¡Atractivo!— repetí — Atractivos son los cachorros, atractivas
son las sales de baño, atractivo es el chocolate… ¡puaf! ¡Ya estaba pensando en
Swiss Kriss de nuevo! Atractivo es el té caliente…
— Se me ocurre que el pelo — dijo Katie meditativa, ignorándome
—. Se lo ve tan… suave.
— ¿Suave? — Se me hizo un nudo en el estómago al imaginarme tocando
su revuelto pelo castaño. Alejé el pensamiento de mi mente.
— ¿Por qué no te
acompaña Joseph a tu casa, si eso es
lo que sientes? — dije con desdén.
— Repito: no lo tragas — constató Katie rápidamente —. En fin
¿Qué me cuentas de mi propio problema con respecto al Baile de Otoño? ¿Qué voy
a hacer?
Suspiré. Francamente, me alegró cambiar de tema.
— Está bien, recuérdame en qué punto
estábamos. En la actualidad no puedes ir, a menos que lo hagas con Pat,
¿correcto?
— No, a menos que encuentre una mentira muy convincente para
explicar porque tengo que ir a la biblioteca con un vestido semiformal — dijo
Katie, resentida.
— De acuerdo…
Permanecí en silencio un momento.
— ¿Y? — me urgió ella —. ¿Tienes alguna buena idea?
— Tengo una — dije con cautela —. Aunque no creo que se la pueda
llamar una idea de veras buena.
— Oh, habla — se impacientó Katie.
Inhalé una larga bocanada de aire.
— ¿Quién es tu compañero de laboratorio en la clase de
Sonrisita?
Katie frunció el ceño.
— Gus Pendleton. ¿Por qué?
— ¿No te gustaría ir al Baile de Otoño con él? — dije, tratando
de mostrar algún entusiasmo.
— ¿Qué?
— ¿No te gustaría ir al Baile de Otoño con Gus…?
— ¡Ya te oí! — Me interrumpió Katie — ¿Con Gus Pendleton? ¿Estás
loca?
— Sí — contesté —. Pero sólo a título informativo: ¿Qué tiene de
malo Gus Pendleton?
— Te diré — contestó Katie en tono presumido —. Dado que vivo
justo detrás de los Pendleton, te puedo decir con exactitud lo que tiene de
malo Gus. Está construyendo un fuerte en su patio trasero.
— ¿De veras? — dije con interés a pesar mío.
Katie asintió.
— Sí, tiene toda esa basura…madera y otras cosas.
— Bueno, eso no quiere decir…
— Y además, vino a pedirle a papá si le podía dar alguna cinta
aisladora que nos sobrara, y papá le preguntó para qué, y Gus dijo: ―Estoy construyendo un fuerte‖.
Katie me miró con expresión de triunfo.
Me resultaba difícil argumentar que ir al
Baile de Otoño con alguien que estaba construyendo un fuerte sonaba cualquier
cosa menos alentador. Pero tampoco era para desesperarse.
— Sin embargo — dije alegremente —, Gus Pendleton es mejor que
Marea Alta Pat.
Katie suspiró.
— Sí, supongo que sí… Pero ¿Por qué Gus?
Me encogí de hombros.
— Sólo pensé… Ya sabes cómo Sonrisita se la pasa esperando que
todos los que trabajan en pareja se enamoren. Y pensé que, si le explicaba que
tú y Gus de veras querían ir al Baile de Otoño juntos — Katie gimió y yo hablé
en voz más alta —entonces él podría, tú sabes, hacerle ver las cosas a tu
madre. Después de todo, es probable que ella escuche a un profesor.
— Antes que nada — dijo Katie —, y debes creerme, esta es sólo
una de muchas, muchas razones, Gus Pendleton jamás demostró el menos interés en
mí.— De repente, lanzó una risita.
— Aunque supongo que podría ofrecerme para coser almohadas para
el fuerte o algo por el estilo.
Yo también reí.
— Quizá puedan ir allí después del baile — sugerí--. Un lugar
íntimo y romántico…
Katie gimió.
— Escucha, Demi, esto no tiene nada de gracioso. ¿No puedes
proponer algo mejor?
— Bueno, trataré —dije vacilante.
— Está bien — aceptó Katie — Te llamaré más tarde.
Nos despedimos y me encaminé a casa.
Una vez adentro, oí a Anne que parloteaba con mamá.
— ¿Por qué no puedo hablarle? — decía.
— Porque vino a ayudar a papá con el jardín, querida — dijo mi
madre —. Y no quiero que le distraigas.
— Bueno, ¿le puedo decir hola?
— Por supuesto.
— ¿Puedo hacerle, digamos, cinco preguntas?
— No.
— ¿Por qué no?
— Preciosa, acabo de decirte…
— Bueno, ¿Demi puede hablarle?
— Anne, eso es diferente. Se conocen del colegio.
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