martes, 30 de julio de 2013

Camino A La Fama Capitulo 10






Sí, ya sabes. Te encontré vagando por las calles, sin calzado y bastante desorientada. 

Cuando llegamos aquí, no dejabas de lanzarte a mis brazos diciéndome lo guapo que era y que toda la noche habías esperado tenerme así de cerca.
— ¡Eso es mentira!

—Claro ¿Y tú lo recuerdas mejor que yo?—insto irónico, a sabiendas que llevaba la razón en ese punto.

Demi se cruzó de brazos con rabia, pues no lo recordaba. No recordaba nada después de haber dejado la fiesta con el doctor e incluso esos recuerdos, estaban como metidos en una nebulosa.

¿Cuándo se había encontrado con Joseph? ¿Realmente había estado vagando por las calles? ¡Oh Dios! Esto era peor de lo que imaginaba, lo único que le faltaba era estar en deuda con la escoria.
—Incluso si eso fuese cierto ¿Por qué no te comportaste como un caballero? —La recriminación era bastante pobre, teniendo en cuenta que ella no se había comportado como una dama. 

Pero a decir verdad era más fácil echarle la culpa a Joseph, que admitir que en esa ocasión ella tenía todas las de perder—Ni siquiera te gusto…—musitó con las lágrimas oscilando peligrosamente en sus ojos. Llorar, eso era como la frutilla del postre ¡Estupendo!

—Vamos, no seas tan…— Joseph se detuvo a media frase y Demi noto el instante en que fijo la vista en sus ojos— ¿Por qué lloras? No es para tanto…no es como si te hubiese robado… 

la virginidad—La última parte casi y pareció dudarla, pero ella no reparo en el pequeño traspié de su interlocutor. Estaba demasiado ensimismada en su propia miseria.

—No se trata de eso, es sobre los principios ¡Tú no tienes códigos! —Le apunto con un dedo acusador—Ningún hombre que merezca ser llamado así, se aprovecharía de una mujer ebria ¡Ni el doctor quiso forzarme cuando me negué!

— ¿Te negaste?— Demi sintió la urgencia de arrojarle algo al rostro, ella intentaba transmitirle su confusión y él se burlaba como si todo se tratara de un simple chiste.
— ¿A ti que más te da? ¡Eres repugnante!
Demi

—No, no me toques.
—No decías lo mismo unas horas atrás—Ella lo fulmino con la mirada, ¿cómo se atrevía a seguir provocándola? —Ya deja el drama ¿quieres?

—Vete al infierno—masculló encontrando la fuerza para ponerse de pie y salir de aquella cama a la carrera.

Pero fueron cinco pasos los que dio, para caer en cuenta del atuendo que cubría su desnudez.

— ¿Dónde está mi ropa?—exclamó con los nervios a flor de piel.
—Tranquilízate, probablemente ahora debe estar en el segundo ciclo de lavado—

Él se descubrió el resto del cuerpo que aun ocultaba las sabanas y ella dio un respingo volviéndose en la otra dirección—Dudo mucho que quieras usar eso, la decoraste a tu gusto con una buena cantidad de vomito…—Ella cerro los ojos y alzo el rostro al cielo, en una súplica silenciosa. Había caído bajo y Joseph no estaba teniendo reparos en brincar sobre su humillado honor.

Él pasó caminando por su lado y ella no pudo evitar del todo que el cuerpo se le pusiera alerta frente a su cercanía, incluso con los ojos cerrados sabía que él la estaba mirando.
— ¿Qué?
—Voy a darme una ducha, tal vez quieras acompañarme— Demi desplego un parpado y lo miro echando humo por la nariz—Bien…si cambias de parecer…

—Le apuntó sutilmente una puerta y luego fue caminado hasta allá, cubierto por un minúsculo bóxer negro que se ajustaba a su trasero como un guante. La iglesia escribiría una plegaria, para ese monumento a la belleza masculina.

Demi permaneció de pie en el centro de la habitación, enfundada en una camisa blanca que le quedaba como cinco números más grande. Lo único que la contentaba, era que él había tenido el detalle de vestirla luego de…Mejor ni pensar en ello.

En tanto Joseph se duchaba ella se puso en la tarea de encontrarse algo de ropa, para su desgracia el hombre no parecía del tipo que llevaba prendas ajustadas. 

Todo le quedaba enorme, los pocos pantalones de gimnasia que encontró en su armario le quedaban como bolsas y sin importar cuanto doblaras las perneras, seguía arrastrándolos. Harta de la situación, se resignó a ponerse unos bóxers que en ella lucían como pantalones cortos. Al menos así cubría su trasero y no tenía que estar ventilándolo por la casa de ese hombre.

Joseph —Llamó dando ligeros golpecitos a la puerta del baño, él no contesto.

Demi podía oír la cascada de la ducha en el interior, podía ser posible que en realidad no la escuchara o solo se estuviese haciendo el desentendido, para que ella abriera la puerta. Pero estaba decidida a salir de esa casa con la dignidad lo más intacta posible, si podían haberse acosta… 

Dios! Ni pensar la palabra podía. Con el rostro ruborizado, volvió a llamar a la puerta. Tan solo quería salir de allí ¿Era mucho pedir?

— ¡Joseph!—Nada, él seguía ignorándola, pues ella había gritado lo suficientemente fuerte como para que los vecinos de la escoria la oyeran—¡¡Joseph!!

— ¿¡Qué!?—Entonces la puerta se abrió y Demi no se desmayó, por el simple hecho de que era lo bastante osada como para disfrutar la vista sin remordimientos. ¡Dios lo tenga en la gloria! Estaba así, como Adán en su vendito Edén pero sin la hoja de parra, por supuesto él no se tomaría el trabajo de detenerse en esas nimiedades.


— ¡Oh!—exclamó una vez que supo, debía reaccionar— ¿Por qué sales así? Eres… 

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