Joseph estiró uno de sus brazos sobre la mesita de noche y
sacó un condón de ahí.
Lo deslizo por su largo e hinchado miembro y volvió a
posicionarse al medio de ella. Joseph sintió debajo de sus manos como el pulso de Demi aceleraba. Temblaba
de miedo.
No tengas miedo, linda. Solo cierra los
ojos y disfruta.- murmuro él.
Demi hizo caso a lo que
le pidió, y cerró los ojos.
Tratando de relajarse, se imaginó a sí misma en un
paisaje tropical, con el agua azuleada transparente y él sol iluminando la
blanca arena bajo sus pies.
Uf, si, muy bonito. Sacándola de sus pensamientos, Demi sintió como el
enorme glande purpúreo de Joseph presionaba en su entrada. Ella apretó los ojos, aun
cerrados.
- ¿Lista?
Demi solo asintió, y Joseph empujó, despacio,
con un movimiento leve, para no hacerle daño ya que sabía que era virgen.
Enseguida Joseph sintió lo estrecha que era, haciéndolo gruñir de placer.
Demi enterró sus uñas en
sus brazos, señal de que sentía dolor. Joseph se detuvo, preocupado.
- ¿Te he hecho daño?
Ella solo negó con la cabeza, aun sin abrir los ojos. Pero Joseph no se volvió a mover
dentro de ella.
Era la primera vez que Joseph se acostaba con una virgen, y temía hacerle
daño. Inexperto, Joseph optó por mantenerse quieto un momento, aunque su pene
palpitaba por follarla duro.
Debía acostumbrarse a su tamaño. Pasado un tiempo,
ella habló.
- Joseph….-musito ella.-
muévete.
Su voz lo alivio. Sintiéndose más seguro, Joseph volvió a moverse dentro de ella. Y de repente,
el dolor que sintió Demi había desaparecido, substituyéndolo por puro placer.
- Joseph…- susurro, con una
expresión de dolor en su rostro.
-¿Mmh?
Más…-gimió.- más… rápido…
Su voz envío una descarga eléctrica directa hacia su polla. Joseph enterró sus dedos en
sus caderas, y empezó a moverse más rápido.
Afuera. Adentro. Afuera. Adentro.
Era un vaivén muy erótico que volvería loco a cualquiera.
Demi al fin abrió los
ojos, y observo la expresión de la cara de su tío. Tenía los ojos cerrados,
mordía su labio inferior y una delgada capa de sudor cubría sus hombros y
rostro.
Demi gimió con fuerza al
sentir como Joseph había cambiado la fuerza de sus embestidas. Ahora era duro, potente,
pero aun así sin perder la ternura con que le hacia el amor.
- Si, si, si.- Joseph apretó los dientes al sentir como las paredes vaginales
ceñían con fuerza su pene.
Y acto seguido, un orgasmo descomunal terminó con ellos después de haber
gritado sus nombres.
Y él lleno ese condón, bombeando con fuerza hasta su
última gota de semen. Joseph se desmoronó y cayó encima de ella, pero con el
cuidado de no aplastarla.
La abrazo con ternura, como si no quisiera que se
fuera de su lado jamás. Demi percibió la ternura con que la abrazaba y se acurruco
a su lado, para luego caer en un profundo sueño.
Joseph se despertó, y con
la mejor sensación del mundo. Adaptando una posición más cómoda, se movió en la
cama y observó a Demi, quien se encontraba acurrucada en su pecho.
Parecía
un ángel. No. Era un ángel… su pequeña e inocente sobrina, ahora no tan
inocente, había hecho que tuviera el mejor sexo de toda su vida. No, decir que
tuvieron sexo era poco, por qué lo que hicieron esa noche fue algo mucho más
grande. Habían hecho el amor.
Demi estaba despertando en él sentimientos que nunca antes
había experimentado, sentimientos que con exactitud no sabía cuáles eran… y
eso, ciertamente lo asustaba.
Como si hubiese sentido su mirada, Demi se movió en sus brazos y abrió los ojos.
- Buenos días, pequeña.- susurro él, acariciándole el cabello.
- Buenos días.- sonrío y se inclinó para besarlo, dejando ver así sus pechos
desnudos y expuestos. Harry le echó una rápida mirada a sus senos y luego
volvió a mirarla a los ojos, esforzándose por no sufrir una erección.
¿Cómo te sientes?- pregunto, acariciándole
la cadera bajo la sabana.
Estupenda, ha sido… magnifico.- dijo, de repente sonrojándose
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