martes, 9 de julio de 2013

Marido De Papel Capitulo 16



Su orgullo masculino le hizo decir:

—Puedo dedicaros uno o dos días —le dijo Joseph a Bob, asombrado por la cara enrojecida de Demi—. 

Después de todo, somos personas civilizadas. Y, como el divorcio ya es historia, creo que es una estupidez seguir guardando rencor por algo que pasó hace mucho tiempo.

Betty suspiró. Había ganado y lo sabía.
—Qué bonito es lo que acabas de decir, Joe. Eres tan dulce como siempre.

Demi se sintió excluida. Empezaron a hablar de los viejos tiempos y de conocidos comunes y, en ningún momento, incluyeron a Demi en la conversación. 

Sirvió el café y el pastel que había traído Tilly en una bandeja, pero podría haber sido invisible si se pensaba en la poca atención que Joe le dedicó. Después de unos minutos se excusó y abandonó la sala sin estar, realmente, segura de que notaran su ausencia.

Tilly se dirigía hacia la cocina con la bandeja, delante de Demi, murmurando para sí misma acerca de los hombres que no podían ver más allá de sus narices. Normalmente, Demi se divertía hablando con Tilly, pero hoy estaba demasiado preocupada por lo que podía pasar.

Demi subió las escaleras hasta su habitación, en la que dormía sola, y empezó a hacer el equipaje. 

Si Joe se iba, ella también lo haría. Ya estaba harta de ser una extraña en su vida, en su casa. Si hubiera tenido la más mínima esperanza de que un día pudiera amarla ahora, con la llegada de su ex esposa, se sentía como si le hubiera caído un jarro de agua fría. Cualquiera podía ver lo que, todavía, sentía por ella. 

Estaba tan atontado que ni siquiera había notado la falsa sonrisa que Betty le había dirigido a Demi. Bueno, que se fuera su ex esposa, buscando el pretexto que quisiera y que tuviera buena suerte.

Solo tardó diez minutos en hacer la maleta. Se puso una sudadera, los vaqueros y las botas. Se recogió el pelo y se miró en el espejo. Sí, estaba bien. Ella había sido una vez una chica de la alta sociedad, pero ahora era solo una pobre ganadera. Seguramente podría hacer lo que quisiera y Joe no la echaría de menos, siempre y cuando Betty, a pesar de estar casada, estuviera lista y dispuesta. 

Tampoco se daba cuenta de que s Dios él podía permitirse el lujo de comprarlo y a ella parecía no importarle formar parte del pago de esa comparandolo lestaba utilizando para que comprar el caballo. Gracias a dios 
Estaba revisando los cajones para asegurarse de que no se dejaba nada, cuando Joe entró en la habitación.

Había esperado encontrarla llorando, ya que tenía un carácter sensible y no la había tratado demasiado bien, sobre todo delante de sus huéspedes. Las observaciones de Betty le habían hecho sentirse como si fuera una posesión de Demi, y había reaccionado instintivamente. Ahora se arrepentía.

 Le había remordido la conciencia cuando ella salió tranquilamente, con la cabeza alta, sin mirarlo siquiera, y él había venido, cuando le había convenido, a pedirle disculpas por haberla humillado. Pero, al parecer, iba a necesitar algo más que una disculpa, si maletas eran alguna indicación de sus intenciones.


—¿Vas a algún sitio? —le preguntó seca y educadamente.

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