que ella hubiese querido. Las botas negras
parecían cubrir más piel que aquella minúscula falda, pues le abrazaban la
pierna hasta culminar en sus rodillas.
Cualquiera pensaría que estaba a punto
de salir a montar. Su traje se veía completado por una capa negra que
afortunadamente, la cubría casi hasta la mitad de su pierna. Tenía unos
colmillos falsos, pero prefirió guardarlos para más tarde. Para cuando tuviera
que alimentarse.
— ¿Qué tal?—insto mirando a
Fiona, quien estaba de la risa vestida de enfermera sexy. Sus atuendos eran
bastante similares, pero su amiga llevaba una chaquetilla en vez de un corsé y
por supuesto que una cofia. Demás está decir que ella vestía de blanco, pues
habrase visto una enfermera de negro.
—Oh Demi, los hombres harán fila para que
les hinques el diente.
—Tonta—murmuro sonrojándose con
la idea—Vámonos de una vez—Pero fueron esas palabras, las que terminaron por
despertar al teléfono de su letargo. Demi puso los ojos en blanco y
descolgó el aparato cansinamente.
— ¿Diga?
— Demi… ¡Oh
que bien que te encuentro en casa!—Ann parecía estar más alterada que de
costumbre, quizás su compañía telefónica había subido las tarifas. Después de
todo, la mujer se la vivía colgada de esos aparatitos.
—Pues estoy de salida—dijo a modo
de llevarla al asunto, sin tantos preámbulos.
—Mira cariño, Joseph me telefoneo hace una
hora—Alguien debería quitarle los medios de comunicación a ese idiota también,
al parecer la fastidiaba incluso a la distancia.
—Aja.
— ¿Cómo es eso de que no le
enviaste su parte? Digo…entiendo que no me la hayas enviado a mí, por lo
corrido que estamos con las fechas. Pero Demi, esto es importante, él debía
enviar todo ya unido para que le dieran el primer vistazo los editores. Esto no
habla bien de ti…
—Aguarda—musito sin poder
hilvanar un pensamiento— ¿A qué te refieres con que no lo envié? Si yo le mande
todo, el martes—Del otro lado Ann, soltó un amplio suspiro. No supo saber si de
exasperación o de alivio.
—Joseph dice que nada le llegó, que estuvo esperando hasta este
momento pensando que necesitabas más tiempo y…—Su agente continúo hablando,
pero Demi ya no escuchaba. Su vista viajo
de su computador, a la invitación que había dejado Fiona reposando en la mesa y
una vez más a su computador.
Ella había recibido el email de Joseph y cuando le envió el visto
bueno, no obtuvo respuesta.
Tampoco su hermana le había confirmado su visita y
eso a ella le había extrañado,
pero termino por creer que la muchacha ya no estaba interesada. Pero entonces
pensó una vez más en la invitación de Connie que se suponía tendría que haberle
llegado el martes, el mismo día que ella le envió a Joseph su escrito. Algo no estaba bien allí.
— ¿Hasta cuándo tengo
plazo?—interrumpió, sin preocuparse en ser grosera.
—Pues Joseph planeaba enviar todo a las nueve de la noche, al menos eso
era lo que había arreglado pero…—Demi miro su reloj fugazmente, eran
las 8:35.
—No te preocupes, me asegurare de
que tenga mi parte—espeto firmemente, antes de colgar.
— ¿De qué hablas?—inquirió Fiona
con las cejas enarcadas.
—Tengo algo que hacer, te alcanzo
en la fiesta—Y sin decir más cogió las hojas que había impreso la noche
anterior y salió a la carrera de su departamento. ¿Acaso Joseph tenía algo que ver en todo
esto? Ella no podía asegurarlo, pero algo en su interior le dijo que no podía
confiarse de aquel individuo. Después de todo aun le debía lo de la
desaparición.
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