—Bien que te detuviste a mirar— Demi se volteó
en tanto él decía aquellas palabras, era un degenerado, no tenía pudor ni
decencia. ¿Y ella? Y ella doblemente degenerada, por haber estado mirándolo con
tanto apetito —
¿Qué quieres? Ya te dije que si te daba ganas solo entraras.
— ¡Mierda Joseph! ¡Cierra la boca! Pues no tendré reparos en matar a tus
próximas generaciones.
—Histérica.
—Idiota.
—Niñita llorona.
— ¡Asqueroso puerco!—Frente a esa
frase Joseph hizo silencio, por
un segundo Demi se creyó vencedora en esa
disputa, una pena que el instante fuese efímero.
— ¿Qué cosa?—Él estaba detrás de
ella, desnudo, reposando sus manos sobre su cadera, desnudo, hablándole al
oído, desnudo y demasiado cerca para que ella lo ignorase. ¿Ya he dicho
desnudo?
— Joseph…
—Hmm…—Tan solo tenía que dar un paso
atrás y las cosas se irían completamente de sus manos. ¿Dónde había quedado la
chica tímida y recatada? ¿De aquí a cuando su mente le jugaba tantas malas
pasadas?
—Suéltame.
— ¿No quieres acompañarme con el
final de mi ducha?—La nota sugestiva estaba plantada, ella solo debía asentir.
Tal vez él solo se burlaría de ella, diciéndole algo como
“Ni muerto me ducho
con una viuda negra” pero entonces también cabía la posibilidad de…«No, esto no
podía pasar…Otra vez» ¡Ay! ¿Pero sería tan malo guardar un recuerdito de lo que
sería estar con Joseph?
La Demi atrevida luchaba con la
angelical, ambas presentaban tan buenos argumentos y hasta la fecha, ella ni
siquiera sabía que poseía un lado tan libidinoso.
— Demi.
— ¡No!—Se deshizo de sus manos en
un parpadeo, no podía hacerlo. No estando en su sano juicio.
Joseph era atractivo, pero era solo
eso un envoltorio de carne, bien esculpido debía admitir pero él no sentía nada
por ella. Y al menos en su mundo, el sexo debía implicar un mínimo de
compañerismo. Algo que entre ellos claramente no existía, no podía, así no
funcionaban las cosas.
— ¿No?
—Quiero que me lleves a casa.
— ¿Qué te lleve?— Demi asintió aun de espaldas a él, pero no necesitaba verlo para
sentir la nota ofuscada en su timbre—Lo siento cariño, si quieres irte deberás
hacerlo por tus propios medios.
Ella no pudo más que volverse
para verlo con el rostro estupefacto, Joseph
sabía que no tenía como regresar.
No podía montarse en un taxi con esas ropas y
mucho menos caminar hasta su casa, la única opción que tenía era llamar a Fiona
pero eso también implicaba darle explicaciones a ella.
—Por favor—murmuro con los ojos
fijos en esos duros y fríos orbes azules. Por un instante pensó que realmente
le había molestado su negativa, pero ¿Es que acaso no comprendía su postura? Un
error de ebrio era algo,
pero cometer la misma estupidez
dos veces, sería igual que apretarse los dedos con la puerta por diversión.
—Estoy a mitad de mi ducha—Fue la
respuesta que le soltó, antes de darse la vuelta y meterse una vez más al
cuarto de baño.
A Demi se le atoro la réplica en la
garganta, ese maldito hijo de p… Pero fue incapaz de dejar salir eso por su
boca, se limitó a soltar un bufido y con el poco orgullo que le quedaba, salió
de esa habitación como alma que lleva el diablo. Pero
¿Quién diría que la
solución a su problema se encontraría reposando tiernamente en la alfombra?
Mientras la cascada de agua fría
golpeaba su espalda, Joseph
intentaba apartar de su mente todo pensamiento racional.
Era difícil pero casi
lo estaba logrando, ya no estaba pensando en su cuerpo ligero descansando sobre
el suyo propio, ya no estaba viéndola contonearse por su habitación cubierta
por una de sus camisas, ya casi y se había quitado el aroma a melocotón que
expedía su piel. Solo una o dos horas más de agua fría y él estaría como nuevo.
En ese momento la puerta del baño
se abrió y tras el vidrio templado de la mampara, reconoció su figura moverse
por el lugar.
— ¿Cambiaste de opinión?—No pudo
evitar que una sonrisa jugara en sus labios frente a la idea, incluso su cuerpo
incremento la temperatura del agua helada que lo estaba rozando.
Saber que solo
había una puerta de cristal separándolos, activo cada uno de los sentidos que
la ducha estaba intentando dormir— ¿Demi?—inquirió al notar que ella no
respondía.
Entonces la puerta se cerró, pero
Joseph dejo de ver la silueta de
ella al otro lado.
— ¿Demi?—Con lentitud descorrió la
portezuela de la mampara para encontrarse completamente solo. Frunciendo el
ceño salió de la ducha dispuesto a preguntarle para qué había entrado, pero un
diminuto papel pegado en el espejo lo detuvo en seco.
“Si lo quieres devuelta ven a
buscarlo, gracias por el favor… Demi” Y justo debajo de su firma,
dejaba una dirección que en un principio Joseph no comprendió.
El ruido en el exterior, fue todo
lo que necesito para comprender la nota.
— ¡No…no, no, no!—Corrió a la
ventana para verla salir a toda velocidad por los portones de su casa— ¡No mi
Lexus!—Exclamo dispuesto a ir detrás de ella con lo que llevaba puesto en ese
instante, O sea nada.
Era oficial esa niña no volvería
a respirar, si le hacía un mísero rayón a su auto él la degollaría y gustoso la
echaría a los buitres.
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