miércoles, 17 de julio de 2013

Marido De Papel Capitulo 24




Joe tardó otros diez días en arreglar y terminar todo los asuntos de negocios de Bob y dejarlos en manos de un buen abogado. Bob tenía un abogado, pero les había dado largas y era casi imposible de localizar. 

Por último, había tenido que pedir por vía judicial la documentación que necesitaba.

 Luego, el abogado cuyo título era falso, se había esfumado. No es de extrañar que Bob hubiera perdido la mayor parte de su dinero. El abogado había malversado sus fondos. Afortunadamente, habría suficiente, añadiendo el seguro de vida, para que Betty quedara bastante bien provista.

Fue entonces, cuando él le explicó las cosas, y ella se dio cuenta de que no iba a proponerle matrimonio, cuando llegó el momento de la verdad.

—Pero tú me amas —exclamó—. Siempre lo has hecho. ¡Mira cuanta prisa te diste en casarte con esa joven sólo para que no me diera cuenta de que todavía estabas enamorado de mí!

—Puede que, al principio, fuera así, —respondió tranquilamente—. Pero ahora es distinto y no puedo permitir el lujo de perderla en este momento.

—Oh, supongo que ella tiene dinero.
Él frunció el ceño.

—No. Ella no tiene ni un céntimo. ¿Siempre tienes que tener razones mercenarias que atribuir a todas las decisiones?

—Por supuesto que hago, —dijo, y sonrió ligeramente—. La seguridad es lo más importante en el mundo. Yo no tenía nada cuando era una niña y, a veces, pasaba hambre.

 Me prometí a mí misma que nunca me volvería a pasar —dijo, encogiéndose de hombros—. Es por lo que te abandoné, ya lo sabes. 

Te estabas arruinado y tenía miedo. Yo te amaba pero, entonces Bob se cruzó en mi camino, con un montón de dinero y me dijo que me quería —dijo, sonriendo—. No tenía elección, de verdad.

—Supongo que no la tenías —esto le hizo recordar que Demi no tenía nada, y, sin embargo, le estaba dando la única cosa de valor que tenía en su poder, le había vendido el rancho, para que no tuviera que enfrentarse a la amenaza de un peligroso vecino ruidoso. Podría haberse pateado a sí mismo, en principio, por haberla dejado salir de su casa.

—Sentí pena por ella, —añadió pensativa—. No es nada sofisticada, ¿verdad? Me tenía miedo —frunció las cejas—. ¿Por qué no quieres dormir con ella?
Él evitó su mirada.

—Eso no es asunto tuyo.
—De alguna manera, sí lo es. No quieres acostarte conmigo, vale, pero ¿por qué?
Joe hizo una mueca.

—No te quiero, —admitió de mala gana—. Lo siento.
—La has utilizado, —le recordó—. Me quisiste siempre. Pensé que ibas a morirte cuando me marché.

—Maldita sea, casi lo hiciste. Pero las cosas han cambiado —dijo, mientras la miraba con tristeza—. Lo siento, Betty. Por tu pérdida y por lo demás.

—Bob no era un mal hombre —dijo—. Yo estaba encariñada con él. Supongo que, en cierto modo, lo echaré de menos —dijo, mirándolo—. Estás seguro de que no me quieres?
Él asintió.

Ella suspiró y sonrió de nuevo.

—Bueno, eso es lo que hay. Por lo menos voy a tener suficiente dinero a fin de mes, gracias a ti. ¡Y todavía soy lo bastante joven para casarme por tercera vez!

En ese momento le dijo adiós y volvió al motel en el que estaba alojado. Se sentía bien, después de haberse quitado un peso de encima al haber resuelto todos los asuntos de Betty, que estaban bastante enredados. Ahora tenía que volver a casa y resolver sus propios problemas.

Miró la demanda de divorcio y las escrituras con los ojos entrecerrados. Dana no había tardado, ni un momento, en traspasarle el rancho. Empezó a fruncir el ceño. ¿Dónde se habría ido a vivir si no tenía casa?

Tomó el teléfono y llamó a su abogado, pero le dijeron que Lucas estaba en el Juzgado y no sabían cuando iba a volver. Realmente preocupo, marcó el número del rancho Mobry, pero sonó dos veces y la línea estaba ocupada. 

Empezó a hablar pero un contestador automático le informó de que el número había sido desconectado.
Frustrado y preocupado, su siguiente llamada fue a su casa, donde contestó Tilly.

—Muy bien, ¿qué diablos está pasando? ¿Y Demi¿a dónde ha ido? —exigió sin preámbulo.

—No me dejó que te llamara, —dijo Tilly, rígidamente—. Se lo supliqué, pero dio su brazo a torcer. Le di mi palabra y no puedo romperla.
—¿Dónde está?

—Se ha ido, —llegó la lacónica respuesta—. Dijo que te había dado las escrituras y que Joel y Ernie cuidarían del rancho hasta que hicieras otros arreglos, pero que tendrías que pagarles.

—Oh, ¡al diablo con el rancho! —Chasqueó los dedos—. ¿Dónde está?

—Tomó un taxi a la estación de autobuses y cogió un autobús para Houston. Y no sé a dónde ha ido desde allí.
Levantó la cabeza esperanzado.
— ¡Houston! ¡Tilly, eres maravillosa!

—No, espera, hay algo más. La enfermera que trabaja con el Dr. Lou Coltrain es mi prima. Parece Demi fue a ver a Lou antes de dejar la ciudad. Si no la encuentras enseguida, vas a tener que buscar a dos personas en vez de a una —dijo, y colgó.

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