Demi volvió a su casa sin ningún problema, excepto por el hecho
de que, ahora había perdido algo más que su padre.
Había perdido a Joe Él no
estaba mucho en casa, seguramente porque quería evitarla, pero, aunque fue por
corto tiempo, le había hecho sentir que pertenecía a alguna parte.
Ella miró sus manos desnudas, mientras lavaba los platos. Se le
habían olvidado los anillos en el vestidor. Se pregunta si los habría
encontrado ya.
No tenía ninguna razón para usar los anillos de boda cuando ella
ya no se consideraba casada. Joe se había casado con Demi porque no quería Betty
supiera sus sentimientos por ella. Pero, hasta un ciego podía ver, que su ex
esposa estaba ansiosa por recuperarlo. Nunca había ocultados sus sentimientos por
Betty.
¡Qué ironía, que su ex esposa hubiera vuelto, justo ahora, cuando Demi
podría haber tenido una pequeña oportunidad de ganar su corazón. Betty había llegado
y vencido, sin tener que luchar.
Se preguntó si podría olvidar, alguna vez, la
mirada de dolor y anhelo que Joe había dirigido a su ex esposa, cuando creía
que nadie lo miraba. Todavía la amaba. Era imposible que no notarlo.
Él podría
haber disfrutado durmiendo con Demi, pero aún así, nunca había mostrado ningún
deseo de repetir la experiencia.
Puso los platos en su sitio y se fue a ver las noticias de la
tarde.
A su padre le había gustado esta hora del día, cuando volvía del trabajo,
había comido bien y podía sentarse con su café y escuchar las noticias. Él y Demi
comentaban las noticias del día y, a continuación, apagaba la televisión y se
ponía a leer.
No había podido hacer eso en la elegante, pero fría y vacía, casa
de Joe. La televisión estaba en su estudio, no en la sala, y nunca se sintió
cómoda entrando allí para verla.
No había ninguno de sus libros favoritos, y sí
todo acerca de los caballos y la vida y genética de los mismos genética. Leyó
biografías también, y algunos bestsellers, de tapa dura, que parecía como si
nunca se hubieran abierto.
Suponía que Joe no tenía tiempo para leer, por el simple placer
de hacerlo. La mayor parte de su material parecía estar relacionado con la empresa.
Se acurrucó en el sillón de su padre y le escocieron los ojos con
las lágrimas. No había llorado desde que se casó y, ahora que no la veía nadie,
se sentía con todo el derecho del mundo a expresar su tristeza.
Ella se secó lágrimas, preguntándose cual sería la razón por la que
Joe había tratado de detenerla cuando se iba si ya le había dicho que no quería
verla nunca más. Tal vez fue la idea de poner fin a su breve matrimonio tan
pronto.
Sería difícil para un hombre orgulloso haber fracasado una vez más como
marido.
Después de un rato, se levantó y puso una película en vídeo.
Ya
la había visto media docena de veces, pero sólo quería oír el sonido. Tenía que
pensar el lo que iba a hacer el resto de su vida. En este momento tenía la
certeza de que no podía seguir manteniéndose a sí misma y también a su ganado.
No
tenía dinero en metálico, ni las instalaciones apropiadas y, mucho menos,
dinero para comprar más ganado. Lo mejor sería venderle todo a Joe, antes de
arruinarse y usar el fondo fiduciario, que le había dado su madre, pagar pagarse
la universidad.
Cuando acabara, podría encontrar un trabajo y mantenerse a sí
misma. No necesitaba la ayuda de nadie y menos la de un marido poco dispuesto a
hacerlo.
No había ninguna pensión alimenticia en Texas, pero,
seguramente, a Joe le remordería la conciencia y querría pasarle una, después
del divorcio. A ella le hubiera gustado ser capaz de decirle que no la quería.
Pensando en parte en sus planes, volvió u atención a la
película. Era mejor tener las cosas resueltas.
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